Miguel Ángel García Velasco
Cerca de las históricas villas de las que disponemos en Castilla y León, en las que tras estancias de reyes y nobles se encuentran bellezas artísticas y arquitectónicas de este legado, existen multitud de pequeños municipios, asolados por la despoblación y la falta de servicios, pero que lo contrarrestan con ingenio, paisaje y tranquilidad.

Buen ejemplo de ello es Moraleja de las Panaderas, que se encuentra en la Campiña del Sur del Duero, entre los municipios de Medina del Campo y Olmedo. Por cercanía y relaciones socioeconómicas, existe una unión entre estos pequeños municipios, con apenas 800 habitantes, que hacen atractivo el espacio, como son Pozal de Gallinas, La Zarza, Ramiro y Gomeznarro (actual barrio de Medina del Campo) junto a Moraleja. Sin embargo, es una de las zonas más desconocidas dentro de la provincia de Valladolid.
Moraleja de las Panaderas tiene un nombre compuesto cuya principal teoría proviene de un espacio en la Edad Media donde había muchos morales y hornos de pan, ya que el oficio de elaborar pan fundamentalmente era femenino según Julio Valles, Premio Nacional de Gastronomía, y los pueblos limítrofes a Medina del Campo disponían de gran cantidad de hornos, lo que se prohibía en la propia villa.
Históricamente, del siglo XII al XIV el organismo político-institucional al sur del río Duero en la denominada Extremadura de Castilla durante la repoblación eran las Comunidades de Villa y Tierra, sobre la base de grandes concejos en las antiguas ciudades y villas y rodeado de aldeas que completaban el alfoz bajo la jurisdicción de la villa.
Esta organización tendría autonomía dentro del reino. La vinculación de Moraleja de las Panaderas y Medina del Campo es clara, lo que se refuerza desde la Edad Moderna que se constituye como un lugar de realengo, bajo la corona y que actualmente se mantienen los diversos vínculos.
En cuanto al paisaje, los suelos arenosos son los protagonistas, que albergan pinares de reforestación coexistiendo el pino albar (piñones) y el negral (resina). Estos espacios albergan durante el mes de otoño importantes zonas de recogida de níscalos.

De manera complementaria, se encuentran diversos cultivos emergentes como son los de los pistachos y viñedos. Dos arroyos atraviesan el término municipal: Agudilla y Vallejo que, pese a estar cerca del río Adaja y su influencia, desembocan en el río Zapardiel afluente del río Duero.
Moraleja también es zona de aves esteparias al estar cerca de los humedales de La Zarza, un curioso patrimonio natural poco conocido en el sur de la provincia de Valladolid, al igual que las dos vías pecuarias: Cañada Real Merinera y Cordel de Medina del Campo al Puente Runel, aunque cada vez lo transitan menos rebaños de ovejas.
Pese a la poca población existente en Moraleja y entorno, es un territorio con gran atractivo y recomendable para visitar. Como muestra de ello se encuentra el Museo Etnográfico y Bodegas Nidia en La Zarza; la Quesería Cantagrullas en Ramiro; la Posada Real del Pinar y Grupo Pistacyl en Pozal de Gallinas o el obrador Pecado Artesano en Gomeznarro. Espacios donde disfrutar de la enogastronomía, cultura y turismo de forma conjunta, algo muy necesario para la revitalización de estos pueblos.

El municipio más pequeño de los cinco es Moraleja de las Panaderas, del que nos vamos a centrar. Su documento más antiguo está datado en 1250, aunque muy probablemente su origen sea de la repoblación cristiana entre los siglos XI y XII. Esta afirmación se produce por su cercanía con Medina del Campo y la advocación de San Boal, diminutivo de San Baudelio, que fue santo del calendario mozárabe.
San Boal es un santo muy devoto entre el grupo de cristianos que vivían en tierras musulmanas en la época de reconquista y fue el santo elegido para la advocación cristiana de la parroquia en el municipio. La festividad se celebra el 20 de mayo y sigue siendo momento de unión entre los habitantes y forasteros.

Junto a otros municipios, se encuentra en la curiosa denominación eclesiástica de “parroquias medianas” de los pueblos que hacían frontera entre el Arciprestazgo de Medina y el Obispado de Ávila con el acuerdo establecido que durante los años impares se gestionaba desde Ávila y los pares desde Medina. La advocación principal de la Iglesia Parroquial era San Boal y Santa Ana lo tenía de la ermita que se derrumbó hacia 1796, encontrándose frente al actual cementerio del camino a Pozal de Gallinas.
En los pueblos pequeños de Castilla y León, la Iglesia está muy vinculada a la sociedad, lo que se percibe en las distintas cofradías existentes. En total hubo ocho cofradías con distintos cometidos: Benditas Ánimas, Santísimo Sacramento, Santa Ana, Santa Bárbara, Nuestra Señora del Rosario, Santa Águeda, Nuestro Padre Jesús y Santa Vera-Cruz.
Esta última dejó de existir con el éxodo rural de mediados de siglo XX y era quien se encargaba del enterramiento y velatorio de las personas. La decadencia se reflejó con la ruina de la iglesia de San Boal, que se derrumbó hacia 1970 desconociendo la ubicación actual de los retablos y la pila bautismal.
En pleno debate sobre los beneficios del medio rural en detrimento de las ciudades, en nuestra meseta hay zonas en la que disponer de buena cobertura móvil es complicado, como ocurre en Moraleja. Nada nuevo, como ya ocurrió con la llegada del abastecimiento y saneamiento de agua en 1989; fue el último de la provincia de Valladolid. La historia es cíclica, aunque esperemos que los aspectos positivos ganen a los negativos y el reto demográfico supere a la despoblación.