Ricardo Ortega
Bernal Díaz del Castillo (Medina del Campo, 1496-Santiago de Guatemala, 1584) fue un militar y aventurero que participó en la conquista de México y que acabó siendo regidor de Santiago de Guatemala. Dejó por escrito testimonio de la guerra, el sacrificio y la esclavitud. Palabras cuya tinta se confunde con la sangre de indígenas y militares españoles, y que nos trasladan un relato de ambición.
Se le atribuye la autoría de la ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’, la cual comenzó a redactar como un memorial de guerras, que más tarde revisó y amplió. Forma parte del trabajo de los historiadores el aclarar las dudas sobre la autoría de estos escritos, la existencia de seis copistas distintos y la convivencia, en un mismo texto, de palabras mal escritas junto a cultismos y referencias a los clásicos.
Tenía alrededor de 20 años cuando viajó en 1514 a América, en la expedición de Pedro Arias Dávila, nombrado un año antes gobernador de Castilla del Oro. Después de participar en algunas expediciones en la llamada ‘Tierra Firme’ se embarcó para la recién conquistada Cuba, donde le habían prometido indios en ‘encomienda’, como se denominaba a la esclavitud practicada en aquel tiempo y aquellas latitudes.

Como la población nativa de la isla se agotaba debido a las epidemias y trabajos forzados, y con el objetivo de capturar esclavos para venderlos en Cuba, el gobernador de la isla comenzó a organizar expediciones hacia otras zonas del Caribe. En este escenario, en 1517 se alistó Bernal en la expedición que habría de descubrir las costas de Yucatán.
En 1519 se unió a la expedición al mando de Hernán Cortés que culminaría con la caída de México-Tenochtitlán y la conquista del imperio azteca. Posteriormente participaría en diversas expediciones y conquistas en lo que hoy es el sureste mexicano, Guatemala y Honduras.
Por lo relatado en su ‘Historia verdadera’, Bernal habría estado presente en los mayores acontecimientos de la Conquista de México: desembarcó en Cozumel y luego participaría en los enfrentamientos contra los mayas de Champotón y Potonchán.
Seguiría a esto la batalla de Centla contra los mayas chontales de Tabasco. Seguirían las batallas contra los tlaxcaltecas y la alianza con los señores de Tlaxcala para enfrentar a los aztecas. Luego estaría presente en la entrada en la ciudad de México-Tenochtitlán y en la prisión de Moctezuma.
Bernal no se hallaría presente en la matanza del Templo Mayor perpetrada bajo las órdenes de Pedro de Alvarado pues habría acompañado a Cortés a Veracruz para someter a las tropas de Pánfilo de Narváez, que habían sido enviadas para apresar a Cortés.
De regreso en la ciudad de México, Bernal habría logrado salvarse en la batalla de la Noche Triste y habría participado en la posterior batalla de Otumba. Se refugiaría en Tlaxcala con el ejército de Cortés y desde ahí participaría en las diversas batallas para someter a las poblaciones circundantes del valle de México. Finalmente, participaría en el asedio y sitio final de Tenochtitlán.
Su supuesto buen trato hacia los indios llevará al presidente de la Real Audiencia de México, Sebastián Ramírez de Fuenleal, a nombrarle visitador general para evitar que se herrasen indios: que se los convirtiera por la fuerza en esclavos, para lo que se les marcaba ‘a fuego’.
En 1541 fija su residencia en Guatemala, teniendo tres encomiendas de indios. Ya es padre de dos hijas (Teresa e Inés), habidas con doña Francisca, india que fue regalo de Moctezuma. Pero para conseguir sus aspiraciones, se ve obligado a casarse (1544) con Teresa Becerra, hija del conquistador Bartolomé Becerra.
En 1550 participó en la Junta de Valladolid para debatir sobre la esclavitud de los nativos americanos, así como la perpetuidad de encomiendas y tributos. Debió enfrentarse a los argumentos de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda. El debate se recuerda como la Controversia de Valladolid.
Regresa a Guatemala, donde se convierte en regidor perpetuo, aunque prosigue en su lucha por los derechos que considera inherentes a sus méritos de conquistador. Al mismo tiempo, retoma un primitivo memorial de guerras, con una ampliación que se convertirá a la larga en la ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’. Murió en febrero de 1584.
Polémica
La existencia de Bernal Díaz del Castillo no aparece en las narraciones de la conquista en las Cartas de Relación de Cortés. Tampoco en obras de otros participantes. No aparece en la obra compiladora de José Luis Martínez, quien reunió todos los documentos de la conquista en una obra de cuatro volúmenes y 1.860 páginas.
Una inexplicable ausencia se da durante el juicio contra Cortés iniciado por Carlos V. Ahí se cita a todos los participantes de la conquista que acompañaron a Cortés, incluyendo inclusive a ‘muleros’ por nombre y participación en la expedición. Díaz del Castillo no aparece.
En 1579, en Santiago de Guatemala, es el primer momento en que Díaz afirma ser el autor en una carta al rey Felipe II, donde su autoría se vuelve popular. Su esposa también lo afirma en otra carta de 1586 con reservas, al afirmar que él la ordenó y esta obra está escrita de mano, no por su puño y letra. Las firmas de Bernal Díaz del Castillo siempre fueron muy cambiantes e incluso incomprensibles.
En el prólogo, Díaz del Castillo advierte de que no es «latino» (letrado) y no tiene estudios. Sin embargo, esta obra contiene una gran cantidad de vocablos Taínos, en Nahuatl, citas de Julio César y del emperador romano Marco Aurelio; dicha literatura solamente estaba disponible para las élites renacentistas europeas.
Se ven reflexiones y lecciones de la esencia del poder con un grado elevado de dramaturgia, reflejando la cultura y personalidad del propio Hernán Cortés, a quien algunas voces atribuyen la obra. La gran cantidad de datos culturales y la forma estructurada y estilizada de la obra hacen dudar que proviniera de un soldado raso, casi analfabeto.
Más luces que sombras, pues, en la trayectoria de este medinense reivindicado por sus ‘hazañas’ por parte de la extrema derecha y cuya huella es indeleble en la conquista del Nuevo Mundo.