Ricardo Ortega
Da la impresión de que la actividad creativa y el compromiso social de José González Torices se multiplicara durante el verano. En los últimos meses este escritor zamorano de nacimiento y vallisoletano de adopción no ha dejado de viajar y crear mientras su rostro seguía apareciendo en diferentes medios de comunicación.
También ha seguido atesorando galardones, como el XXXVI Premio Nacional de Poesía Conrado Blanco León, que ha recibido en La Bañeza por parte de los responsables de la Fundación Conrado Blanco.
El reconocimiento le ha sido otorgado por el poema ‘Campesino de Gorriones’, presentado bajo el lema ‘Palomas de pan’. Se presentaba acompañado por los poemas ‘Labrador de versos’ y ‘Jornalero del alba’, y ha convencido a un jurado que destacaba la belleza, ritmo y musicalidad de los versos de Torices, “utilizando un lenguaje sencillo pero profundo que captura el simbolismo del mundo rural”. Los poemas son una alabanza a los campesinos y a la naturaleza, evocan la belleza de lo sencillo y auténtico.
José González Torices, nacido en Quintanilla del Olmo (Zamora), es un autor reconocido desde hace décadas. Estudió Magisterio y Filosofía Hispánica en Tarragona y, gracias a una beca de la embajada francesa, cursó estudios de arte dramático en Madrid. Desde 1978 ha estado involucrado en el mundo editorial; entre otros hitos de su trayectoria profesional, cofundó Castilla Ediciones junto a José Antonio Rodríguez Lozano.
Ha dirigido varias colecciones literarias. En poesía, ha recibido galardones como el Antonio González de Lama (Ciudad de León), San Lesmes, Fray Luis de León, Valdescorriel, Florián de Ocampo, Laguna de Duero y Alcobendas.
En teatro, ha sido premiado por el Xove, San Viator y el Teatro Infantil y Juvenil de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). En novela, obtuvo el premio Villalar y en periodismo, el Francisco Javier Martín Abril.
Desde hace años comparte con los lectores de ‘Más Castilla y León’ una mirada irónica, con un matiz ácido, sobre realidades que conoce bien, como el paisaje, el patrimonio, la religión o la política.
El suyo es un relato social. “Cuando nos preguntamos cuántas Castilla y León existen”, señala, “yo digo que dos: una es aquella que crean los que vienen de la ciudad a cazar y otra es la de aquellos que les sueltan la liebre; aquellos que sufren esas formas de expresarse de algunos autores nuestros, muy conocidos”.
A los de abajo, a los que espantan las liebres, “les ha faltado escuela, capacidad de expresarse, y no se han convertido en líderes, mientras en otras regiones sí lo han sido”. Por ejemplo, “los poetas andaluces reivindican Andalucía, lo suyo, pero no buscando una isla, sino el bienestar, el progreso de las personas”.
“Somos lo que vemos, y lo que sentimos y sufrimos”, subraya. A partir de ahí arranca la palabra, dentro de un paisaje y de un hombre. De esa interacción surge que el escritor se exprese para transmitir lo que siente, con el objetivo de provocar.
¿Pero qué significa provocar? “Nuestros clásicos, como santa Teresa, lo que hacen es provocar de forma espiritual, mientras que nosotros debemos hacerlo desde el poder de la herencia recibida, de la historia. Es importante provocar a un pueblo para que reaccione; no podemos estar resignados”.
Señala el escritor que hay pocas voces que los políticos que sufren por el paisaje, por el pueblo. Quizá porque no lo conocen. “¿Cómo van a defenderlo?”.
Para González Torices esa sensibilidad, esa cultura, se debería transmitir en primer lugar en la escuela.“Sin ella no podemos avanzar”. “Mientras no creemos una escuela en la que se eduque a los chavales en el valor de lo que los rodea, se les enseñe a conocerlo, amarlo, protegerlo y darlo a conocer, estamos perdiendo el tiempo”, advierte.
Pone como ejemplo los yacimientos de Atapuerca, que han desaparecido de los libros de texto, “cuando se trata de un bien cultural que tenemos que defender. A día de hoy, solo sirve para que los políticos se hagan una foto y presuman de todo lo que se invierte allí”, denuncia.
Sabe de lo que habla. Han sido décadas de ejercer la docencia. De elaborar libros de texto para diferentes editoriales, tratando de crear conciencia entre los más pequeños. Pero hoy la falta de ese conocimiento, de esa sensibilidad, ha alcanzado las dimensiones de un abismo insondable. Una sima que incluye a muchos políticos que defienden el medio rural sin conocerlo. “Les falla la escuela” y, como consecuencia, “somos un muro de las lamentaciones; nos golpeamos la cabeza contra ese muro o, mejor, contra un castillo derruido”, apunta con una sonrisa amarga.
Torices se define como “un comunicador que desempeña el oficio de dramaturgo, narrador, poeta, editor y director de colecciones literarias”. Su obra continúa inspirando y celebrando la belleza de lo rural, lo genuino, y su reconocimiento en el XXXVI Premio Nacional de Poesía Conrado Blanco León reafirma su posición como figura destacada en la literatura española contemporánea.