Conocido como la cuna del románico soriano, San Esteban de Gormaz deslumbra al visitante con un ingente patrimonio cultural
Daniel González.
No sorprende que este pueblo soriano haya sido declarado Conjunto Histórico-Artístico. Su perfil medieval, repartido en varias alturas y a orillas del río Duero, no deja indiferente, y es una de las mejores opciones para disfrutar de los frutos recogidos de la rica historia de Soria.
El municipio, uno de los más grandes de la provincia, entrelaza en su casco urbano, fortificaciones, arquitectura popular de tapial, adobe y una pizca de piedra, sin olvidar la guinda del pastel: sus preciosas iglesias de finas pinceladas románicas.
Su favorable condición estratégica, al pie de un río Duero vadeable, hizo muy deseable esta localidad para cristianos y musulmanes en su lucha por la dominación de la península en los siglos X y XI. Una larga batalla que ha hecho emerger un valioso patrimonio con notables tintes islámicos.
El románico más antiguo de la provincia
A finales del siglo XI, poco después de la victoria cristiana, se levantaron las iglesias de San Miguel y del Rivero, dos de las cuatro románicas con las que contó esta población. Dos templos que comparten estética (ambas cuentan con galería porticada) pero con ciertos matices que las diferencian.
Uno de ellos es la antigüedad, siendo la iglesia de San Miguel la más longeva. Construida en el año 1081, según aparece grabado en uno de los canecillos del pórtico, se levantó en mampostería con encintado de sillares tan solo en vanos y esquinas. De este templo destacan los capiteles del pórtico entre los que podemos ver fortalezas musulmanas, caballeros y animales.
La otra iglesia imprescindible de San Esteban de Gormaz, la de la Virgen del Rivero, es algo posterior a la de San Miguel, probablemente de principios del siglo XII. Su situación sobre un altozano dominando la Ribera de Duero, hace altamente visible su figura desde la distancia.
Y no te olvides de pasear por el su casco antiguo…
Más allá del popular románico, la localidad cuenta con otras numerosas edificaciones dignas de visitar y recorrer. Como su castillo y los pocos restos de muralla que se han conservado.
La fortaleza se levantó en el siglo X, convirtiéndose en un enclave indispensable en la batalla fronteriza, y cambiando de manos continuamente durante los siglos X-XI. Pero no la hemos de confundir con la fortaleza de Gormaz, varios kilómetros más al sur, pasado El Burgo de Osma. El impresionante alcázar de Gormaz (obra musulmana del siglo X) se alza dominante sobre un cerro y es la fortaleza califal más grande de Europa.
Se dice que fue Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, quien después de innumerables batallas, expulsó definitivamente a los musulmanes de la villa en el siglo XI. De hecho, San Esteban, aparece en varias ocasiones en el famoso Cantar del Mío Cid, lo que ha llevado a pensar que el autor, anónimo, podrías haber vivido en la localidad.
La muralla islámica, que protegía a la población de los continuos asaltos, se extendía desde el cerro del castillo hasta llegar al río Duero, y en la actualidad quedan algunos lienzos en las laderas, además de torreones y arcos en el núcleo urbano.
Y no puedes dejar la localidad sin pasar por su puente medieval de 200 metros de longitud y 16 ojos, o sin franquear su barrio de bodegas repartidas por las laderas del castillo y en las que se elabora el deseado vino de la D.O. Ribera de Duero… Y ya que estamos, que mejor forma de despedirse de San Esteban que con una buena copa de vino tinto.