Oihan, que significa “hijo del bosque” en euskera, es el proyecto personal del vallisoletano Guillermo Aragón, exbatería en Arizona Baby o Cosmic Birds, y excantante y ex compositor en Tuxedo. Tras el EP ‘Canciones para Imanol’ en 2020, Oihan llega con su nuevo disco ‘Domar la luz’, “un proyecto de aprendizaje, que no queda solo en lo musical”, explica el propio artista.
Pregunta. ¿Cómo empezaste en el mundo de la música?
Respuesta. Empecé hace ya 20 años, con una banda en el instituto. Ya tocaba la batería de más pequeño, pero tocar con otras personas fue lo que me enganchó del todo. El primer concierto fue en el paraninfo del propio instituto, una gran experiencia.
A partir de ahí milité en varias bandas, la principal, The Jackets, es con la que empecé a componer mis propias canciones unos años más tarde. Valladolid no es un sitio grande, y en la escena musical nos conocemos bastante bien. Eso me permitió vivir experiencias muy diferentes, como tocar con Ángel Stanich o Cosmic Birds. A raíz del primero conocí a Javier Vielba de Arizona Baby, y un tiempo más tarde acabé entrando en la banda, en la que sigo a día de hoy. Fue un salto cualitativo y cuantitativo, con cientos de conciertos y grabaciones.
En realidad, el escenario más difícil siempre ha sido compatibilizar un circuito musical bastante profesional, con otro oficio en el que me he ido formando y luego practicando en estos 20 años: médico de familia. Si he podido hacerlo, ha sido gracias a mis compañeros sanitarios y músicos, siempre empáticos con esta dualidad.
Por otra parte, siempre me ha gustado no quedarme solo con la batería a nivel instrumental, sino experimentar con otros instrumentos y con la producción musical en sí. De esa curiosidad surgen Tuxedo primero, y desde hace unos años, Oihan.
P. Háblanos de tus otros discos y éxitos
R. Con el tiempo voy colocando el término éxito en un lugar que me satisfaga a mí, discos o experiencias que me hayan llenado especialmente, y no necesariamente al gran público. Pero supongo que «Camino Ácido» de Ángel Stanich (2014), reúne ambas. Nos marcó como músicos y personalmente a los implicados.
Precisamente, va a tener lugar un bonito homenaje al décimo aniversario de este disco en la Sala Galileo Galilei en Madrid, el 11 y 12 de abril.
Podría incluir también aquí los discos que he grabado con Arizona Baby («The Truth», «Secret Fires», «Sonora», «Salvation») y tantas experiencias tocando con ellos en la península y en el extranjero, con un recuerdo especial de nuestro periplo de gira por USA, en Nueva York, Chicago y Austin.
A nivel más introspectivo, «The Solstice» de Cosmic Birds, los discos del proyecto Corzo, y el EP «The First Day» de The Jackets, fueron un enorme aprendizaje y a la vez, un gran disfrute, por el pequeño universo y la sintonía que pudimos crear los miembros de cada proyecto, algo que no es nada fácil.
Por último, con Oihan publiqué primero «Canciones para Imanol» (2020), y ya en largo «Un Paseo por el Bosque» (2021) y Domar la Luz (2024). Incluyo los tres en este caso, porque todos han supuesto un paso adelante y un revulsivo como músico y también en mi vida personal.
P. Ahora estás presentando ‘Domar la luz’. Háblanos de este nuevo proyecto. ¿Qué pueden esperar de él las personas que lo escuchen?
R. Este último disco es un proyecto con mucha carga de imágenes, como el título sugiere. Podría decirse que es un pop ensoñador y melancólico, con elementos electrónicos y textos etéreos pero contundentes. Creo que el disco gana con las escuchas, pero eso tampoco lo hace para nada inaccesible. Tiene pasajes con muchas dinámicas, y hasta casi bailables.
El disco lo he grabado con Ángel Román, un gran amigo con una enorme capacidad musical. Han sido unos meses intensos, en los que además de componer y grabar las voces e instrumentos, me he encargado de la parte gráfica y los vídeos, creando el concepto global del disco mientras trabajaba en él. Además, decidí hacer una pequeña edición en vinilo, limitada y montada a mano, para que el arte del disco traspasara lo digital, y tomara forma física. A todos los niveles, ha sido un gran aprendizaje.
Animaría a quien lea esto y haya llegado hasta aquí, a dedicarle media hora de su día al disco. Si tienen curiosidad por mí, estas canciones son el mejor reflejo de mi visión artística en los últimos tiempos.
P. ¿Cuál es la canción más especial del disco?
R. Podría decir «Soliloquio». Es una canción que ni siquiera ha salido como single, pero que conjuga un texto a mi entender bastante potente, con atmósferas pesadas, que se deshacen y rompen en la parte final. Además, tiene una intro de una conocida película que os invito a adivinar.
P. Tienes nuevos proyectos en mente?
R. El principal proyecto es llevar el disco a una experiencia de música en directo, lo cual no es siempre fácil. El formato principal es en solitario, haciendo capas de instrumentos con teclado, guitarra y voz, para ir construyendo las canciones en vivo. El objetivo es una experiencia inmersiva, con un cierto componente de improvisación, y que no se ciñe al disco estrictamente en cuanto a arreglos y texturas. Con este formato ya lo he presentado en Irún, Zamora y Valladolid, este último en un concierto íntimo en la biblioteca de la Casa Luelmo, gracias a la generosidad de la Fundación Santa María la Real cediéndome el espacio.
En los próximos meses planeo más presentaciones en lugares como Madrid, Barcelona, Burgos y Valladolid, en solitario o con formato banda, y en lo posible, con visuales en directo, para potenciar lo psicodélico de la experiencia mediante el cine. En todo caso, trabajamos humildemente por hacer honor en lo posible al título del álbum.
Imagen: Imanol Villota
