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El insólito fenómeno de ‘La Peña Gorda’

Una sorprendente masa rocosa de 40 metros de altura y un diámetro de 70 metros se erosionó hace 320-310 millones de años, en la provincia de Salamanca, bautizando al municipio en el que se encuentra, La Peña

Yago Costoya

El Parque Natural de las Arribes del Duero atesora uno de los lugares más cargados de misticismo de toda la provincia salmantina: una clamorosa formación pétrea que nos transporta al ‘Uluru’ australiano. En el pasado, huellas que apuntan al Eneolítico porque podría tratarse de un «referente tectónico y mitológico para ellos», afirma Eusebio Fernández, estudioso de la zona. Actualmente, un imponente atractivo turístico en el que la incertidumbre aumenta al mismo tiempo que esta gran masa según la aproximas, hablamos de ‘La Peña Gorda’.

A pesar de lo que su nombre pueda sugerir, ‘La Peña Gorda’ no se trata de una expresión coloquial, sino, simplemente, de una ‘gran roca‘. «Es un fenómeno muy raro en la zona. Se trata de un afloramiento granítico con una altura de unos 40 metros y un diámetro de 70 metros«, explica Eusebio.

Concretamente, esta gran mole se yergue solitaria sobre una penillanura granítica, atisbando el municipio al que le ha dado nombre, La Peña, en la comarca salmantina de Ramajería, a 9 kilómetros de Cabeza del Caballo y 42 de Salamanca.

La formación rocosa tiene un carácter dómico o de monte-isla tipo inselberg, con abruptas paredes y una altura máxima de 735 metros. Sorprende por su color rojizo, potenciado durante los atardeceres al contemplarla desde el oeste. El matiz que adopta se debe a la transformación del granito en la episienita.

«¿Qué hace allí ‘La Peña’, pues se debe a la erosión a lo largo de millones de años. Es rica en anfíbol y en los componentes del granito: ortosa, mica, feldespato… Pero tiene anfíbol, que es muy duro y por eso se ha quedado ahí», añade Eusebio.

Unas encinas custodian los alrededores en lo alto de su orografía, desde donde se obtiene una vista panorámica que permite contemplar los primeros pueblos de Portugal tras la frontera con España.

Panorámica desde lo alto de La Peña Gorda

Leyendas y tradiciones

Este peñasco alberga leyendas e historias que vienen de tiempo atrás. Roberto Velasco reúne en ‘Imaginarios en el noroeste de Salamanca: La historia de Ledesma de Francisco Zato.1723′, algunas de las tradiciones, relatos míticos y devociones populares que antiguos autores han ido recogiendo sobre ‘La Peña Gorda’.

Uno de los escritos que recopila el autor son del arqueólogo agustino César Morán, que certificaba la existencia de piedras labradas que podían relacionarse con las ruinas de un templo precristiano. Sin embargo, el relato popular coincidía en afirmar que se trataba de las marcas de un intento frustrado por construir una ermita.

Algunos lugareños siguen nombrando a la formación rocosa como ‘Peña de la Virgen‘, también permanecen en nuestros días las leyendas que aluden a esta posible recristianización.

La primera de ellas indica cómo, en su origen, se trataba de «una pequeña piedra que, introduciéndose en el calzado de la Virgen María en su huida a Egipto, le causó tales molestias que fue arrojada y maldecida por la madre de Cristo. Esto le llevó a crecer inusitadamente de tamaño», refleja Velasco.

Morán recogió en 1946 que «pastoreaba la virgen sus ovejas al mismo tiempo que hilaba la rueca y se puso un chino en la cabeza, una piedrecita, quizás para tirar a las ovejas cuando se fueran a los sembrados. La piedra o chino, que dicen por acá, se le cayó varias veces y la volvía a recoger hasta que se cansó y la dejó en el suelo. Entonces la piedra comenzó a crecer, crecer y crecer y se formó la peña que nos asombra con su mole gigantesca».

Relato que sirvió para dar explicación a los petroglifos en forma de pisadas humanas que señalaban Luis Benito y Ramón Grande en ‘Nuevos santuarios rupestres prehistóricos en las provincias de Zamora y Salamanca‘, situadas en el Eneolítico (periodo comprendido entre la Edad del Cobre y Edad del Bronce 2000 a.C.). Popularmente «fueron llamadas ‘la pisada de la virgen‘ porque, al parecer, subió la peña después de su misterioso crecimiento, acaso para ver el careo que tomaban sus ovejas distantes», apunta Morán

«Cuando éramos jóvenes, en el campo se sembraba cada año en un sitio. Lo dividían en tres hojas, así se llamaban cada una de las partes, y cuando tocaba en la zona que comprendía la Peña pues era tradición ir allí en Pascua. Nos juntábamos todos los chavalicos y comíamos el hornazo. Algunos se subían hasta lo alto y otros no, no todos se atrevían«, recuerda Manuel Montes, descendiente del pueblo de La Peña.

Formaciones rocosas peculiares de la zona

Los alrededores albergan gran cantidad de peñas, entre las que destacan algunas con particulares formas, «pero tienes que ir con alguien que sepa para que te las enseñe» afirma Montes, «las hay de todos los tipos: más pequeñas y más grandes, en alguna te puedes meter hasta dentro y refugiarte de la lluvia, pero ninguna es tan espectacular como ‘La Peña Gorda‘” , asegura.

Manuel aprovechó uno de estos berrocales de la zona para instalar una casa rural, en Cabeza del Caballo. Concretamente, eligió aquella que llamaban «la resbalina» cuando eran niños, la misma que utilizaban para deslizarse y con la que algún que otro pantalón vio el final de sus días.

Casa Rural ‘La Resbalina’

Visita del lugar

Se encuentra dentro de un cercado en el que abundan las vacas. No obstante, se permite el paso e incluso saciar la adrenalina de los más aventureros, ya que es posible escalarla a través de agarraderos artificiales, afirman los lugareños.

El silencio se rompe en ‘La Peña’ cuando unos visitantes la señalan y exclaman: «¡Mira, la Peña Gorda!», acompañado de unas carcajadas. Las vacas se deleitan de la situación, mientras ladean la boca, rumiando la hierba con total parsimonia. Pronto pierden el interés, agachan la cabeza y continúan a lo suyo en este asombroso enclave «poco conocido para los que no son de la zona», aseguran desde la Casa del Parque ‘El Torreón de Sobradillo’.

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