Ninguna ciudad dedica una ruta urbana a Isabel la Católica de forma tan justificada como Medina del Campo. Las huellas de la monarca recorren el Palacio Real Testamentario, la colegiata de San Antolín y el Castillo de la Mota, rincones en los que se definió el futuro de la nación española
Ricardo Ortega
Castilla y León alberga los principales escenarios de la vida de Isabel la Católica, una mujer luchadora que forjó su propio destino. Rechazó matrimonios de conveniencia y fue tal su fuerza de voluntad que su impronta sigue viva en la España del siglo XXI.
No hay ciudad española que tenga tan justificado contar con una ruta dedicada a esta monarca como Medina del Campo, donde dejó una huella indeleble, hasta el punto de que fue allí donde la sorprendieron la enfermedad y la muerte, y donde dictó sus últimas voluntades.
Una ruta guiada recorre la senda dejada por la reina, que recorre el Palacio Real Testamentario, la colegiata de San Antolín y el Castillo de la Mota, rincones en los que se definió el futuro de la nación española. Más allá de este paquete turístico, el visitante tiene la opción de conocer las Reales Carnicerías, el Museo de las Ferias, el convento de Santa María la Real o el Centro Huellas de la Pasión.
Una mujer prudentísima
De ella se ha dicho que fue una mujer esforzada, prudentísima, devota, sabia, discreta, casta, cristianísima, inteligente y sin engaño. Parcialmente relegada su figura por los contemporáneos que la sobrevivieron, reivindicada por los liberales y ensalzada por el franquismo, posteriormente ha sido conmemorada por el feminismo y, en triple salto mortal, desde 1958 permanece abierta la causa para su canonización en la Iglesia católica.
La visita al Castillo de la Mota incluye los yacimientos de la Edad del Hierro, los exteriores con restos de murallas medievales y frente del castillo, el paseo por las galerías subterráneas, el patio de armas y la capilla.
Este tipo de visita tiene una duración aproximada de una hora, con la posibilidad de subir también a la torre del homenaje, con visita al Salón de Honor, últimas plantas de la torre y mirador.
Palacio Real Testamentario
Los restos del antiguo Palacio Real de Medina del Campo (declarado Sitio Histórico en 2003) albergan en la actualidad el Centro de Interpretación de la reina Isabel I de Castilla, ya que fue una de sus residencias habituales. Entre sus muros dictó su testamento y codicilo. Falleció el 26 de noviembre de 1504.
La visita es libre, sin guía, y con una duración aproximada de 45 minutos. Permite descubrir la vida de la reina, su relación con la villa, sus últimas voluntades y el tercer viaje de Cristóbal Colón.
Colegiata de San Antolín
La visita a la torre de la Colegiata de San Antolín es guiada y se prolonga a lo largo de cinco plantas más el mirador, desde el que se pueden contemplar la Plaza Mayor de la Hispanidad y el conjunto de la villa.
Para descubrir la historia de la colegiata y su relación con la localidad hay que dejar que cada una de las capillas nos vaya narrando su propia historia. En ellas descubrimos diferentes estilos artísticos que denotan la larga y activa vida de este templo.
Así podemos hacer un recorrido por la historia del arte, desde el gótico hasta el más puro barroco. Pero el estilo que más abunda en este templo coincide con su momento de esplendor: el Renacimiento.
Gran parte de las capillas y de las tallas que alberga este templo se pueden englobar en este estilo, destacando piezas como el Cristo de la Paz (Juan Picardo), Nuestra Señora de las Angustias o el imponente retablo mayor.
Siempre actual
La serie de TVE ‘Isabel’ volvió a poner de actualidad a la reina de Castilla, pero siempre es un buen momento para recordar su figura. Especialmente desde una comunidad como Castilla y León y desde una villa como Medina del Campo.
Repasar la vida de Isabel nos ayuda a entender lo que somos, pero también supone un baño de realidad: el actual Estado español es la suma de las coronas de Castilla y Aragón, pero podría haber sido bien diferente si se llega a unir el reino de Isabel con Portugal dejando al margen al de Fernando, que se encontraba volcado en su relación con Francia y en su expansión por el Mediterráneo.
Isabel se negó a ser un elemento de trueque en el juego de alianzas tejido por su hermano, el rey Enrique IV. Rechazó al menos a cuatro candidatos matrimoniales: Alfonso V de Portugal, el príncipe de Viana, Pedro Girón y el duque de Guyena (hermano de Luis XI de Francia).
Negoció su matrimonio con Fernando, por aquel entonces heredero de la Corona de Aragón, para una boda que no solo se urdió en secreto, sino que requirió falsificar una bula papal que autorizara el enlace: Isabel y Fernando eran primos segundos. En 1469 contrajeron matrimonio en el vallisoletano Palacio de los Vivero.
Isabel y Fernando conquistaron el Reino nazarí de Granada y participaron en una red de alianzas matrimoniales que hicieron que su nieto, Carlos, se convirtiese en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Isabel reorganizó la administración, centralizando competencias que antes ostentaban los nobles; reformó el sistema de seguridad ciudadana y llevó a cabo una reforma económica para reducir la deuda que el reino había heredado de su predecesor en el trono.
Fernando el Católico no ‘montaba’ tanto como Isabel, ni viceversa
Vivió 53 años, de los cuales gobernó 30 como reina de Castilla y 26 como reina consorte de Aragón. Durante el reinado junto a Fernando se produjeron hechos de gran trascendencia, como el establecimiento de la Inquisición, la creación de la Santa Hermandad, la conversión obligada de los judíos, so pena de muerte o expulsión (Edicto de Granada, 1492), y más tarde de los musulmanes.
En gran parte por ello, Fernando e Isabel recibieron el título de Reyes Católicos, otorgado por el papa Alejandro VI, mediante la bula ‘Si convenit’.
Estaba la corte en Medina del Campo, cuando se declaró la grave enfermedad de Isabel, una hidropesía. Falleció a la edad de 53 años. Con su marcha se abría un periodo de inestabilidad que condujo a la llegada de la Casa de Austria, la revuelta de los Comuneros y el inicio de las guerras imperiales.
Así dictó Isabel la Católica el ‘futuro’ de Castilla y España