Ricardo Ortega
El puñado de locos que periódicamente saca a la calle la revista ‘Más Castilla y León’ acumula dos décadas de defensa de la cultura como modo elevado de ocio. Por decirlo en términos actualizados a esta década: casi 20 años propugnando el turismo de interior como fórmula tranquila y respetuosa con los monumentos, con las pequeñas localidades, con sus habitantes.
Frente a la queja irónica, pero amarga, del ‘aquí no hay playa’, que llegó a canción del verano en el 89, en Castilla y León hay quien hace de la necesidad virtud y trabaja en pro del turismo lento, de la visita sosegada a rincones que agradecen no ser retratados en las redes sociales, no ser la diana de miles de ‘likes’.
Siempre está latente la amenaza de que un tsunami de viajeros armados con su instagram (o los palos de ‘selfie’ felizmente arrinconados) inunde los pueblos y las sendas tranquilas, los pongan de moda, arrasen el comercio y la hostelería tradicionales y después migren a la siguiente postal dejando un paisaje irreconocible.
Quizá Atila fue el primer turista. Las manifestaciones surgidas por doquier en la geografía patria durante el verano de 2024 han llevado a reflexionar sobre el modelo vigente. Los turistas podemos ser un incordio, los responsables de que se dispare el precio de la vivienda, de que las franquicias de comida basura engullan a los restaurantes tradicionales, de que las terrazas impidan la circulación de los vecinos.
El turismo de sol y playa, incluso el turismo insensible, hortera, el que es ajeno al espacio en el que se desarrolla, es capaz de arrasar un territorio sin reportar beneficio alguno a sus vecinos. Alguna de las localidades mediterráneas más populares en verano destaca por encontrarse entre las de menor renta per cápita de España. ¿Hace falta subrayar la paradoja?
La revuelta de los vecinos contra los turistas nos ofrece una nueva luz para leer los procesos históricos. También para apreciar mejor las propuestas culturales, la artesanía, la cocina local y sostenible que nos brindan los pueblos de las regiones de interior.
El equipo de ‘Más Castilla y León’ sigue trabajando para poner el foco en esa amplia oferta, que siempre ha estado ahí pero que quizá hoy se aprecie con una mirada más sensible y más abierta.