La Semana Santa ya está en todo su esplendor. Tradición, cultura, ocio y gastronomía se unen en pueblos y ciudades de Castilla y León para ofrecer al turista un pack muy completo y único, con procesiones que se suceden por todos los rincones desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección.
No es exagerado afirmar que Castilla y León tiene la Semana Santa más grande del mundo, con ocho de ellas declaradas de Interés Internacional –Ávila, Valladolid, Zamora, León, Salamanca, Palencia, Medina del Campo y Medina de Rioseco-; y cinco más de carácter nacional, las de Astorga, Ponferrada, Burgos, Segovia y la Bajada del Ángel de Peñafiel . Un sinfín de procesiones, a las que habría que añadir otras más humildes pero no faltas de atractivo.
Todo un museo al aire libre, que cuenta con distintivo que las diferencia del resto de España: la solemnidad, el recogimiento, una contención de sentimientos que, al mismo tiempo, esconde un gran fervor. Emociones que se incrementan más si cabe por el incomparable marco que ofrecen los cascos históricos de estas localidades y por la calidad artística de las esculturas procesionales.
Y si todavía no sabes por qué es la Semana Santa más grande del mundo, no te preocupes, este año, podrás averiguarlo tú mismo con esta selección de los momentos más emotivos por cada provincia de la región.
1. Ávila, de muralla y romances
Si esta Semana Santa te decides por visitar la ciudad abulense, no puedes perderte la Procesión del Encuentro que se celebra el Lunes Santo y el «Vía Crucis», que en la madrugada del Viernes Santo recorre el recinto amurallado para finalizar en la Catedral con la popular talla del «Cristo de los Ajusticiados».
Y más allá de la capital, en la localidad de Navaluenga, en las estribaciones de la Sierra de Gredos, destaca la Procesión del Jueves Santo, donde dos cuadrillas recitan “Los Romances” escritos por Lope de Vega, y donde la clave está en demostrar qué grupo canta mejor y con más emoción.
2. Burgos y Covarrubias, pasiones vivas
En la ciudad de Burgos podrás disfrutar de una Semana Santa declarada de Interés Turístico Nacional con emotivas procesiones como la del Encuentro en la tarde del Jueves Santo, una de las más destacada por la belleza y valor de los pasos que procesionan; o la del Santo Entierro, la más grande, en la que cada Viernes Santo se exhiben casi todos los pasos y se concentran las 16 cofradías de la ciudad.
Y, una forma distinta de celebrar la Semana Santa, la encontrarás en el precioso pueblo medieval de Covarrubias, que presume de contar con la pasión viviente más antigua de Castilla y León. Su particularidad nace de su representación, cuando, en la noche del Viernes Santo, cerca de un centenar de actores permanecen inmóviles y sin articular palabras para escenificar las diferentes estaciones de la Pasión de Cristo.
3. León, de la Ronda a «matar judíos»
Su increíble Catedral gótica, la Casa Botines o la Real Colegiata de San Isidoro sirven de escenario para una de las pasiones más famosas de España. Declarada de Interés Turístico Internacional, la Semana Santa de León nos brinda tallas de alto valor de imagineros como Juan de Juni o Gregorio Fernández.
De especial mención son la “Ronda” que recorre la ciudad la noche de Jueves Santo y la Procesión de los Pasos, una de las más populares de la ciudad que desfila la mañana de Viernes Santo. No debes perderte también el acto del «Encuentro», frente al pórtico de la Catedral, el Domingo de Resurrección.
Todo ello, sin olvidar ir de limonadas por el famoso Barrio Húmedo, también llamada por su expresión más común “matar judíos”. Una tradición que se ha convertido en una seña de identidad de la Semana Santa leonesa.
4. Zamora, la sobriedad en toda su pureza
La celebración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo zamorana es una de las más antiguas y sentidas de España. Cuenta con un total de 17 cofradías, que tanto de día, en las que destaca la música y la luminosidad, como de noche, caracterizadas por el silencio y una cuidada estética, procesionan llenando las calles del casco histórico de la ciudad.
Uno de los actos que mejor la definen, ocurre el Jueves Santo por la noche, en la iglesia de Santa María la Nueva, desde donde parte la Procesión del Yacente, portando un impresionante Cristo del siglo XVII y cantando el Miserere pasada la medianoche.
Pero si lo que buscas es algo auténtico, deberás irte a la comarca de Aliste, anexa a la frontera con Portugal, y más concretamente a Bercianos de Aliste, un pueblo de cerca de 200 habitantes que, precisamente por su pequeño tamaño, ha conservado una Semana Santa muy estética y pura, algo que se percibe claramente en la Procesión del Santo Entierro del Viernes Santo, con un vestuario muy cuidado.
5. Segovia, un escenario de película
La capital segoviana es una de las escapadas preferidas para Semana Santa por su amplia oferta turística, desde el famoso Acueducto, al fantasioso Alcázar, pasando por su Catedral. Razón de más para también conocer su Semana Santa, declarada de Interés Turístico Nacional en el año 2017.
De todos sus actos, destacan dos en el Viernes Santo: la Procesión de los Pasos, cuando salen la mayoría de sus tallas recorriendo el casco histórico desde la catedral al acueducto; y la Procesión del Santo Entierro, que a media noche y bajo la luz de las antorchas inicia su recorrido desde el arrabal de Zamarramala a la singular iglesia del Temple de la Vera Cruz, una de las joyas de Segovia, y todo con la visión de fondo del Alcázar iluminado en la noche.
