Pedro Ruiz Aragoneses preside desde marzo la asociación de industria alimentaria Vitartis. Representa la vanguardia de un sector “estratégico y esencial” para Castilla y León, con una visión sobre el negocio que combina cooperación y competencia
Ricardo Ortega
El futuro de la actividad productiva y comercial pasa por desenterrar un concepto tradicional, casi aguerrido, de la competencia, según el cual el éxito propio pasa por el fracaso de otras compañías y otros territorios. El mundo empresarial, sobre todo en sectores como el alimentario, se apoya hoy en una concepción que algunos han resumido en el neologismo ‘coompetencia’ para describir la competencia cooperativa.
“Ya no se trata de que para que uno gane otros tengan que perder. Cuando las empresas trabajan juntas crean un mercado más grande y de mayor valor del que podrían generar por separado”, recalca Pedro Ruiz Aragoneses, CEO de Alma Carraovejas y desde el pasado marzo presidente de la asociación de industria alimentaria Vitartis.
Ruiz Aragoneses proviene de la psicología sistémica, que aplica la teoría general de los sistemas a cualquier área, y en esa rama del conocimiento humano “es fundamental confiar en otras personas, sobre todo en el equipo propio”. Aplica esa filosofía también al funcionamiento de la cadena alimentaria, cuya percepción va cambiando en un proceso que se ha acelerado a raíz de la pandemia.
Uno de los pilares de la asociación es aproximarse al sector primario, incluso más allá de lo que establece la Ley de la Cadena Alimentaria. Al tomar posesión como presidente, Pedro Ruiz envió una carta a los socios “diciéndoles que no queremos ser garantes de la cadena de valor porque la cadena es una sola. Porque si vamos por separado agricultores e industria podemos tener un problema. Vayamos de la mano, creemos una marca, generemos valor a largo plazo”, anima el empresario.
Vitartis cree en el modelo francés, donde el pequeño productor es necesario. “Hay que favorecer que se gane la vida y darle la oportunidad de crecer. No es posible que vayamos a la Administración, en torno a un proyecto o un fondo europeo, llorando y barriendo para casa. Debemos ir juntos, como un sector”.
La industria ya ha cambiado la mentalidad y ha pasado de ser reactiva a ser proactiva, a buscar un hueco para su actividad y caminar en esa dirección. “Ahora bien, lo mismo que la empresa acude al mercado y nadie se lo pone fácil, porque por ejemplo nadie le garantiza un precio, cabría dirigirse al sector primario y preguntarle qué hace para ser competitivo, para diferenciarse. Si busca un cliente interesado por la producción ecológica, por los contratos a largo plazo…”.
El papel que puede tener la industria en este sentido es ir de la mano del agricultor, sobre todo del más joven, para que aprenda cómo crecer y darle la oportunidad de que lo haga. “Porque, si bien es cierto que con un 85% de micropymes es difícil ser competitivos, a lo mejor hay que integrarse en proyectos más grandes que hagan de tractor, respetando la independencia de cada cual”, señala Ruiz.
Vitartis se constituyó en 2009 y cuenta en la actualidad con 128 socios, que concentran el 40% de la facturación y el empleo de la industria alimentaria de Castilla y León. Realiza proyectos propios en materia de innovación y desarrollo, además de haber puesto en marcha una “interesante” dinámica de formación en materias como la economía circular o el cambio climático. Los valores que abrazan sus proyectos “tienen que ver con la colaboración y con la competitividad, con la cercanía la tierra y a las personas”. Siempre con la mirada puesta en la eficiencia.
CONQUISTAR LOS MERCADOS EXTERIORES
El campo de juego de la industria agroalimentaria ya no se llama España. Ni siquiera Unión Europea. La partida es global y ya no se pueden pedir barreras que impidan la entrada de productos de fuera. “Estamos en contra de la ‘autarquía’ porque necesitamos vender fuera nuestros productos. Incluso diría que necesitamos salir al exterior para saber si somos competitivos, y nuestra experiencia demuestra que la industria agroalimentaria sí lo es: Castilla y León es la tercera comunidad autónoma, tras Andalucía y Cataluña, en generación de empleo y valor añadido por parte del sector agroalimentario”, destaca el presidente de Vitartis.
Pero no se trata de una opinión, sino de una realidad, ya que “hemos demostrado que crecemos en exportaciones desde 2008, lo que es muy importante para nosotros”, recalca. Siempre sin perder de vista que esta industria no se deslocaliza “porque está pegada al territorio, fuertemente ligada al medio rural, muy cerca del lugar en el que se obtienen las materias primas”.
En relación con la internacionalización, Vitartis desea trabajar con otros clúster alimentarios de zonas que llevan más años trabajando, como Andalucía o Cataluña. Otro gran eje es la defensa de la marca Castilla y León, lo que se puede hacer de la mano de otros sectores, como Facyl (el clúster de la automoción).
“Es importante respaldar la marca España, incluso la marca Europa, y debemos aprovechar que nuestro país tiene muy buena imagen en términos de calidad y seguridad alimentaria”, subraya. Siempre destacando el concepto de ‘glocalización’, de respeto al origen y la identidad local con la visión de un mundo globalizado.
La internacionalización es precisamente uno de los ejes sobre los que pivota el plan estratégico de la entidad, que cuenta como pilares estratégicos la sostenibilidad, la competitividad y la responsabilidad social corporativa (RSC).
Otra línea es el afán por situar a la industria alimentaria de Castilla y León como una de las señas de identidad.
“No solo como uno de los grandes motores económicos y sociales de la región, sino como uno de los sectores estratégicos esenciales de nuestra tierra”. Todo ello desde una “actitud proactiva” de trabajo y comunicación con todos los grupos de interés, con el fin de sumar y tender puentes para el mejor de los desarrollos y los intereses comunes. Y ahora, ante el gran reto de la llegada de los fondos estructurales europeos “y nuestra contribución a ayudar a que el reparto y la generación de valor de estos fondos puedan generar el mayor desarrollo posible”.
Aunque el trabajo desarrollado en estos años es muy amplio, casi inenarrable, también es enorme el listado de los retos: el cambio climático, la integración de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) en la estrategia de los miembros, la visión responsable desde una quíntuple cuenta de resultados (que se compone de los económicos, los ambientales, los de gestión del talento y los de gobernanza, ética y compromiso social), la innovación y la transferencia de conocimiento…
“No nos conformamos con que nuestro sector sea sinónimo de supervivencia, como ha demostrado en su crecimiento después de la crisis del 2008 y la actual, sino también de sofisticación y vanguardia. Siempre arraigados y comprometidos con nuestra tierra, sus gentes, su historia y su cultura”, remacha Pedro Ruiz.