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Burgos se apunta al club de ciudades amuralladas

Testigo y guardián de la historia de la ciudad, este muro de 3,5 kilómetros albergaba un conjunto urbano de 45 hectáreas. Su recorrido estaba jalonado por 93 torres y 12 puertas. Las dentelladas del progreso acabaron por derribar gran parte de una infraestructura que merece ser reivindicada

Ricardo Ortega

Olvidada durante décadas, la muralla de Burgos es una cerca defensiva que rodea la mayor parte del casco histórico de la ciudad, la situada en la orilla derecha del Arlanzón.

Su estructura se remonta a la baja Edad Media y sus trece metros de altitud pétrea conservaron las esencias de la ciudad en un frasco indestructible. Hasta que llegó el progreso.

Desde el siglo XVIII se comenzó a derribar progresivamente en ciertos puntos, pero se han conservado varios tramos y puertas relevantes para la vida de la ciudad, así como algunas torres y lienzos.

Proteger el castillo

Tras la fundación de Burgos en el año 884 debió de construirse ya en el siglo X un muro para proteger el castillo y el primitivo núcleo de población formado en las laderas altas del cerro de san Miguel.

A finales del siglo XI el auge comercial impulsó el crecimiento de la ciudad, cuyo caserío se fue desplazando hacia el llano. Por ello hizo una cerca rectilínea que iría desde la actual puerta de San Martín a la de Santa María.

La muralla actual fue construida esencialmente entre el siglo XIII y el XIV bajo impulso del Concejo burgalés.

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El trazado elegido abarcó la mayor parte de la superficie urbanizada del Burgos bajomedieval, de manera que la muralla iba a cumplir no solamente una función militar, sino también comercial e impositiva.

Fuera del recinto amurallado quedaban los monasterios y conventos de San Pablo, las Trinitarias y San Francisco, así como los barrios de San Felices, San Pedro de la Fuente o el arrabal de Vega y de San Juan.

Vecinos, terremotos e inundaciones

El recinto amurallado quedó terminado en los albores del siglo XV. Sin embargo, al poco de terminarse existían ciertos tramos en mal estado o cuya función militar quedaba comprometida al haberse adosado a las murallas casas y palacios, desde los cuales se había incluso abierto ventanas y puertas de servidumbre en la propia muralla.

A los destrozos de los propios vecinos se había añadido los efectos de un terremoto en 1542, que dejó maltrechos algunos paños. También la inundación de 1582, que contribuyó al desmoronamiento de algunos lienzos.

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Pese a todo, el recinto amurallado llegó íntegro hasta comienzos del siglo XVIII. El primer tramo donde la muralla fue derribada fue el del actual Paseo del Espolón. Allí se levantó durante el XVIII el edificio del Consulado del Mar, construido sobre el solar mismo de la muralla.

Del mismo modo, la actual Casa Consistorial se edificó sobre la antigua puerta de las Carretas, de ahí la singular estructura del edificio, que sigue dejando pasar al público bajo su fachada, entre la plaza mayor y el paseo del Espolón.

La Francesada

La muralla sufrió, en la zona del castillo, el último cometido militar de su historia durante el asedio de las tropas de Wellington a las napoleónicas en 1812. En este momento los tramos de la calle de las Murallas y de las Corazas quedaron afectados y posteriormente cayeron en ruina, como han demostrado los arqueólogos.

Las destrucciones planificadas comenzaron a partir de 1831 y se centraron en el sector que iba de la iglesia de San Gil hasta la antigua puerta de San Pablo. La ciudad tendía entonces a abrirse hacia la ribera del Arlanzón y hacia la vega del río Vena, por lo que las murallas se veían como un impedimento urbanístico y fueron demolidas.

Las destrucciones se centraron también en el sector entre el arco de Santa María y Barrantes.

La conservación de los sectores respetados por la expansión urbanística del XIX se debió más a que se encontraran en zonas periféricas o en pendiente, como en el paseo de los Cubos o en el tramo que baja del castillo hasta la puerta de San Esteban.

Hubo de esperar hasta bien entrado el siglo XX para que el Ayuntamiento ejecutase políticas activas de conservación, y ya en el último tercio del siglo, acciones de restauración y puesta en valor.

Durante los años 80 se restauró el tramo del paseo de los Cubos. Después, el tramo de la puerta de San Esteban en el marco de la recuperación del cerro del Castillo. Finalmente, y ya en la primera década del siglo XXI, pequeños paños de muralla como el de la calle San Lesmes.