6. Valladolid, Medina de Rioseco y Medina del Campo, un museo al aire libre
La provincia de Valladolid tiene el privilegio de contar con 3 municipios cuya Semana Santa alcanza el rango de Interés Turístico Internacional. Son Valladolid, Medina de Rioseco y Medina del Campo, y cada una de ellas reúne a miles de turistas y creyentes cada año.
Desde la media tarde del Viernes Santo, la capital del Pisuerga se convierte en un magnífico museo al aire libre con la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor. En su recorrido por la calles del centro de la ciudad se exhiben 33 pasos, muchos de ellos sacados del Museo Nacional de Escultura, en un despliegue de la mejor imaginería castellana de los siglos XVI y XVII, con valiosas tallas de Gregorio Fernández o Juan de Juni.
De Medina de Rioseco, además de la Antigüedad, tradición y riqueza patrimonial de su Pasión, una de las escenas más esperadas sucede el Viernes Santo, con la salida de los pasos de «La Crucifixión» y «El Descendimiento», los más voluminosos y pesados de la Semana Santa riosecana, y que exigen una técnica especial para su salida y entrada de la capilla en la que se guardan.
Y, ha sido el indudable valor de los conjuntos escultóricos más sobresalientes de la imaginería procesional renacentista española, lo que ha otorgado la fama a la Semana Santa de Medina del Campo. Destaca especialmente la Procesión de los Faroles, cuando los cofrades desfilan por las calles alumbrando con sus faroles las diferentes imágenes.
7. Palencia, un diamante en bruto
Si la Semana Santa en Castilla y León se caracteriza por el recogimiento y la sobriedad, en la capital palentina estas cualidades se acentúan aún más. Declarada de Interés Turístico Internacional en el año 2012 y con más de cinco siglos de historia en sus espaldas, cuenta con un total de 9 cofradías y 37 imágenes.
Pero no es el valor de su imaginería lo que más sobresale, sino sus particularidades, como el hecho de que todas las cofradías desfilan en todas las procesiones oficiales como símbolo de hermandad, aunque la organización de la procesión depende de una cofradía cada vez. Razón de que cada desfile procesional, sea el día que sea, es emotivo y abundante por sí mismo.
Y tampoco olvidarse del tradicional «tararú«, una corneta alargada cuyo nombre es la onomatopeya del sonido que realiza el «trompetero» al tocarla, y que se puede alargar tanto como aguante el cofrade, llegando a acercarse al minuto de duración.
8. Soria, una gran obra dramática
Declarada de Interés Turístico Regional la Semana Santa soriana no tiene nada que envidiar a las demás, con bellas imágenes como la del Cristo del Humilladero (siglo XVI), atribuido a Juan de Juni o a su escuela. Destaca en especial la Procesión General del Santo Entierro de Cristo la tarde-noche de Viernes Santo, en la que salen todas las cofradías de la ciudad, cada una de ellas representando una episodio de la Pasión de Cristo.
Además, hay algo en su celebración que la distingue del resto de Castilla y León: la coherencia. Pues, las diferentes procesiones, se suceden siguiendo una precisión cronológica de lo acontecido durante la Pasión de Cristo, convirtiendo a la ciudad en una perfecto escenario de una gran obra dramática, con la Concatedral de San Pedro de Soria o la emblemática iglesia románica de Santo Domingo de fondo.
9. Salamanca, Semana Santa académica
Dos catedrales, la Casa de las Conchas, la fachada plateresca de la Universidad, el barroco de la Plaza Mayor o la Clerecía son algunos de los monumentos que han convertido a Salamanca en Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Una entorno privilegiado que profundiza las emociones de su Semana Santa, declarada de Interés Turístico Internacional.
Pero su singularidad la ofrece, como no podría ser menos, su carácter universitario, en el acto del Jueves Santo con la celebración de Los Oficios en la capilla vieja de la Universidad. Una mezcla de acto litúrgico y académico en el que participan todos los docentes, y en el que los catedráticos se visten con las galas académicas. Cuando finaliza, se obsequia a los asistentes con la tradicional merienda a base de chocolate y dulces.
10. Barriga llena, corazón contento
Si hablamos de emociones, hay algo que no puedes perderte en un viaje por Castilla y León: su gastronomía, tan variada como deliciosa. Y en Semana Santa podrás hacer una buena degustación de sus platos más típicos.
Una de las tradiciones, cada vez más olvidada, del tiempo de Cuaresma es el antiguo precepto de no comer carne. Algo que ha auspiciado que durante esta época proliferaran platos fuera de los más conocidos, pero igualmente exquisitos. Uno de los más demandados es el bacalao desalado, las sopas de ajos, el potaje de vigilia o las patatas viudas (sin carne , cocidas y aderezadas con pimentón dulce, aceite de oliva y sal).
Y a falta de carne buenos son los postres. Las Yemas de Santa Teresa, las populares Torrijas, Buñuelos, flores extremeñas o la leche frita, son algún ejemplo de la numerosa variedad que puedes encontrarte en pastelerías de toda la región.