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Las 10 leyendas que no puedes perderte en Valladolid

Desde la picaresca salida a escondidas de Felipe II por una ventana del Palacio de Pimentel hasta fantasmas en casa Zorrilla, una siniestra silla y varios pactos con el diablo que la capital vallisoletana guarda entre sus paredes

Lara Arias

Monumentos, universidades, personajes ilustres, el final de grandes obras arquitectónicas como el Canal de Castilla y, sobre todo, un pasado tan noble como la historia de una ciudad que ostentó hace 400 años el título de capital de la Corte. No solo eso, la cuna de plumas literarias como Miguel de Cervantes, seguido de nombres como José Zorilla o Miguel Delibes. Como tal es su grandeza histórica, Valladolid no está exenta de leyendas y mitos que después de años foráneos y locales conservan y viven día a día.

Desde aquel que ‘maldice’ a los estudiantes universitarios con no acabar sus estudios si se atreven a contar los leones que rodean la Facultad de Derecho, en la Plaza de la Universidad, hasta la aparición del mismísimo diablo en una embarcación en Puente Mayor. Imperdible Tours, empresa emergente vallisoletana, “nos lo han puesto fácil” y nos han ayudado a poder contaros las más famosas. Aquí su ruta de Mitos y Leyendas.

  1. El sillón del diablo

Una de las leyendas más famosas de Valladolid es la del sillón del diablo. Expuesto en el Museo de Valladolid y protegido por un cordón rojo, no para salvaguardar el mueble, sino para proteger a los visitantes. Este curioso enser ostenta una maldición, tan escabrosa como es su leyenda, que hizo que llegase a estar colgado boca abajo y a gran altura en la capilla de la Universidad de Valladolid hasta entrado el siglo XX para evitar que cualquier estudiante cometiese la imprudencia de sentarse en él.

Remontándonos al siglo XVI, cuando se establece en Valladolid la primera cátedra de anatomía humana en España. Este hecho coincide con la llegada a clase de un licenciado de origen portugués y sefardí, Andrés de Proaza, y la desaparición de un niño de nueve años. Los vecinos de la zona de la Solanilla fueron alertados por sonidos turbadores que procedían del sótano del joven y decidieron dar la voz de alarma. La escena que se encontraron las autoridades no podía ser más macabra: el cuerpo del niño yacía sin vida sobre una mesa de madera y en había sido diseccionado en vida.

La conclusión a la que se llegó en los interrogatorios fue que el criminal confesó tener un pacto con el Diablo según el cual, al sentarse en su sillón, regalo de un necromante navarro, el mismísimo Belcebú le desvelaba todos los secretos de la Medicina. Eso sí, advirtió de que quien lo usase por tres veces sin ser médico u osase destruirlo fallecería al tercer día.

La historia no termina aquí. Estuvo olvidado durante años en la Facultad de Medicina cuando un bedel lo encontró adecuado para descansar. A los tres días se le encontró muerto y a su sustituto le sucedió igual.

2. Un fantasma en la casa de José Zorrilla 

Las vivencias paranormales de nuestro ilustre poeta José Zorrilla comenzaron a una edad temprana. Nació y pasó su infancia en lo que hoy es la casa-museo Zorrilla, donde se manifestaron sus primeras conductas peculiares, como su habilidad para escribir mientras dormía, ya que era sonámbulo, y mantener conversaciones con espectros. 

En su obra Recuerdos del tiempo viejo, Zorrilla relata una de sus experiencias más inquietantes. Mientras su madre estaba ocupada, se adentró en la habitación de invitados y conversó con el fantasma de su abuela: «Una señora de cabello empolvado, con encajes en los puños y una amplia falda de seda verde, ocupaba el sillón. Con una sonrisa amable pero melancólica, me hacía señas para que me acercara». La voz de la aparición resonó en él de una manera indescriptible: «Yo soy tu abuelita; quiéreme mucho, hijo mío, y Dios te iluminará». 

Aterrorizado, Zorrilla salió corriendo a contarles a sus padres sobre la aparición, lo que le costó semanas de castigo y un silencio forzado sobre lo que parecía ser una alucinación. Años después, ya en su adolescencia, encontró un retrato familiar y reconoció al espectro: era su abuela paterna, doña Nicolasa, quien había fallecido mucho antes de su nacimiento. 

La habitación donde se produjo la aparición, al final de un estrecho pasillo, fue considerada un punto problemático durante la restauración del museo, lo que llevó a su cierre al público. Durante ese tiempo, los trabajadores informaron sobre sucesos extraños: floreros que se movían, luces que se encendían y apagaban, ruidos inexplicables y cajones que se abrían solos. ¿Permanece el fantasma de doña Nicolasa en la casa de Zorrilla? Para quienes deseen averiguarlo, la habitación ha sido incluida nuevamente en las visitas guiadas del museo. 

