El origen de este refrán esconde una jugosa historia medieval de hermanos enfrentados, un asedio de una ciudad gobernada por una mujer y un regicidio
“No se ganó Zamora en una hora”. Puede que lo hayas escuchado en boca de algún político, o en la de tu cuñado en una comida familiar, o tú mismo la hayas utilizado para expresar que para tener éxito en una empresa hace falta paciencia y mucho esfuerzo. Pero más allá de su significado y utilidad, ¿conoces su verdadero origen?
El asedio de 7 meses a ‘Zamora, la bien cercada’
Es posible que haya sido la misma verdad de su significado y la epopeya de la historia que guarda tras sus 7 palabras, lo que ha permitido que este dicho castellano haya llegado hasta nuestros días. De hecho, su uso ya era corriente en tiempos medievales, pues se encuentra documentado incluso en obras literarias como La Celestina.


Su origen se remonta al asedio que durante 7 meses sufrió la ciudad a orillas del Duero en el año 1072 por parte de Sancho II de Castilla, y que puso al límite las defensas de ‘Zamora, la bien cercada’, como la llamó Fernando I de León. Este monarca fue quien la volvió a reconstruir en 1055, después de que Almanzor, el caudillo musulmán más temido de su tiempo, la destruyera a finales del siglo X.
“Allá en Castilla la Vieja un rincón se me olvidaba, Zamora había por nombre, Zamora la bien cercada” Romance de doña Urraca
Antes de su muerte, Fernando I decidió repartir sus territorios entre sus hijos, lo que inició un enfrentamiento entre hermanos al puro estilo Juego de Tronos. A su primogénito Sancho II, le entregó el Condado de Castilla elevado a reino, a Alfonso le correspondió el reino de León y a García el de Galicia. Para sus dos hijas, Urraca y Elvira, las ciudades de Zamora y Toro respectivamente.
En 1065 falleció el rey y comenzó la lucha por conseguir todos los trozos del pastel. De primeras Sancho y Alfonso decidieron repartirse Galicia, que arrebataron a su hermano García. Pero al final fue Sancho II de Castilla, quien se quedó con los tres reinos tras derrotar a Alfonso y exiliarle a Toledo.


Pero todavía quedaba una estratégica plaza por conquistar. Zamora resistía en manos de su hermana Urraca, fiel partidaria de Alfonso VI. La ciudad era en esta época un importante enclave fronterizo y militar en la línea del Duero. Sancho la sitió, pero, ni la ganó en una hora, ni en los siete meses que duró el asedio, pues fue traicionado y asesinado antes de verlo acabado.
El responsable de este regicidio fue Bellido Dolfos, un noble caballero y falso desertor, fiel a doña Urraca, que escapó de Zamora y logró ganarse la confianza de Sancho II para asesinarle en un momento en el que se encontraba con él a solas. Crónicas históricas relatan que el asesino escapó a galope y logró refugiarse en Zamora entrando por el conocido como Portillo de la Traición, y perseguido por el Cid que solo llegó a herir su caballo. El portillo cambió de nombre en 2010 como Portillo de la Lealtad, al entender que el asesinato no fue una traición, sino una acto de lealtad a Doña Urraca.


Una historia con moraleja en forma de refrán
El cerco a Zamora bien podría servir de inspiración para una novela de ficción, y es que, buceando por la historia de España, te puedes encontrar relatos verdaderamente jugosos que rozan la epopeya. Evidentemente, el rigor histórico siempre es cuestionable en estos casos, y más viniendo de una época tan atrás en el tiempo. Pero el pueblo tiene memoria y sabiduría propia. El dicho “No se ganó Zamora en una hora” lo demuestra, convertida su historia en una moraleja de la que aprender, incluso en nuestros días.
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