Durante los viernes y sábados de julio, agosto y septiembre se pueden recorrer las torres de la Catedral Nueva y las de la Clerecía. Dos propuestas para conocer el patrimonio de Salamanca en un primerísimo primer plano
Los fines de semana de verano ofrecen una propuesta sorprendente en la ciudad del Tormes, que incluye conocer la ciudad casi desde el cielo pero también la historia y los secretos menos conocidos de dos conjuntos emblemáticos: los de la Clerecía (antiguo Real Colegio del Espíritu Santo) y la Catedral de la Asunción de la Virgen, conocida por vecinos y visitantes como Catedral Nueva.
La visita a las torres de la Clerecía dura unos 45 minutos y existen tres pases para ella: a las 22,00, a las 22,30 y a las 23,00 horas. En el caso de la catedral existen visitas diurnas ininterrumpidas de 10,00 a 20,00 horas. Las nocturnas son guiadas y acompañadas por música y luz interpretativa. Las reservas se pueden realizar en el teléfono 923 26 67 01.
El antiguo Real Colegio del Espíritu Santo de la Compañía de Jesús, construido entre los siglos XVII y XVIII, es de estilo barroco y en él se diferencia el colegio y la iglesia, con una impresionante fachada de tres cuerpos. El nombre de Clerecía se refiere a su pertenencia a la Real Clerecía de San Marcos tras la expulsión de los jesuitas de España.
La Catedral de la Asunción de la Virgen es una de las dos catedrales de la ciudad de Salamanca, junto a la Catedral Vieja. Fue construida entre los siglos XVI y XVIII y en ella conviven los estilos gótico tardío, renacentista y barroco. Es la segunda mayor catedral de España en dimensiones y su campanario ocupa el segundo puesto también en altura, con 110 metros.


fotografía: Enrique Carrascal
La catedral es, junto a la de Segovia, una de las dos últimas catedrales de estilo gótico que se construyeron en España. La planta y alzado del edificio mantienen una uniformidad gótica y la presencia exterior de arbotantes y contrafuertes, así como el alzado interior de las naves lo atestiguan.
Durante la visita se pueden contemplar las cicatrices ocasionadas por el terremoto de Lisboa de 1755.