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El Camino de los Prodigios, arte y naturaleza en la Sierra de Francia

En plena Sierra de Francia, una ruta de diez kilómetros armoniza los valores naturales con el arte figurativo que sale de la mano del hombre. Es la versión salmantina del ‘land art’, donde paisaje y obra se entrelazan y deparan mil sorpresas

Al sur de la provincia de Salamanca, en la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y de Francia, se encuentra el Camino de los Prodigios. Se trata de un sendero circular, que une las localidades de Miranda del Castañar, declarada Conjunto Histórico, y Villanueva del Conde.

Una naturaleza pródiga asalta al caminante: robles, vides, olivos, alcornoques y madroños, puentes y bancales, prodigios de la mano del hombre… y unas intervenciones artísticas a lo largo del recorrido que permiten una relectura del paisaje.
Su relieve es accidentado, con diversas sierras y ríos como el Alagón, Francia y Batuecas. Ello ha favorecido una vegetación tanto atlántica como mediterránea, al abrigo de los diferentes valles.

Se trata de un paisaje fruto de la mano del hombre, que ha dado como resultado un atractivo entorno cultural.
Las dos localidades enlazadas por el Camino de los Prodigios son representativas de los valores atesorados por esta comarca, la más mágica de la provincia de Salamanca.

Miranda del Castañar es un pueblo fortificado, adosado a su castillo, que tiene las calles más estrechas y más empinadas de la Sierra de Francia. Está plagado de casas señoriales, como atestiguan sus blasones, y se erige sobre un promontorio rocoso, rodeado por tres ríos: Alagón, Francia y San Benito.

Han pasado los siglos y la localidad conserva el espíritu de la presencia árabe y judía. De su inconfundible perfil sobresalen dos torres de su castillo, la del Homenaje y la de las Campanas, junto a la iglesia parroquial. La antigua plaza de armas de la fortaleza se trasforma en tiempo de festejos en coso taurino.

Más allá del castillo, un paseo por la calle Derecha nos conduce a edificios con escudos nobiliarios, como la Alhóndiga, la casa del Escribano, de Los Tejeda, las Carnicerías o la Cárcel.

En el otro lado de la ruta se encuentra Villanueva del Conde, cuya huella judía se deja ver en una singular estructura urbana, en la que pequeñas zonas cultivables -los “huertitos”- ocupan parte del centro urbano.

Conjunto-histórico desde 2015, tiene unas características muy interesantes. La parte más antigua del pueblo se compone de casas adosadas, formando un recinto rectangular defensivo que abriga a huertos solo accesibles desde las casas o desde algunas callejuelas que fácilmente se podían cerrar. Más que un uso defensivo, parece que tal estructura servía para guardar el ganado y protegerlo de las alimañas.

No nos demoremos más y salgamos de Miranda del Castañar para desentrañar los secretos de esta ruta. Para ello deberemos caminar y mirar el prodigio del arte en la naturaleza. Andar y descansar entre alcornoques en asientos marcados con palabras que no se lleva el viento.

A lo largo de diez kilómetros el camino se vuelve mágico, prodigioso, cuando el caminante es capaz de disfrutarlo con la mirada de un niño. Porque un prodigio es también encontrar árboles de troncos oscuros que dan flor y fruto a la vez, árboles pintados que trepan por las paredes de viejos muros dándoles una nueva vida.

Y es que en este camino prodigioso la roca seca y dura se cubre de vida, de un verdor exuberante. Más cuando al verde se unen frutos dorados, bellotas, nueces, setas… como si un rey Midas hubiese dejado aquí su rastro. Si ponemos el oído y escuchamos tintineos lejanos como risas de hadas, ¿es magia?

No deja de resultar maravilloso encontrar puentes, fuentes, empedrados, paredes de antiguos huertos… o la montaña modelada por las manos de los serranos. Encontrarte con la sorpresa de diez camas en medio de la naturaleza que te invitan a imaginar historias.

Y cuando la mano del artista busca con un cincel en las profundidades de la piedra y encuentra peces y tortugas milenarias que dormían allí desde siempre, el asombro aparece.

El Camino de Los Prodigios es una de las cuatro propuestas de senderos con Arte en la Naturaleza (Land Art) de la Diputación de Salamanca. Su interés paisajístico, que es enorme, se complementa con el artístico.

El trazado nos lleva por tramos de antiguos y estrechos caminos empedrados que discurren entre viñas cultivadas y bosques de robles y madroños. Hace menos de un siglo, todo el paisaje que ahora se divisa entre estos pueblos eran paredones cultivados de olivos y viñas, que el bosque se va comiendo inexorablemente.

La primera parte, la subida hasta Villanueva, se hará principal y afortunadamente en el bosque. La segunda, bajando hacia los murmullos del río Francia, nos ofrecerá unas vistas estupendas sobre la sierra, con las siluetas lejanas de Cepeda o Monforte.

La guinda será la última subida que nos conduce desde el río San Benito, afluente del Francia, hasta la muralla de Miranda del Castañar, pasando por la ermita de la Virgen de la Cuesta.

Uno de los artistas que salpica la ruta con sus geniales aportaciones es Alfredo Omaña, que ha sembrado la ruta de camas de acero inoxidable. Parece más bien una invitación a descansar, a soñar.

Algunos de esos camastros, vestidos de telas de lana y cubiertos de rocas y musgo, logran confundirse en su entorno, con un evidente toque poético.

Otro participante es Félix Curto, que nos propone adentrarnos en un mundo dorado, con una intervención minimalista. Nos indica formas de animales que la naturaleza fabricó: un pez y un dragón cuyos huevos quizá sean los que nos encontraremos de camino.

Nos facilita también unos bancos para contemplar y descansar. Pero también para meditar sobre las frases que los acompañan. Alguna partió de la pluma de Miguel de Unamuno, enamorado de estas tierras, y nos invita a reflexionar sobre la cultura y la naturaleza, los libros y los árboles. Otras frases son sacadas de canciones de Neil Young o de los Rolling Stones.

Muchas de las diminutas setas o bellotas que ha sembrado a lo largo del recorrido solo serán descubiertas por el caminante que demuestre una concentración y atención imperturbables.

También caminamos tras las huellas de Pablo S. Herrero, quien ha elegido la pintura como medio para sus intervenciones. Su trabajo consiste en camuflar edificios que a veces desentonan con su entorno, como la bodega cooperativa de Villanueva del Conde, construida en los años sesenta entre los históricos huertos centrales.

El patrón que utiliza (siluetas de árboles negro sobre verde) podría recordar de lejos el camuflaje militar. La diferencia está en el tono de verde utilizado, y los motivos que buscan ser únicos y distintos.

Cierra este repaso Marcos Rodríguez, pintor y escultor hijo de Villanueva del Conde que nos adentra en su complejo universo de entrelaces y formas vegetales que se aproximan al ‘art nouveau’. La suya es la obra de un artista local enamorado de su tierra y que intenta hablarnos de ella.


Camino de los Prodigios

Inicio de la ruta: Miranda del Castañar
Recorrido: Circular. 10 km.
Desnivel: 300 metros
Duración: 4 horas
Dificultad: Media-alta

Reportaje gráfico: Beatriz Ortega y Jesús Alonso

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