3. La leyenda del bautizo de Felipe II 

 Muchos vallisoletanos relatan que el rey Felipe II fue sacado por una ventana del Palacio de Pimentel, cuya cerradura estaba condenada, para evitar que fuera bautizado en la parroquia de San Martín, como dictaba la tradición, y así poder celebrar el acontecimiento en la majestuosa iglesia de San Pablo. Sin embargo, parece más probable que esta historia sea una distorsión de los hechos reales. 

La tradición oral sostiene que Carlos V se opuso a que su primer hijo recibiera el sacramento en la modesta iglesia de San Martín, correspondiente a su lugar de nacimiento en el Palacio de Pimentel. Cabe señalar que la antigua ermita no se asemeja a la actual, ya que fue reconstruida medio siglo después del polémico bautizo que da origen a la leyenda, conservando solo su torre. Además, Carlos V consideraba que el esplendor de San Pablo era más apropiado para su hijo, quien estaba destinado a reinar. No podemos olvidar que la orden dominica era una de las más influyentes en España, tanto en términos de riqueza como en la Inquisición, y el confesor real, García de Loaysa, pertenecía a esta orden. 

La decisión de Carlos V generó un gran escándalo, ya que imponía los intereses de la monarquía frente a la autoridad eclesiástica. En medio de este tumulto, alguien sugirió la idea de sacar al futuro Felipe II por la ventana, lo que permitiría cumplir con el deseo del emperador y, de manera astuta, seguir la tradición de bautizar al recién nacido en la parroquia que correspondía a su hogar. 

A pesar de la popularidad de esta historia entre los lugareños, lo más probable es que sea falsa. Lo que se conoce con certeza es que Felipe II fue bautizado en la iglesia de San Pablo, y que la comitiva transitó por un pasadizo elevado de madera, lo cual se hizo para proteger al emperador y a su familia en un momento crítico, ya que ese mismo día llegaron noticias de que los ejércitos mercenarios de Carlos V estaban asaltando Roma. 

4. La maldición de los leones ‘universitarios’ 

A la entrada de la Facultad de Derecho, se alzan varias columnas adornadas con leones, aunque no revelaremos su número exacto. En tiempos pasados, estas columnas estaban unidas por cadenas, de las cuales aún quedan algunos eslabones visibles. Estas estructuras marcaban el inicio de la zona donde el rector tenía la autoridad para impartir justicia a sus alumnos, un privilegio que data de la Edad Media. 

¿Cuántos leones hay alrededor del edificio? Es probable que muchos vallisoletanos no lo sepan, e incluso que algunos se resistan a averiguarlo. Entre los estudiantes circula una leyenda urbana tan infundada como popular, que sostiene que quien intente contarlos jamás completará sus estudios.  

5. Los milagros del Cristo de la Cepa 

 De aproximadamente 20 centímetros de altura y rudimentariamente esculpido en un tronco de cepa, el Cristo de la Cepa es una de las reliquias más fascinantes de Valladolid. Los numerosos milagros atribuidos a esta imagen la han convertido en un objeto de gran devoción, especialmente entre los vallisoletanos, el gremio del vino y los monjes de San Benito el Real, quienes fueron sus orgullosos custodios antes de que la pieza se exhibiera en el Museo de la Catedral. 

La leyenda de su origen es igualmente cautivadora. Se dice que un labrador judío encontró la imagen del crucificado en un tronco de cepa en Toledo y, al sentir la llamada de la fe cristiana, fue bautizado por el arzobispo, quien luego entregó la valiosa pieza al monasterio de Valladolid. 

Su fama creció rápidamente entre los habitantes de la villa, que acudían cada año a la fiesta de la Cruz de mayo para ver la reliquia. La devoción fue tal que los monjes decidieron exhibirla no solo en esa festividad, sino también los viernes de Cuaresma y, con el tiempo, todos los viernes del año. 

Uno de los milagros más notables ocurrió en 1714, cuando una intensa sequía había azotado Valladolid durante dos meses. Los monjes de San Benito organizaron una rogativa al Cristo de la Cepa, y al asomarse a la puerta para la procesión, el cielo se oscureció y comenzó a llover, llenando de júbilo a todos los presentes. 

6. Las argollas de la calle Platerías y la muerte de don Álvaro de Luna 

 Al caminar por la plaza del Ochavo, que marca el inicio de la calle Platerías, es difícil no notar las cadenas de hierro y argollas que cuelgan de la pared. A lo largo de los siglos, la tradición oral ha alimentado la leyenda de que estas argollas sostuvieron la cabeza del Condestable don Álvaro de Luna, quien fue ejecutado en la Plaza Mayor de Valladolid en junio de 1453 tras un juicio considerado una burla. 

Sin embargo, la explicación más plausible sobre la existencia de estas cadenas es menos sombría. En esta calle se encontraba uno de los gremios más prósperos de la ciudad, el de los plateros. Su influencia fue tan significativa que se les otorgó el privilegio de «echar la cadena» en la calle por la noche, indicando que se prohibía el paso a las autoridades que intentaran capturar a quienes allí se refugiaban. 

