Impulsar la comercialización de la producción agraria y trasladar la riqueza del patrimonio gastronómico al boletín oficial son algunas de las labores desarrolladas por Itacyl en el marco de Tierra de Sabor
Ricardo Ortega
Quién iba a decir a los responsables de la Consejería de Agricultura que la marca Tierra de Sabor, puesta en marcha en 2010, iba a servir para hacer frente a la década más convulsa desde el final de la Guerra Fría.
Esta iniciativa, ideada para impulsar la comercialización de la producción agraria, llegó a tiempo para hacer frente a los coletazos de la crisis financiera de 2008, ha conocido una pandemia terrorífica, una escalada en los costes de producción como nunca antes se había vivido y, finalmente y por ahora, una guerra con miles de muertos en pleno territorio europeo.
En estos doce años se ha acometido una extraordinaria labor promocional, tanto en los mercados exteriores como en los más locales, para llevar hasta el consumidor la producción agroalimentaria de Castilla y León. Siempre bajo el pabellón de la calidad. A día de hoy son más de 900 las empresas y 6.000 productos los autorizados para usar el sello Tierra de Sabor.
El grado de conocimiento de la marca, su valoración entre los consumidores, la reputación alcanzada entre los profesionales del sector y el número de referencias adheridas consolidan a Tierra de Sabor como la cartera de alimentos de calidad más grande y reconocida de Europa, según la Junta.
Un territorio tan amplio, y con un papel tan importante del sector primario, no puede vivir al margen de los acontecimientos que suceden en el mundo. Al mismo tiempo, ha generado a lo largo de los siglos un rico mapa gastronómico y enológico, que se ha traducido en multitud de productos típicos.
Trasladar esa riqueza patrimonial al boletín oficial es una de las labores desarrolladas por el Instituto Técnico Agrario, Itacyl, lo que ha permitido a la comunidad contar con cerca de 70 figuras de calidad.
Garantía para el consumidor
De forma paralela, la dispersión de productores y elaboradores llevaba a la consejería a diseñar un distintivo de calidad alimentaria como garantía para el consumidor. Era el nacimiento de Tierra de Sabor, que además de impulsar el consumo debía justificar de manera rigurosa el estrecho vínculo que enlaza territorio y calidad. Así es como ha conseguido convertirse en una herramienta de utilidad para poner en contacto a productores y consumidores.
Desde 2014 tiene la condición de marca de garantía y, como señala su reglamento, busca distinguir en el mercado determinados productos agroalimentarios garantizando su calidad diferenciada: los productos amparados deben ser producidos, elaborados o transformados en Castilla y León, además de reunir las condiciones cualitativas que establece la norma de uso.
Es el Itacyl quien autoriza a utilizar la marca Tierra de Sabor. Para ello no solo analiza la documentación presentada, sino que efectúa las inspecciones que permiten comprobar la adecuación entre esa descripción y la realidad.
