Miguel Ángel García
En una época en la que se pretende reducir tiempo para unir distancias, la visión del pasado y el cariño al patrimonio está provocando que haya movimientos para recuperar aspectos diferentes del patrimonio como es el patrimonio gráfico o…. las carreteras históricas.
Para muchos turistas, las vacaciones comienzan cuando se ha llegado al lugar de destino, para lo que se intenta llegar lo más rápido posible. Sin embargo, hay otro tipo de viajeros que disfrutan desde que arranca el coche hasta la llegada, provocando que el recorrido también se llene de sensaciones y recuerdos.
Hay diversa e interesante literatura al respecto, entre los que destacan a nivel científico los investigadores José María Coronado Tordesillas, Javier Rodríguez Lázaro y Rita Ruiz Fernández, de la Universidad de Castilla-La Mancha, que han escrito diversas publicaciones al respecto y principales exponentes académicos en España.
En la segunda mitad del siglo XVIII aparecieron los primeros caminos para ser transitados por carros. Estos caminos, de tierra principalmente, disponían de una infraestructura básica para subir desniveles o cruzar ríos. En este momento aparecen los carros y estos caminos se adaptan a las necesidades.
Los caminos principales de esta época, también denominados Caminos Reales, se realizan sobre vías pecuarias o en antiguas vías romanas, que en algunos casos coinciden en el trayecto. Pocas novedades hay en estas décadas salvo la creación de la Ley de Carreteras en 1877, que no aportó sustanciosas novedades, salvo el diseño de nuevas carreteras debido a la competencia del ferrocarril, que hizo abandonar muchas carreteras cercanas por donde pasaba.
El siglo XX se produce el cambio del firme en las carreteras, empezando en 1926, cuando se aprobó la creación del Circuito Nacional de Firmes Especiales para adaptar el automóvil a las necesidades del tráfico con una serie de itinerarios con los albergues de carretera y los refugios inclusive.
Hacia 1940 se lleva a cabo la ‘Instrucción del Plan Peña’, en la que se clasificaron las carreteras en nacionales, comarcales y locales, reemplazando la clasificación anterior de carreteras de primer, segundo y tercer orden. Sirvió para acometer una sistematización de la nomenclatura de caminos aprovechando las seis carreteras nacionales de forma radial.
Esto se realizó en 1950 con el Plan de Modernización para empezar a subsanar el mal estado de los firmes y la falta de adecuación de los trazados a la velocidad que podían alcanzar ya los vehículos. Se eliminaron muchas travesías por el interior de los pueblos y poco a poco, con más fondos económicos, pese a los problemas de la postguerra.
Estas mejoras en las carreteras llegan en el momento en el que aparece el Seat 600 en 1957 o el Renault 4 (R4) en 1961, que popularizaron la compra del utilitario en muchas familias españolas. De forma complementaria se construyeron diversos restaurantes de carreteras, ventas o mesones, lugares donde se podía comer bueno y barato debido a la gran acumulación de clientes. De forma complementaria, aparece como reclamo publicitario el Toro de Osborne, en 1956, que ha sido un reclamo publicitario por las diversas carreteras y formando parte del patrimonio cultural español actualmente.
Mejorar el firme en las carreteras fue una obsesión por parte de las distintas administraciones. Como muestra de ello, la redacción del Plan de Mejora de la Red de Itinerarios Asfálticos en 1967, que iría dejando a un lado los adoquines por el asfaltado. Desde finales del siglo XX y especialmente en el XXI, se han construido numerosas autopistas que han servido para unir territorios de la forma más rápida posible, perdiendo en muchos casos el valor del paisaje en el recorrido.
Estas autopistas han provocado que no se pase por los municipios, dejando en muchos casos empresas y negocios de carretera cerrados por el cambio de trayectoria, mostrando en la actualidad un interesante patrimonio.
Actualmente hay un movimiento por recuperar este tipo de viajes, más lentos, para disfrutar del paisaje pero ideales para observar el entorno recorriendo las antiguas carreteras históricas. Existen diversas acciones promocionales para atraer el turismo, como es el caso de la comarca del Penedés en Cataluña, promocionando el enoturismo con “la carretera del Vi”, o el proyecto enogastronómico N-122 Valle del Duero en la provincia de Valladolid. Todos ellos tienen su mejor exponente en la famosa Route 66 de Estados Unidos. Para los amantes del ciclismo se encuentra el “pavés” en Francia con carreras míticas celebradas en estos tramos.
Estas carreteras disponen de un variado patrimonio vinculado a los transportes que se mantiene en mejor o peor estado. Aquí destacan los hitos kilométricos en piedra u hormigón, mencionando las distancias o incluso la nomenclatura de la carretera. En algunos casos se están reponiendo, como ha sido el de la N-620 (km. 126) en Arroyo de la Encomienda gracias a la Asociación Cultural “Descubriendo Arroyo”.
También existen las antiguas casas de peones camineros o capataces, que eran viviendas en las que se alojaban los profesionales que trabajaban en la conservación de los caminos y carreteras. Actualmente están en desuso o desaparecidos en la mayor parte de los casos, aunque encontramos casos positivos de gestión como en Medina del Campo, junto a la N-VI, que actualmente es una Comisaría de la Policía Local.
En Castilla y León, diversas carreteras tienen un gran potencial para ser destinos propios, como son la N-611 (Palencia-Santander), N-630 (o Vía de la Plata), la N-122, que se compagina en diversos tramos con la A-11, la N-1 o la N-6. Carreteras principales con menos tráfico al haber construido autopistas en el recorrido, pero que forman parte del acervo cultural de los conductores que lo recorrieron en numerosas ocasiones, bien de trabajo o principalmente para disfrutar de la playa en la época del ‘baby boom’.
