El Tónal volvió a llevar a Valladolid ritmos diferentes y sonidos que se alejan de las opciones más comerciales de la actualidad. El festival organizado por el Colectivo Laika siempre es un horizonte hacia el que mirar para descubrir a alguno de los artistas que pueden marcar la pauta de la industria musical en los próximos años, aunque ahora se encuentren lejos de los focos. La cita del LAVA es una ventana que se abre a tendencias novedosas que quizá acaben dando el golpe, como así fue en 2016 con la presencia de C. Tangana. Sobra ahora recordar la repercusión mediática de El Madrileño.
Precisamente uno de sus colaboradores en ese exitoso álbum fue el encargado de abrir esta edición del certamen. El compositor y productor madrileño pablopablo, hijo de Jorge Drexler, se ganó al público con su pop melancólico, algunas referencias a su padre, y un estilo suave y cálido que empezó a activar a la sala Concha Velasco.
Los gallegos Blanco Palamera fueron los siguientes en aparecer en escena, y continuaron esa estela marcada. Los autores de un disco tan interesante y delicado como Intimidade temieron indigestarse debido a unos problemas en el sonido que supieron solventar a tiempo para cerrar con buen sabor de boca. Canciones tan redondas como Aire, Al Mirar o Salvaje acabaron resonando de la mejor manera.
Los ritmos feroces de Mda cerraron la primera jornada del Tónal. Referente de la nueva generación, el artista nacido en Zaragoza y criado en Ponferrada ofreció un show difícil de encasillar, con toques trap, autotune y espíritu hyperpop, uno de los géneros de moda entre las nuevas voces nacionales. Sonidos sintéticos, electrónica, experimentación, y, sobre todo, mucha energía son las señas de identidad de ese estilo.
Depresión Sonora demuestra su gran estado de forma
El viernes abrió fuego el trío francés Société Étrange compuesto por Antoine Bellini, Romain Hervault y Jonathan Grandcollot. Esta personalísima propuesta musical fusiona el krautrock y el dub, situándose muy lejos de los sonidos más habituales que se suelen escuchar en las salas de conciertos.
El dúo malagueño Hmnos Munoz dio la siguiente muestra de vanguardismo en el LAVA. Estos falsos hermanos ofrecieron un recital de sonidos electrónicos y melodías que tocan palos tan distantes como el ambient o los ritmos latinos, en un proyecto que les conecta directamente a la escena que lideran artistas como Rusowsky o mori.
Quizá el plato fuerte del segundo día -y puede que de todo el festival- fue el concierto de Depresión Sonora, que ya apareció por el Tónal hace dos años. El proyecto del vallecano ha crecido, y se encuentra en un momento de plenitud musical y alcance cuyo techo está aún por descubrir, con exitosas giras por México y recomendaciones del presidente del Gobierno en funciones como síntoma de esa buena salud. Su punk-pop nihilista contrasta con su pose despreocupada en el escenario, que domina ante un público entregado, y que coreó con fuerza himnos de su catálogo como ‘Ya No Hay Verano’ o ‘Como Todo el Mundo’.
Juicy Bae aportó el contrapeso bailable al viernes con el último concierto del día. La sevillana afincada en Barcelona es una artista multidisciplinar que creció desde el baile y cante flamenco para cristalizar en sonidos cercanos al hip-hop y en la estética ‘raxet’. Juicy Bae ha colaborado con referentes de la escena urbana como Duki -autor de éxitos internacionales y capaz de llenar el WiZink Center de Madrid- y Polimá Westcoast.
La tercera y última sesión de conciertos, la del sábado, comenzó con el concierto de Las Petunias. El trío madrileño desplegó simpatía, buen rollo y un carácter totalmente desenfadado que les hizo ganarse el cariño del todavía poco público presente en la Concha Velasco. Aún tienen que ganar oficio en directo, pero sus contundentes melodías las sitúan ya dentro del movimiento de ‘girlbands’ que han aparecido con fuerza en España, y que cuenta con Ginebras, shego o Cariño como exponentes.
Surf rock desde el desierto del Sáhara
Las gandoras de su vestimenta dejaban bastante claro que Etran de l’Aïr venían desde el desierto, pero la distorsión de sus guitarras evocaba al surf rock de los Beach Boys o de, sin casi salir de Valladolid, Corizonas. No es arriesgado afirmar que el cuarteto nigerino ofreció el concierto más especial de la edición 2023 del Tónal, en una propuesta nunca vista antes en la ciudad pucelana.
Acostumbrados a animar bodas y bautizos en Agadez, en el corazón de Níger, se llevaron el corazón del público del LAVA de vuelta al Sahel, gracias a un concierto eléctrico y divertido en el que incorporaron buenas dosis del folklore de su tierra. Un acierto total.
Jadu Heart eran otra de las apuestas internacionales más potentes del cartel, y dejaron claro el porqué. La banda liderada por Alex Headford y Diva Jeffrey demostró que los británicos siempre son puntuales a la hora de clavar los directos gracias un espectáculo que mezcla el grunge, la electrónica o el rock al estilo de grupos como Pixies o, en España, Belako.
El punto final al festival lo puso Chico Blanco, que sustituyó a Berwyn, baja de última hora. La organización tuvo la cintura suficiente para traer sin casi margen a un artista y productor de renombre en la nueva escena electrónica y urbana española. En formato de sesión DJ, el granadino puso el colofón perfecto a un certamen que sigue empeñado año tras año en arriesgar y ofrecer una propuesta alternativa real que aporte aire fresco a un circuito de festivales cada vez más amplio, pero, paradójicamente, cada vez más reducido a los mismos grupos y las mismas propuestas.
Por Edu Mongil (Fotografías de Sara Franco Gil)