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La iglesia de Brieva de Juarros, a punto del derrumbe

Los elementos peor conservados son los más antiguos pertenecientes al periodo románico. Además al encontrarse en el entorno natural, el crecimiento de la vegetación a lo largo de la construcción es inevitable y esto aumenta su progreso de deterioro

Brieva fue una aldea perteneciente al pequeño alfoz de Santa Cruz de Juarros, una comarca del piedemonte de la Sierra de la Demanda que ya desde el año 964 aparece en la documentación histórica.

A lo largo de los siglos, ha estado bajo el dominio de varios señoríos, incluidos los monasterios de San Julián y Santa Basilisa de Bezares y Las Huelgas, y ha estado asociada a importantes figuras históricas como el conde Fernán González.

Hasta la segunda mitad de la década de 1990 la aldea no contó con los servicios mínimos, lo que probablemente aceleró el proceso de abandono de las casas y edificios singulares como es el caso de la iglesia de San Martín, el principal hito patrimonial de la localidad que se encuentra situada en la parte superior de un cerro, a cuyos pies se abre un estrecho vallejo rodeado de campos de cereal y prados de montaña, también en retroceso a favor del moderno cultivo de pinos, que avanza frente al autóctono bosque.

Actualmente se encuentra en riesgo de ruina, a punto de derrumbarse. Los elementos peor conservados son los más antiguos pertenecientes al periodo románico. Además al encontrarse en el entorno natural, el crecimiento de la vegetación a lo largo de la construcción es inevitable y esto aumenta su progreso de deterioro.

La iglesia alterna la mampostería con sillería rojiza local y está formada por una pequeña cabecera cuadrada a la que se adosa la sacristía. Cuenta con una nave de dos tramos con bóvedas de crucería góticas, y una torre que se eleva sobre el tramo occidental, a la que se accede por un husillo poligonal. El lado norte de la nave está precedido por una estancia que ha perdido la cubierta y junto a ella se halla el cementerio.

El edificio actual es fundamentalmente obra tardo gótica del siglo XVI, momento al que pertenecería la nave y la portada, la torre y la cabecera. El resto del edificio sería de época más tardía hasta concluir con el añadido del husillo, seguramente ya en el siglo XVIII.

De época románica sobreviven muy pocos elementos que además resultan de compleja interpretación: una parte del lienzo norte de la iglesia, formado por un pequeño paramento de mampostería, y el porche o pórtico que cubre la entrada, realizado en sillería que presenta un arco escarzano que franquea su lado oriental y en el paramento sur de factura inequívocamente románica, se sitúa una sencilla portada y una ventana ambas con arco de medio punto y cegadas.

En el interior se conserva una pila bautismal de piedra arenisca con forma de copa, de 99 centímetros de diámetro y 63 centímetros de altura. Aunque presenta algunas peculiaridades de tradición románica como el bocel de su embocadura, parece improbable que se remonte a esa época.

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