El ‘penicillium roqueforti’ es la viva demostración de que los humanos fijan sobre el mapa unos límites que no se corresponden con la naturaleza. Este hongo es el responsable de los quesos azules elaborados en los Picos de Europa, con la de ‘picón’ como denominación común más aceptada.
Hace décadas se frustró el intento por establecer una figura de calidad común para todos ellos, con un ámbito amparado que se habría repartido entre tres comunidades autónomas: Cantabria, Asturias y Castilla y León.
De esta familia de manjares ácidos, picantes y untuosos cabe destacar el queso azul de Valdeón, que contó con su propia DO pero que debió reconvertirse en IGP ante la dificultad para conseguir leche de cabra en su zona de elaboración. Sus otros ingredientes son la leche de vaca y oveja.
Su pariente cántabro es el Queso Picón Bejes-Tresviso, conocido más popularmente como Queso Picón, de la comarca de Liébana, mientras que el asturiano es el afamado Queso de Cabrales.
Aunque no todo el mundo está de acuerdo, se puede decir que en realidad se trata del mismo queso, pues las diferencias en el origen de la leche son insignificantes. Con propiedades antibacterianas, antifúngicas y antivirales, además de anticancerígenas, son uno de los grandes tesoros de los Picos de Europa. Quién sabe si todos unidos llegarían a competir con el aclamado Roquefort.