  7. La sonada infidelidad de la condesa de Valverde    

Entre las destacadas casas palaciegas de la conocida ‘calle de los palacios’, la de San Ignacio, se encuentra la perteneciente a los marqueses de Valverde. Este edificio se distingue por su color amarillo y las figuras humanas que adornan una de sus ventanas principales. 

Circulaban rumores en la ciudad sobre una supuesta infidelidad de la marquesa, quien habría estado involucrada en un escarceo con un joven sirviente. Con el tiempo, el criado, al sentirse seguro en su papel de amante, se volvió un hombre arrogante y presuntuoso. Su relación no pasó desapercibida, y pronto fue descubierta por el marqués. 

Enfurecido y humillado, el noble decidió humillar a su esposa de una manera pública, colocando en la fachada de su casa dos esculturas que representaban a la marquesa y su amante, con la intención de que toda la ciudad conociera su bochornosa conducta. 

Sin embargo, puede que la historia que se propagó entre los vallisoletanos haya sido injusta con la marquesa de Valverde, ya que es muy probable que, cuando se tallaron las estatuas, ella ni siquiera residiera en Valladolid. 

8. El Puente Mayor y su origen maldito 

Según la historia recopilada por Antonio Martínez Viergol en el siglo XIX, cuando el Pisuerga aún no contaba con puente en su paso por Valladolid, dos familias prominentes, los Reoyo y los Tovar, habitaban la villa. El heredero de los Reoyo, consumido por un profundo odio hacia su vecino, vio cómo su rencor se intensificaba al disputarse el amor de la hija de un labrador que vivía al otro lado del río. No es sorprendente que, atraída por las virtudes del joven Tovar, la joven comenzara a verse con él, aunque sus intenciones eran muy distintas a las del Don Juan, quien no correspondía al sincero amor de la chica. 

Una tormentosa noche, mientras Tovar se dirigía a su cita, se topó con Reoyo. Los dos se enfrentaron en un duelo fatídico que culminó con la muerte de Reoyo, mientras que la lluvia torrencial convertía el Pisuerga en un obstáculo intransitable. 

Desesperado y lleno de rabia al ver el río furioso, Tovar hizo un desesperado pacto con el Diablo, sin imaginar que su invocación sería escuchada. Según la leyenda, las aguas se separaron y, entre llamas con olor a azufre, el Diablo apareció rodeado de pequeños demonios, prometiéndole construir un puente para que pudiera llegar a su cita. 

Tovar cruzó a toda prisa el Puente Mayor, pero al llegar a la otra orilla, encontró a la joven muerta. La culpa lo atormentó el resto de su vida, viviendo en la miseria y dedicándose a la limosna. Se dice que murió treinta años después, clamando: “¡Me marcho con ella!”. 

9. El Cristo de Bronce 

De la misma temática, solo algunos conocen otra famosa leyenda, la del Cristo de Bronce, en esta ocasión involucrando a otro autor famoso en Valladolid, José Zorrilla. En sus Obras Completas, emana de su fuerte imaginación otra leyenda ambientada en tiempos de Felipe II, y que tiene como epicentro la iglesia de la Antigua.

La leyenda cuenta del enfrentamiento entre dos jóvenes caballeros enemistados por el amor. Con pleitos de por medio, y tras aparentemente hacer las paces, la joven dama por la que desvelaban inclinó la balanza en favor a uno de ellos. La rivalidad reavivó, y en un arrebato, uno de los jóvenes asesinó al otro una noche cerrada.

Acusado el joven del homicidio, juró por los Evangelios en la misma Iglesia de la Antigua que no era él culpable. En ese momento, entró embozado el Cristo de Bronce de la iglesia, horrorizando al culpable y haciendo que cayera fulminado. Historias como la presente no solo relatan historias oscuras, sino que además contextualizan y embellecen los grandes monumentos de nuestra ciudad.

10. Caballero del Hábito de Santiago

El misterio del asesinato del caballero navarro del Hábito de Santiago don Gaspar de Ezpeleta. No es casual ni seleccionar esta historia ni elegir como lugar de la narración el inicio de nuestro recorrido: junto a la Estatua de Miguel de Cervantes de la Plaza de la Universidad.

Sabemos que don Miguel vivió en Valladolid a raíz de una de las cartas de la Real Chancillería, en la que le situaba como supuesto sospechoso y testigo del crimen. Cervantes residía cerca del lugar donde se cometió, incluso se apunta a que el escritor asistió al herido, aunque este falleciera dos días después.

Nunca se conoció la identidad del asesino, ni el móvil del crimen, aunque siguen las sospechas que llevaron en su momento a 11 personas a prisión, nuestro notable creador del Quijote entre ellas. No nos quedamos con las manos vacías gracias a este testimonio, y con él hemos logrado saber cuantiosos detalles acerca de la estancia de nuestro amado don Miguel en su paso por la ciudad.

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