Ricardo Ortega
La segoviana plaza de Juan Bravo es una de las más fotografiadas por los turistas que visitan la ciudad. No es para menos, ya que resulta muy tentador inmortalizar la escultura del capitán comunero con ese fondo en el que destaca el torreón de los Lozoya. O la románica iglesia de San Martín si cambiamos de ángulo. Lástima que esa plaza no exista, o al menos no figure como tal en mapas y callejeros, puesto que su nombre oficial es bien diferente.
Este rincón único, a medio camino entre lo clásico y lo moderno, es conocido por los segovianos como plaza de las Sirenas, debido a los seres mitológicos que vigilan la escalinata desde mediados del siglo XIX y que costaron 11.000 reales a las arcas municipales. Las imágenes se aproximan a las sirenas de la antigua Grecia, que presentaban torso de mujer, cuerpo de león y alas. En este caso, les faltaría este último elemento.
Con todo, el nombre de la plaza es el de Medina del Campo, homenaje a la ciudad vallisoletana que, en tiempos de la revolución comunera, se negó a entregar sus cañones a las tropas del emperador para asediar Segovia. Hay mucha historia por metro cuadrado en este rincón singular de la ciudad del Eresma.
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