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“Alma Carraovejas es el deseo de devolver a la tierra lo que la tierra nos da”

Sostenibilidad, paisaje, equilibrio y conocimiento son solo algunos de los pilares de un conjunto de proyectos en torno al vino que comenzó hace casi 40 años

Aitana Sánchez

Alma Carraovejas es un conjunto de proyectos singulares en torno al vino que conectan personas, historia, territorios, cultura y paisajes de la Península Ibérica, con el fin de crear un legado único y proteger un patrimonio histórico.

Uno de los pilares centrales del crecimiento de Alma Carraovejas ha sido la familia de más de 200 personas que cada día respeta el pasado, construye el presente y sueña con el futuro.

“Tenemos una frase que repetimos y nos repetimos continuamente: Siempre con la cabeza en las nubes y los pies en la tierra”, señala Pedro Ruiz Aragoneses, CEO de Alma Carraovejas.

Pedro Ruiz Aragoneses, CEO de Alma Carraovejas

“Para nosotros, como dice el proverbio indio, el viñedo no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos. Es nuestro deseo de devolver a la tierra lo que la tierra nos da”, prosigue Ruiz.

En Alma creen en la sostenibilidad como núcleo de su filosofía. En su estrategia buscan resultados en cinco vertientes: personas, gobierno ético, sociedad, medioambiente y crecimiento económico.

Cada territorio de Alma tiene sus características y su propia identidad: diferentes paisajes, variedades, climas y, por supuesto, diferentes suelos.

Lo que comenzó como una filosofía de respeto pronto dio paso a las certificaciones ecológicas en sus viñedos. Ahora van un paso más allá y buscan la certificación biodinámica y ecológica de todos los proyectos, siguiendo una filosofía que enriquece su método de trabajo y sus vinos.

Con miles de kilómetros recorridos en cada viñedo, tropezaron con pequeñas viñas olvidadas, a las que la velocidad del mundo actual dejó sin viticultor que las cuidara. Con el afán de seguir haciéndolas duraderas, han trabajado durante años en la recuperación de esos viñedos.

La filosofía de Alma Carraovejas también cobija una pasión exacerbada por las viñas que han sido testigos del crecimiento o decrecimiento de cada zona vitivinícola.

Equilibrio

El talento en bodega se adquiere con la experiencia y el factor humano, y un departamento técnico especializado facilita un mayor conocimiento sobre cómo afrontar problemas y encontrar soluciones.

El origen de un gran vino está en la viña, pero saber elegir qué materia prima es la adecuada para su elaboración, los tiempos y recursos, además de utilizar la mejor maquinaria durante todo el proceso, realizando dos y tres selecciones de uva antes de encubar, son aspectos que suman al resultado final.

En Alma Carraovejas estudian la microbiología de su viñedo y de sus vinos para entender mejor la naturaleza. En el desarrollo de la viticultura de las dos últimas décadas han empezado a comprobar cómo el trabajo respetuoso con el viñedo y el entorno devuelve resultados en forma de vinos más complejos y honestos.

Asimismo, escalan en calidad. Además de un control exhaustivo de la uva y del vino durante todo el proceso, analizan corchos, barricas y botellas para poder predecir cualquier desviación posterior.

El origen

El origen de Alma data del año 1987, cuando la bodega Pago de Carraovejas (Peñafiel, Valladolid) nace con el sueño de convertirse en un referente dentro de la Ribera del Duero, con esas primeras nueve hectáreas hasta llegar a las 220 actuales.

La materia prima en Pago de Carraovejas sigue un exhaustivo control durante todo el proceso de madurez: la uva supone uno de los grandes pilares en los que se sustenta el éxito y la personalidad de sus vinos. Buscan respetar al máximo su entorno y para ello trabajan bajo un sistema ecológico de viticultura sostenible.

Caminan en un reto de mejora continua y bajo una filosofía de trabajo que busca la excelencia a través del cuidado extremo de los detalles, tanto en el ámbito de la viticultura como en el de la elaboración y otras áreas del mundo vitivinícola. El crecimiento planteado ahonda en el concepto de calidad y en lograr interpretar el terruño y proyectarlo en cada botella.

Un conjunto de proyectos singulares en torno al vino

Pero la razón de Alma se compone de otras arterias que alimentan al grupo. Ossian es la esencia más pura del verdejo segoviano; Milsetentayseis es la biodiversidad de un clima extremo y de las elaboraciones al detalle, y Viña Meín – Emilio Rojo es la historia viva de la viticultura y de respeto al viñedo.

Aiurri y Bodega Marañones son el claro ejemplo del compromiso y la honestidad con el entorno, con vinos llenos de verdad; Compañía de Vinos Tricó son los albariños de guarda; Restaurante Ambitium es el homenaje al mundo del vino; Singular Vineyards Wines son los vinos de Viñedos Singulares, y Fundación Cultura Líquida es el compromiso con la tierra, la historia, el paisaje y las personas.

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