Aunque cerró en 1967, esta gigantesca bodega de 6.000 metros cuadrados excavada en el Páramo Leonés se conserva bastante bien
Fotografías de Jesús G.R. Galería completa de Flickr
En cuanto a bodegas subterráneas utilizadas tradicionalmente para elaborar y conservar vinos, Castilla y León no tiene competencia en España. Está Aranda de Duero que se asienta sobre un entramado de galerías bajo tierra de 7 kilómetros de longitud. Y eso sin menoscabar los conjuntos de bodegas del resto de pueblos de la Ribera del Duero.
Pero esta famosa región vitícola no es la única que ha ganado fama por este icónico paisaje etnográfico. En el Cerrato se encuentra Baltanás con uno de los conjuntos excavados periféricos más importantes de Castilla y León por su conservación, antigüedad y número de bodegas, con casi 400.
Pero si ya nos centramos en dónde está la bodega subterránea más grande de la región y de España, nos tenemos que trasladar al Páramo Leonés, y más concretamente a San Adrián del Valle, donde se emplaza la bodega de Doña Rosa con 6.000 metros cuadrados excavados en la tierra.
Una bodega con raíles
Se trata de una bodega familiar construida en el año 1918 por el médico del pueblo, Baltasar Otero Blanco, y fue excavada por más de 60 obreros, tratándose de uno de los mejores ejemplos de arquitectura subterránea.
Tan inmensa es que llegó a contar con raíles donde circulaban las vagonetas y las enormes cubas de roble americano donde depositaban los millones de litros de vino Prieto Picudo que se producían y distribuían al año.
Una maravilla que tenemos la suerte de que se conserve intacta, con sus barricas y vagonetas incluidas, pese a dejar de tener uso en 1967 tras la muerte del patrón y con la plaga de filoxera atacando las viñas.
Convertirla en un atractivo turístico para la localidad
De momento no está abierta al público, aunque lo último que se ha sabido en el 2021 es que el Ayuntamiento estaba negociando con los propietarios para hacerla visitable.
Lo que sí puede verse es su entrada exterior, donde forma parte de todo un entramado de bodegas que servía a los habitantes de un pueblo que llegó a tener cerca de un millar de habitantes. También se conserva la alcoholera construida en ladrillo y situada frente a la entrada principal de la cueva-bodega, a la que se conectaba mediante raíles.
Tras la muerte del médico, su viuda Doña Rosa Rubio lo puso a la venta o cambio por no poderla atender. El anuncio del inmueble, fechado en 1949, rezaba que la explotación contaba con «bodega 65.000 cántaros, capacidad, vasija roble americano, rectificadora de alcoholes, producción diaria de 1.100 litros; dos alambiques, amplios depósitos y locales, y viña de 200.000 cepas en plena producción».
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