3.500 metros de muro

El trazado de la muralla recorría las actuales calles de San Lesmes y la ribera del Arlanzón siguiendo la calle Vitoria y el paseo del Espolón hasta la calle Eduardo Martínez del Campo. A continuación serpenteaba suavemente en el paseo de los Cubos para subir hacia el arco de San Martín, para desde allí rodear el cerro del Castillo y bajar de nuevo hacia el arco de San Esteban, el arco de San Gil y prolongarse hasta enlazar con el punto de partida.

La longitud total rondó originalmente los 3.500 metros, lo que supuso una superficie intramuros de 45 hectáreas. El recinto fortificado contaba con 93 torres y 12 puertas. La altura máxima alcanzó los 13 metros, al menos en los restos que se han conservado.

Hoy conserva en buen estado menos de una cuarta parte del trazado original, así como cinco puertas. Cabe añadir varios cientos de metros que han sido recientemente sacados a la luz en las calles de las Murallas y de las Corazas.

Partiendo del arco de San Martín, avanzando en sentido antihorario, se encuentran o encontraban las siguientes puertas:

Arco de San Martín

Este arco es la puerta más occidental de las murallas. Por aquí entraban los reyes de Castilla a la ciudad tras haber prestado el juramento de respetar sus privilegios, por lo que también recibió el nombre de Puerta Real o Puerta Juradera.

El nombre del arco de San Martín deriva de la existencia en sus proximidades de la iglesia de San Martín, hoy desaparecida. Esta puerta era y es la salida del Camino de Santiago de la ciudad, desde aquí los peregrinos avanzan hacia el puente de Malatos y el Hospital del Rey.

Es obra de arquitectos moriscos de comienzos del siglo XIV y su estilo mudéjar es visible en sus cuatro arcos de herradura en ladrillo, material que se alterna con la piedra caliza del resto del conjunto.

Puerta de la Judería y paseo de los Cubos

Se denomina así por haber servido originalmente para facilitar el acceso a la judería existente en esta zona de la ciudad durante la Baja Edad Media. Se trata de una puerta secundaria con arco semicircular, exenta de elementos decorativos. Estuvo tapiada en época moderna hasta 1973, cuando se volvió a abrir con el fin de dar acceso a unos nuevos edificios residenciales.

La puerta de la Judería se ubica al final del paseo de los Cubos. En este tramo, el mayor y mejor conservado de todo el trazado de las murallas, se alternan los lienzos con cinco cubos (torres) semicirculares que le otorgan su denominación.

El torreón situado junto a la puerta de la Judería se conoce como Torreón de doña Lambra, sobrenombre que le viene por ser tradicionalmente identificado como el lugar donde vivió este personaje de la leyenda de los siete infantes de Lara.

Doña Lambra, acusada de todos los males que sufrían los infantes, se suicidó al tirarse desde lo alto del torreón.

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Puerta de los Tintes, o del Hierro, o de los judíos

Derribada en 1889, se encontraba al final de la calle de Ronda. Se trababa de una puerta secundaria de forma ojival lanceolada cuyo nombre le vino por estar próxima a los lavaderos de los tintes de lana. También se conoció como puerta del Hierro, por contar con una puerta claveteada; o como puerta de los judíos, por dar también acceso a la vecina judería.

Puerta de Santa Águeda

También conocida como de Santa Gadea o de Barrantes, desapareció en 1870. Según Isidro Gil, «carecía de torres defensivas en sus flancos y de adornos (…) Los arcos de entrada y de salida eran ojivales».

Arco de Santa María

Construido inicialmente en los siglos XIV y XV, entre 1536 y 1553 fue remodelado totalmente por Juan de Vallejo y Francisco de Colonia, dando lugar al arco triunfal en piedra caliza blanca de Hontoria de la Cantera que puede contemplarse en la actualidad.

El arco estuvo ocupado por el Consistorio burgalés hasta la construcción de la nueva Casa Consistorial en el siglo XVIII. Entre los años 1878 y 1955 fue sede del Museo Arqueológico Provincial de Burgos y en 1943 fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional. En la actualidad está abierto al público y alberga exposiciones temporales.

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La puerta fue concebida a manera de gran arco triunfal, con organización de retablo labrado en piedra y con un remate almenado a modo de castillete, lo que hace del conjunto un monumento arquitectónico singular.

