Como un pequeño universo de colores, se levantan ocho pequeños pueblos de cuento que se han unificado en una ruta muy auténtica
Con la Sierra de Ayllón como telón de fondo, en la provincia de Segovia, nos encontramos con una serie de pedanías del municipio de Riaza que parecen sacados de la factoría Disney. Aunque la mayoría están a un paso de estar despoblados, su encanto reside en el cromatismo de su arquitectura popular.
La diversidad mineral de esta comarca ha originado que en los pocos kilómetros que separan a cada una de estas poblaciones, se pase de un color predominante a otro. Maravillas de la naturaleza, que el ser humano ha trasladado durarte siglos en las construcciones donde vivían, guardaban el ganado o lo que recolectaban, donde rezaban, o en el suelo que pisaban.
Tres son los colores de este pequeño universo rural. Rojo, de las areniscas ferruginosas, amarillo, de las cuarcitas, y negro, de la pizarra. Y ocho son las poblaciones que se unifican en esta atractiva ruta. ¡Vamos a conocerlos!
Pueblos negros: El Muyo, Serracín y Becerril
Ninguno de estos tres pueblos sobrepasa la docena de habitantes. En ellos la pizarra es el material dominante, que se imprime en unas calles donde la mayor parte de las casas yacen desnudas y sin tejado.
De este trío rural destaca El Muyo, donde te encontrarás con una auténtica muestra de arquitectura tradicional, además de un suelo pavimentado con losas negras que te hacen sentir como Dorothy pisando las baldosas amarillas de El Mago de Oz. Por otro lado, Serracín, es un pueblo lleno de representativos rincones merecedores de una fotografía, como una Plaza Mayor donde se levanta una iglesia en ruinas y con una bonita fuente de dos caños. De Becerril mencionar la iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción.
Pueblos rojos: Madriguera, Villacorta y el Negredo
A tan solo 4 kilómetros al sur del Muyo y 2 de Serracín, las impresiones cambian radicalmente hacia un apasionado color rojizo en Madriguera, el pueblo mejor conservado de esta ruta. Muchas de sus casas han sido rehabilitadas o transformadas en alojamientos rurales, y algunas conservan preciosas balconadas de madera que combinadas con la piedra roja recrean una bonita y más positiva estampa.
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Después tenemos a Villacorta, una reproducción más pequeña de Madriguera, cuya joya de la corona es la Iglesia de Santa Catalina, que destaca por su pórtico románico y por un artesonado mudéjar del siglo XVI. Por último, mencionar a El Negredo que, pese a su nombre, entra dentro de los dominios de las tierras rojizas, si bien en esta área la intensidad de color disminuye y se combina con la pizarra, por lo que bien podría entrar en el otro grupo.
Pueblos amarillos: Alquité y Martín Muñoz de Ayllón
Ya aproximándonos hacia Riaza, descubrimos estas dos diminutas pedanías (ninguna supera los 10 habitantes censados) donde aparece el amarillo y blanco propio de las cuarcitas, entremezclado con el negro de las pizarras.
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De los dos destacan sus iglesias, la de San Pedro en Alquité, cuyo punto más destacable es el pórtico y sus tres magníficas arquivoltas, y la de San Martín de Tours en Martín Muñoz de Ayllón.