Hay ciertas épocas del año en las que dejamos nuestro ir y venir para concentrarnos en el volver. Una vuelta a las tradiciones, a encontrarnos con familia próxima o lejana, a jugar a ser niños porque siempre hay una pequeña chispa que se enciende con las luces, los colores, la música y los regalos, para hacernos disfrutar de las pequeñas cosas y los grandes momentos que nos brinda la vida para estar juntos.

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Cruzamos fronteras provinciales repitiéndonos de nuevo que hay que hacerlo más a menudo, porque, durante un tiempo, para nuestra gran sorpresa, la normalidad se volvió excepción y su búsqueda esperanza de volver a encontrarla con sus ventajas y sus inconvenientes.
Otra forma de hacer turismo, esa en la que despertamos la curiosidad de los más pequeños haciéndoles descubrir las maravillas de pueblos y rincones familiares que se convierten en escenario de aventuras de niñez y juventud, con diferente versión según quién las cuente y cómo las haya vivido.
Guías turísticos de excepción son nuestros mayores, que, sin pretenderlo, atesoran datos históricos, y otros que no lo son tanto, pero ponen emoción a la historia, a la cultura y al patrimonio para hacer sonrojar en ocasiones a la rigurosa información de panfletos y páginas web y vuelven a dar vida a los que ya la vivieron.
En este número de Más Castilla y León os llevamos a disfrutar de grandes viajes cobijándonos en la calidez de lo cercano, para redescubrir y mirar con otros ojos esos destinos que encontramos cuando volvemos a casa, y que ya forman parte de nuestra historia aunque nos tengan que recordar que por allí pasamos y dejamos huella unos años atrás.
Este artículo se publicó como editorial del número 16 de MÁS CASTILLA Y LEÓN