En las seis hornacinas principales, dispuestas en dos cuerpos y tres calles, se encuentran personajes importantes de la historia de Burgos: los Jueces de Castilla (Nuño Rasura y Laín Calvo); los condes Diego Rodríguez Porcelos, fundador de la ciudad, y Fernán González, primer conde independiente de Castilla; el Cid; y el emperador Carlos I, a quien dedicó la ciudad el Arco para congraciarse con él tras las revueltas comuneras.

Puerta de Carretas

Esta puerta se situaba en el actual emplazamiento del edificio del Ayuntamiento, cuya construcción en 1774 motivó precisamente su derribo.

Se llamaba así por ser la entrada principal a la plaza del Mercado Menor (hoy en día plaza Mayor). De origen medieval, sufrió diferentes arreglos durante el XVI, adquiriendo finalmente un aspecto sobrio y una gran anchura de luz en su arco, disponiendo a ambos lados del mismo de una estrecha acera.

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Puerta de San Pablo

Junto al arco de Santa María y a la puerta de Carretas, la de San Pablo era la tercera puerta que comunicaba la ciudad con las orillas del río Arlanzón.

En este caso se encontraba delante del puente de San Pablo, llamado así por el vecino convento situado al otro lado del río. Se conoció igualmente como puerta del Mercado, por dar acceso al Mercado Mayor sito en la actual plaza de la Libertad.

Se construyó en el año 1290 y se situaba junto a la fachada este del actual Palacio de la Diputación. Sirvió como prisión, estando presos en ella algunos comuneros como Pedro López de Ayala, quien sería ejecutado allí mismo.

Durante el XVIII se derrumbó y se sustituyó por un arco de triunfo de factura simple.

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Arco de San Juan

Anteriormente a la construcción de este tramo de la muralla del siglo XIII ya debió de existir en este punto una puerta para controlar el paso hacia el barrio extramuros de San Juan y la entrada de los peregrinos del Camino de Santiago.

La puerta del siglo XIII fue modificada en el XVI, para ser derribada hacia 1850 con objeto de construir el actual edificio de viviendas, que incluyó de nuevo un arco ya sin función defensiva que sigue en uso.

Al norte del arco se ha conservado un pequeño lienzo de muralla, y al sur otro lienzo y un torreón restaurado.

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Puerta Margarita

Esta puerta fue la última en abrirse, pues fue fruto de la necesidad de darle a la ciudad una salida hacia la zona de los Vadillos. Tras algunos proyectos frustrados en el siglo XVI, se construyó finalmente hacia 1605 con motivo de la visita de Felipe III y de la reina doña Margarita de Austria, de donde tomó el nombre.

Contaba con un arco de medio punto coronado por un simple frontón triangular. Se situaba en la actual plaza de Alonso Martínez, en la salida hacia la calle General Sanz Pastor, apoyada en la desaparecida casa de las Cuatro Torres.

Arco de San Gil

Situado en la zona noreste de la muralla, fue una de las entradas más importantes a la ciudad, tanto porque desde aquí salían los caminos hacia los puertos del Cantábrico como porque este sector era uno de los más fuertemente defendidos por su valor estratégico.

El primitivo arco bajomedieval, que fue una de las prisiones más utilizadas por el Concejo burgalés, fue reformado por Juan de Vallejo en el XVI. El escudo de la ciudad que domina el arco de medio punto remonta a este periodo, si bien la configuración del arco actual dista mucho de su apariencia original.

Adosado al arco existió un torreón llamado de las Emparedadas, que fue eliminado tras una reforma y en el que se recogían las mujeres que querían meditar y desarrollar penitencia para alejarse del mundo.

Arco de San Esteban

En el extremo del paño de muralla conservado que baja del castillo por el lado noreste se encuentra el arco de San Esteban, uno de los más interesantes desde el punto de vista histórico-artístico. Si bien hay referencias a una puerta en este lugar en el siglo XIII, la actual remonta a mediados del siglo XIV y fue levantada por el alarife Mahomed.

Es de estilo mudéjar con un gran arco de herradura en ladrillo, flanqueado en la parte externa por dos torres cuadradas en piedra que alcanzan los 13 metros de altura, unidas entre sí. En la fachada que da a la ciudad aparece una galería de seis arcos de medio punto de ladrillo.

Puerta del Castillo o de las Corazas

Cercana al castillo, permitía la salida del recinto amurallado en dirección norte. No quedan restos visibles.

La intervención arqueológica de 2008 sacó a la luz los restos de la muralla que rodeaba al cerro del Castillo por sus lados oeste y noroeste, entre los cuales figuran varios cubos y una puerta que podría haber dado acceso a la judería.

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