Ricardo Ortega
Cada vez que llega el momento de sustituir el calendario por el del nuevo año se producen fenómenos de esos que nos definen como personas. Uno de ellos es la tentación de hacer balance del año transcurrido, que en gran medida está marcado por nuestro trabajo y nuestras obligaciones.
Un año más de desempeño profesional, que en ocasiones se nos presenta enriquecedor, mientras otras nos remite -alienante- a la condena de Sísifo, aquel rey de Éfira que debía empujar una piedra en dirección a la cima… hasta que volvía a rodar cuesta abajo.
Por eso resulta refrescante centrarse en las experiencias acumuladas en los doce últimos meses, muchas de las cuales están formadas por encuentros con amigos y familiares, por grandes o pequeños viajes, por descubrimientos.
Ese es el caso de los profesionales que confeccionan esta revista, que un año más han recorrido los caminos y los pueblos de Castilla y León para enriquecerse como personas, y sobre todo para compartir ese bagaje con los lectores.
Por eso en esta ocasión acudimos a nuestra cita con un completo abanico de propuestas, desde el vino y la gastronomía hasta el cine o el teatro. Desde la etnografía hasta la historia, y desde la literatura hasta la arqueología. Porque el lector de ‘Más Castilla y León’ nos demuestra cada mes que recibe agradecido esas porciones de realidad, en forma de reportaje, que van desgranando la personalidad de una región como la nuestra.
Esa es la razón que anima a nuestra revista a mantener su doble carácter, con una versión digital ágil, interactiva, que incorpora toda la información sobre el ocio y la cultura de cada provincia, mientras la versión en papel acompaña al lector en la lectura reposada, en el deleite con el uso de la palabra, en esa lluvia fina que permite al periodismo de calidad ir empapando la memoria.
Esa es la fórmula que nos ha permitido sobrevivir tantos años: la idea de que el paisaje es lo mismo que la gastronomía y el vino, y que este es el inspirador de leyendas que generan literatura, convicciones, que a su vez suponen el motor de procesos históricos, la razón que lleva a construir castillos, palacios y monasterios, el argumento de futuros visitantes, arqueólogos, narradores…