No es una catedral, ni una iglesia elegante. Es ruda como la montaña que la acoge, pero precisamente por eso, este templo es prácticamente único
Daniel González // Fotos: @enpueblo
Neila de San Miguel es un pequeño pueblo abulense a los pies de la Sierra de Béjar. Escondido entre grandes rocas, encinas, robles y castaños, su caserío, marcado por la típica arquitectura popular serrana, se mimetiza a la perfección con el paisaje. Lo que incluye a su iglesia, o más concretamente a su campanario que, independiente al resto del templo, aprovecha una gran roca granítica para hacerse destacar en altura.
Una imagen sencilla pero rotunda, de esas que solo puedes encontrar o perdiéndote o rebuscando en un libro olvidado en alguna estantería. Porque la iglesia de Niela no es ninguna catedral digna de salir en una guía turística, o un templo de finas líneas o relieves dibujados en su piedra. No presume de su arte, sino de su originalidad.
Para llegar aquí, y como suele pasar con estos lugares, deberás aventurarte por una carretera estrecha que serpentea en sintonía con el irregular relieve de esta tierra montañosa, justo en el límite de la provincia de Ávila con Salamanca. Y ya que llegas aquí, muy cerca, encontrarás lugares igual de sorprendentes.
Puente de Congosto es uno de ellos. Perteneciente ya a la provincia de Salamanca, esta localidad es famosa por su precioso puente medieval de 13 ojos que salva las turbulentas aguas del río Tormes.
Otro lugar muy poco conocido, muy cerca de Neila, son las ruinas del castillo de privilegiadas vistas del municipio de El Mirón, un nombre que describe a la perfección su cualidad más destacada. Desde sus muros de piedra podrás disfrutar de una panorámica completa de la Peña Negra, Gredos, pueblos como El Barco de Ávila, Bonilla de la Sierra o Piedrahíta, así como parte del Valle del Tormes y el del Corneja.
Desde luego, hablamos de una comarca con grandes atractivos digna de una escapada rural.