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El árbol del pan… y del vino: el castaño

Esmeralda García. Academia Castellana y Leonesa de Gastronomía y Alimentación

La madera de castaño ha sido y es reconocida como una madera noble, dando forma a casas, estructura a minas, decoración a los hogares, mala leña a las lumbres… y buen vino a generaciones anteriores. Sin embargo, ¿qué ha ocurrido con los toneles de castaño?.

En la enología actual, salvo de forma muy aislada, no se emplea la madera de castaño para la elaboración y crianza de vinos, no por la calidad que ofrezca sino por la dificultad de la obtención de madera de calidad para la realización de los toneles, entre otras cosas.

Hasta la década de los años 50-60 del siglo XX los toneles empleados en las elaboraciones de vino, tanto blanco, clarete o tinto, en Castilla y León se llevaban a cabo con envases de castaño de medio-gran volumen, siendo los más comunes entre 40 y 300 cántaras (unidad de medida tradicional equivalente a 16 litros). Otras maderas, como la acacia y el moral, también eran muy apreciadas por los buenos vinos que se obtenían. Los toneles de castaño tenían una durabilidad óptima de entre 20-30 años, y han llegado a encontrarse toneles de hasta 300 años de antigüedad. Durante sus años de vida, necesitan mantenimiento para eliminar el tártaro adherido, así como el ajuste de aros.

Pero no toda la madera de castaño era y es válida para la obtención de duelas de calidad. La especie, el origen y condiciones ecológicas donde ha vegetado del árbol, y la silvicultura aplicada afectan a las características físicas de la madera, por lo que nada tiene que ver ni el fruto ni la madera obtenida de unas u otras regiones.

Solo la madera de castaño bravo, nacido en monte bajo, en las caras sur, templadas y húmedas, con pluviometría media no concentrada estacionalmente, crecimientos lentos y uniformes, ausentes de fuertes heladas, es óptimo para la elaboración de duelas de calidad. Los castaños que cumplen con estas condiciones, se encuentran localizados en la comarca berciana, gallega y asturiana, con una extensión actual máxima aproximada de 14.000 hectáreas. Actualmente, es probable que únicamente se extraiga castaño bravo para duelas de la comarca asturiano-gallega, para reparación de los toneles antiguos y una pequeña parte, casi insignificante, para nuevas fabricaciones.

En Francia, por ejemplo, los castañares bravos no reúnen las condiciones edafoclimáticas para dar duelas de calidad, presentando su madera el problema de ‘la piel de cebolla’ haciendo que esta sea blanda y porosa.

(Sigue leyendo el artículo en nuestra revista, número 46)

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