Es curioso y suele ser habitual que quien nos visita nos descubra maravillas que están sin estar, que no hacen ruido y se confunden con nuestro entorno más cercano, haciendo que lo habitual para nosotros sea un descubrimiento único y maravilloso para el que viene de fuera. ¿Por qué lo aprecia más? ¿Por qué el hecho de disfrutarlo es momentáneo y fugaz? Posiblemente por todo eso, las pupilas se dilatan al encontrar un tesoro en un país lejano y para los de cerca es desconocido.
En el término municipal de Baltanás encontramos la Finca El Cercado para descubrir algo diferente y posiblemente ¿único? Único por lo que es, único por su emplazamiento en la comarca del Cerrato, porque su origen se remonta a la Edad Media y porque sus propietarios han decidido crear un espacio de turismo vivencial, como la misma propiedad lo define, dirigido a un turismo de calidad que llega a Castilla y León para descubrir todos sus atractivos en materia de arte, patrimonio, naturaleza y gastronomía.
Es más que un alojamiento rural porque la historia impregna las estancias que siguen decoradas con el histórico mobiliario herencia de la familia propietaria. Muebles antiguos, que se combinan con detalles de la vida que allí se vivió y con las comodidades modernas que todos buscamos, aunque a veces lo neguemos, cuando abandonamos la rutina en busca de aventuras.
Es más que un alojamiento porque forma parte de un proyecto de dinamización cultural y artístico que pretende dar a conocer e impulsar actividades dirigidas a recuperar tradiciones y dar un empujón al desarrollo de un entorno rural rico en gastronomía y naturaleza.
Celebraciones familiares y de empresa. Dos pabellones forman el conjunto que todavía no ha dejado de crecer y que tiene como escenario la paz extrema de las 50 hectáreas de la finca, delimitadas por una muralla que contiene una huerta con la que se aprovisionan las comidas de los huéspedes y que cambia de color con las temporadas, y los infinitos caminos bordeados por hierbas aromáticas y almendros cuyas flores caídas crean un manto rosa si acertamos a alojarnos para disfrutarlo en la época adecuada.
Dos edificios que se han rehabilitado con mimo y se funden con el paisaje para seguir siendo justamente lo que siempre han sido: una casa familiar con personalidad propia, con capacidad para albergar a 17 huéspedes que invita a vivirla y a descubrir todas las maravillas de su entorno.
Siendo Palencia un destino poco conocido, cuando se habla de cultura del vino encontramos en Baltanás un interesante conjunto de bodegas históricas que constituyen un importante patrimonio que data de 1543. Singular paisaje que se sitúa junto al núcleo urbano de la localidad y que cuenta con 374 bodegas excavadas con profundidades de hasta seis niveles.
Y como en toda buena zona de vino, conocida o desconocida, la gastronomía acompaña reflejando el carácter singular del destino. Sopas habadas, chuletillas de lechazo sobre brasas de sarmiento, caracoles y cangrejos de río, sin olvidar la cocina de caza menor que es imprescindible en esta comarca con más de 1.700 kilómetros cuadrados bañados por el río Pisuerga.
El cóctel perfecto de sosiego, arte, patrimonio, naturaleza y gastronomía mezclado en las cantidades justas y personalizadas al momento y en el momento de vivirlo y disfrutarlo.
Conocer el destino, descubrir el hotel… Descubrir un hotel, descubrir el destino.
Por Chelo Miñana