Tradición, moda, monumentos e historia. Todo esto es ‘Señoritas de Piedrahíta’, una ruta ideada por un joven de la localidad abulenese para rescatar la indumentaria tradicional de la comarca, y con las calles del pueblo como escenario
Daniel González // Folklore de Ávila
En un mundo globalizado cada vez es más difícil mantener los localismos textiles que antaño creaban identidad a una comarca, a un pueblo. Aquello que era cotidiano se convirtió en una antigüedad guardado en lo más alto de los armarios o refugiado en la memoria de los vecinos más veteranos. Tradiciones que, perdido su contexto cultural, dejan de ser útiles, pero que no necesariamente tienen que perderse.
Una firme creencia que guía las acciones de Rodrigo González Labrador, un joven de 32 años natural de Piedrahíta, que, a contracorriente, decidió desempolvar los antiguos ropajes de sus antepasados. Puso en marcha Señoritas de Piedrahita, una visita guiada por las calles de la localidad abulense reproduciendo las escenas de unas fotografías antiguas. En ellas aparecían mozas del pueblo vestidas con indumentaria tradicional en diferentes enclaves turísticos de la población, como la Casa del Administrador del Duque de Alba, la Plaza de España o el ‘pilón de arriba’.
Inspirado en estas imágenes, Rodrigo concibió una ruta cultural en septiembre de 2021 tanto por la historia material de la localidad, sus monumentos, como por la intangible, la de sus habitantes y sus vestimentas. El resultado fue un recorrido que “desandó” la popular procesión de la subida de la Virgen de la Vega de Piedrahíta, y el mejor escaparate cada año para mostrar los trajes serranos y bailes tradicionales de la zona.
Un beso entre pasado y presente
La colaboración del pueblo fue determinante. “Todos los participantes se esforzaron en la colocación y los detalles de las piezas. Pusieron toda la carne en el asador”, se enorgullece Rodrigo. Participantes en la ruta que, en algunos casos, eran nietas o biznietas de las señoritas que posaron hace casi 100 años, e incluso una de las modelos llevaba el mismo traje que su antepasada en la fotografía. “Para los familiares de las que en su día posaron para la cámara, fue muy emotivo”, confiesa.
Al final todas lucieron interesantes ejemplos de trajes tradicionales del Valle del Corneja y algún otro de los valles abulenses limítrofes. Se consiguió, así, aglutinar una digna muestra de la indumentaria tradicional de la comarca, enlazando generaciones, uniendo abuelas con nietas.
El evento, además, se montó sin ninguna recompensa económica ni ayuda institucional. Fue desarrollado “por y para el pueblo”, y sobre todo, “con el pueblo”, señala el piedrahitense. Defiende que es una idea ejecutada con el corazón, con respeto total a los etnógrafos, historiadores e indumentaristas. Un esfuerzo con el que quiere “culturizar”, transmitiendo la correcta colocación de todas las piezas del puzle de la indumentaria serrana. “Si conseguimos esto ya habremos avanzado en la desvirtuación de este rico patrimonio inmaterial, que va aumentándose a pasos agigantados”, recalca.
Una vocación innata por lo tradicional
Señoritas de Piedrahíta se comenzó a gestar en la tienda de la familia de Rodrigo, una zapatería. Allí lo aprendió todo. “Recuerdo que Pepita Morales, María Elia, mi madre, hablaban de unas viejas fotografías en las que salían personas conocidas para ellas, vestidas de indumentaria tradicional de gala”, rememora. Después de investigar, localizó dichas imágenes. La primera fotografía que bautizó el nombre del evento era del año 1934, divulgada por la revista Estampa. El resto de capturas que sirvieron de base para la ruta se obtuvieron del archivo de Pelayo Mas Castañeda, que fue todo un referente en la fotografía de promoción de la Marca España.
Pero la idea de Señoritas de Piedrahita ya estaba en su cabeza desde que era un niño. “El otro día encontré un trabajo de la asignatura de música de 2º de la E.S.O. Era un boceto de una ópera cuyo personaje principal era la XIII duquesa de Alba. Entre el vestuario de los personajes ya dibujaba yo algún manteo y calzón, sorprendentemente bastante ajustado a la tradición real”, recuerda.
Una afiliación que no es casualidad. Su madre, apasionada de las tradiciones del Valle de Corneja, le inculcó ya desde pequeño el valor de “lo nuestro” y de tener “orgullo de raza”. Enseñanzas que Rodrigo quiso llevar más allá, transformando ese legado ancestral en una iniciativa cultural que lo proteja y ponga en valor. “Me gustan mucho las antigüedades y la verdad, sin cultura de aprendizaje creo que mi ojo empezó desde muy tierna edad a valorar, a educarse y entender un poco sobre las piezas que habitaban en los baúles de Piedrahíta”.
Ahora, su interpretación es mucho más amplia después de una intensa formación con profesionales e investigadores indumentaristas, como el reputado etnógrafo Carlos del Peso, o Javier B. Reviriego, amplio conocedor del pasado textil del Valle del Corneja y la Sierra de Gredos. “Cuando les comenté el proyecto a Carlos y a Javier, les parecía una utopía culturizar y reproducir el complicado peinado de 18 rodetes con picaporte”, confiesa Rodrigo. Pero se consiguió, gracias tanto a la escucha activa de las modelos, como a la peluquería del pueblo, que aprendió cómo hacerlo.
Y la historia continúa
El piedrahitense quiere seguir trabajando en proyectos que le hagan feliz. “Si además atraen riqueza cultural y económica a la comarca, genial”, añade. Para este punto considera que sería necesaria la implicación y valoración de las instituciones y empresarios. Por el momento, no ha sido su localidad la que se ha interesado por sus proyectos, lamenta. Sí ha sido valorado en otros núcleos y aplaudido por profesionales del sector.
Este 2022 ya tiene diseñado otro evento. Irá marcado por las fachadas modernistas de Piedrahíta y con un hilo conductor de esa época, alejado pero adaptado a la tradición: El mantón de Manila. “Esto es un llamamiento para todo el que quiera participar se ponga en contacto conmigo”, añade.
Ahora viene lo más difícil: rentabilizar todo su trabajo de alguna forma. Es el creador de Excelencia Rural, un proyecto de consultoría en turismo rural y también está concentrado en la participación de unos manuales de turismo para estudiantes. Esto le ocupa mucho tiempo, que lo complementa con su trabajo habitual de guía turístico. “Soy autónomo y es duro crecer si estamos parados, puesto que es mi trabajo, mi profesión y mi dedicación”, reivindica.