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Nidia: vinos cristalinos y brillantes con corazón de Olmedo

Una joven bodega vallisoletana apuesta por ofrecer verdejos con mayor tiempo de guarda y cuidado y aportar “algo diferente” desde la zona de Rueda

Edu Mongil

Cuando algo funciona muy bien, el consejo que mucha gente da es no tocar nada, por lo que pueda pasar. Los verdejos de la zona de Rueda se han convertido en las últimas décadas en una garantía de éxito, calidad y prestigio. Y las fórmulas son de sobra conocidas.

Salirse de un camino que tiene un destino aparentemente agradable puede ser una apuesta de muchísimo riesgo, pero también un órdago a grande que consiga hacerte ganar la partida. Esa segunda opción es la que ha elegido la bodega Nidia, que ha optado por un proyecto novedoso que apuesta por la diferenciación total en la forma de elaborar sus verdejos.

La idea de Dani Torío, un apasionado del vino por herencia familiar, se materializó en 2009, cuando empezó a comercializar sus referencias bajo el nombre de Nidia. Y la primera duda surge sobre el porqué de ese topónimo. El propietario de la bodega cuenta que es un nombre propio de mujer habitual en Sudamérica que significa “cristalino, transparente, brillante, lo que casaba muy bien con la idea que quería transmitir para mis vinos”.

En 2021 se produjo, no obstante, el gran hito de esta aventura, porque es en ese año cuando abrieron su propia bodega después de varios años de alquiler. En la finca ‘La Cabaña’, situada en la zona de Olmedo, Nidia cuenta con 40 hectáreas de viñedo en un paraje muy singular a la vera del río Adaja. “El suelo es muy arenoso, tiene cantos rodados y arcilla, es bastante particular. Además, no tenemos otros viñedos a 10 km a la redonda, por lo que, al estar muy aislado, queda protegido cuando hay enfermedades o plagas”, indica Torío.

 

Verdejos muy maduros

La gran duda surge sobre si el público sabrá entender bien que un verdejo de una zona cercana a Rueda pueda ser conservado durante meses sin perder calidad. Pero Torío no está muy de acuerdo con todos los puristas: “Siempre se dice que los vinos tintos son mejores cuanto más viejos son, pero yo creo que los verdejos también”.

Las dos referencias principales de Nidia son el ‘Verdejo sobre Lías’ y el ‘de Guarda’. El primero de ellos reposa entre 6 y 9 meses sobre lías en depósitos de acero inoxidable, para después pasar 5 o 6 meses guardado en la botella en bodega antes de su salida al mercado, que es cuando los responsables consideran que el vino está en las mejores condiciones para su comercialización.

El Nidia de Guarda, por su parte, pasa más de 20 meses en barrica de 500 litros de roble francés nueva, con un tostado mínimo y una pequeña parte fermentado en huevo de hormigón, y criado sobre sus lías.

Esta forma de trabajar fructifica en vinos verdejos muy robustos, con mucho empaque y grasa. Sin embargo, el proceso los hace menos económicos que otros. “La gente nos pregunta muchas veces por qué nuestros vinos pueden costar más, porque igual piensan que el trabajo es similar, pero no. Hay que tener en cuenta que nosotros tenemos el producto mucho tiempo inmovilizado y hay unas labores de guarda importantes”, comenta Torío. De hecho, y como curiosidad, no ha sido hasta marzo de 2024 cuando han puesto a la venta el vino procedente de la cosecha de 2022, la primera ya desarrollada en ‘La Cabaña’.

“Somos los últimos de la zona en salir al mercado. No somos ni mejores ni peores, en Rueda las bodegas están haciendo las cosas de forma espectacular, pero queremos ofrecer algo distinto”.

Tratar de convencer al cliente del potencial y valor de este tipo de vino es uno de los retos que tiene Nidia. Y penetrar en el mercado nacional es otro, ya que hasta ahora ha centrado su negocio en la exportación. Según los datos de la bodega, en la actualidad distribuyen 100.000 botellas anuales, la mayoría a través de tiendas especializada y el canal HORECA, y otra parte menor por su tienda online.

En tierras de la nobleza

La finca ‘La Cabaña’ guarda en sus adentros un pequeño secreto. Hace varios siglos, esas tierras pertenecían al Vizconde de Garcigrande, un personaje de la nobleza salmantina. Como poseía muchas cabezas de ganado, puntualmente tenía que hacer la labor de trashumancia desde los terrenos charros hasta Olmedo, donde aprovechó para construir una casa solariega, y debajo de ella una bodega. Este espacio, perfectamente conservado, tiene alrededor de 300 años, y en él se elaboraban vinos que se vendían directamente a la corte durante el siglo XIX.

La idea de Dani Torío es reconstruir la casa, que tenía un corte señorial, para contar esta historia y poder explicar cómo se hacía el vino que bebían los reyes a los muchísimos aficionados al enoturismo que hay en la actualidad. “Creo que en unos meses podremos empezar con ello”, adelanta.

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