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Una cápsula del tiempo en Matallana

El complejo de Matallana, en Villalba de los Alcores, compagina su condición de Centro de Interpretación de la Naturaleza con el de rico yacimiento arqueológico. La necrópolis excavada el pasado verano, que se puede visitar durante todo el año, permite conocer el modo en que vivían -y morían- los habitantes del lugar desde el periodo visigodo hasta el siglo XIII

La provincia de Valladolid posee un gran potencial arqueológico, con más de 2.000 yacimientos que abarcan desde el Paleolítico hasta la Edad Media. Esto es así hasta el punto de que no hay un solo municipio que no cuente con al menos un conjunto que merezca ser excavado y puesto en valor.

Buena muestra de ello se puede encontrar en la finca Matallana, en Villalba de los Alcores, cuyas 360 hectáreas incluyen restos desde la Edad del Cobre (en torno al año 2.500 antes de Cristo) hasta el siglo XIX, pasando por todos los periodos de la historia. Así lo destaca el arqueólogo Manuel Crespo, uno de los responsables del campo de trabajo desarrollado durante el verano pasado con estudiantes de seis universidades españolas, y que suponía el primer Curso de Arqueología Forense.

Restos visigodos

Los trabajos se han desarrollado en la necrópolis de Prado de Guadaña, una verdadera ‘cápsula del tiempo’ que encierra información de gran interés gracias a los enterramientos producidos entre principios del siglo VII y finales del XII. Esto es, desde el periodo visigodo hasta que se fundó el vecino monasterio cisterciense de Santa María de Matallana.
La necrópolis es solo una parte de los atractivos que encierra Matallana, que cuenta con un equipamiento de varias disciplinas para la educación ambiental, el ocio y el tiempo libre, pensado de forma especial para el turismo familiar.

La entrada al complejo es gratuita y el visitante puede acceder libremente a los yacimientos excavados, si bien Manuel recomienda realizar la visita guiada para comprender mejor lo que se contempla.

Quizá el periodo más interesante sea el verano, cuando se realizan las campañas de excavación. En muchas ocasiones los propios arqueólogos dejan sus herramientas y atienden al visitante, que tiene la oportunidad de conocer no solo la importancia del yacimiento, sino también la forma en que estos científicos plantean su investigación.

Elementos cubiertos

Son restos que ahora mismo están tapados para evitar la exposición a los elementos, puesto que apenas se trata de piedra, argamasa, arena y la mínima impronta que dejó el metal. Señala el responsable de la excavación que en Valladolid y Castilla y León existen numerosas necrópolis, “con la diferencia de que en Matallana se dispone de los medios para estudiar los restos humanos encontrados, lo que nos permite aprender mucho sobre cómo vivían aquellos hombres y mujeres”.

Por ejemplo, la actividad que realizaban se deduce a partir del desarrollo y el desgaste de antebrazos o talones. También se puede analizar si las condiciones de vida eran iguales en diferentes periodos de la historia. Por eso sabemos que los habitantes de Matallana eran agricultores y ganaderos, y por el análisis de sus huesos se sabe que su dieta se basaba en vegetales. Cebada, trigo, legumbre… También había algo de ganadería, que no ha cambiado mucho hasta la actualidad: ovino, porcino y bovino.

Además de las tumbas, entre los tesoros descubiertos el pasado verano están los moldes empleados para fabricar ‘in situ’ las campanas del monasterio. Literalmente, a pie de obra. Una lección de historia que se vive pisando la misma tierra que los arqueólogos.


Reportaje gráfico: Rocío Martín y Diputación de Valladolid

Texto: Ricardo Ortega

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