Las altas temperaturas invitan a detener la actividad, a posponer, a cancelar. A poner tierra de por medio. Todos conocemos por nuestra experiencia, y por las estadísticas publicadas, que los destinos de sol y playa son los favoritos de los españoles, y en eso los habitantes de la comunidad no son una excepción. Con todo, el periodo estival vuelve a ser ocasión para retomar la reflexión sobre las posibilidades que las nueve provincias de Castilla y León ofrecen para las vacaciones o para fines de semana, solos o en familia, en excursiones organizadas o en compañía de amigos. Como complemento a un viaje más largo o, por qué no, como destino principal.
No en vano la oferta es rica y variada, procedente del ámbito privado y del institucional, con un significado más natural, gastronómico o estrictamente cultural en función del producto del que se trate. Este número de la revista ARGI es un buen botón de muestra; sus páginas se hacen eco de dos propuestas culturales de relevancia nacional, como son la exposición de Las Edades del Hombre en Cuéllar y la que dedica a Alonso Berruguete el Museo Nacional de Escultura, incluyendo su preámbulo en Paredes de Nava, localidad de nacimiento del maestro renacentista.
En esta ocasión, además, la revista se detiene en diferentes hoteles, bodegas y restaurantes que constituyen un destino en sí mismos. Todos estos reclamos tienen en común que van más allá de la ‘cultura selfie’, puesto que parten de un compromiso con el entorno que los convierte en algo mucho más rico que un espacio en el que descansar, beber o comer. Es el caso de los establecimientos incorporados al sello ‘Restaurante de la Tierra’, que certifica una determinada visión de la gastronomía, o de proyectos familiares como Estrella del Bajo Carrión, con una identificación tan profunda con el pueblo que lo acoge (Villoldo) que ambos se confunden.
La identidad de los territorios es uno de los pilares que sustentan la línea editorial de esta publicación. Bien lo sabe su lector. De ahí el pequeño homenaje que en esta ocasión rendimos a la Fundación Naturaleza y Hombre por su esfuerzo en vertebrar el Oeste Ibérico. O la mirada asombrada de nuestra redacción a espacios como los Montes de Miranda y Ameyugo, en el norte de Burgos, que tiene su reverso en la orografía plana de los Torozos. Un catálogo inagotable de planes en el que no cabe pasar por alto el artículo que Tomás Jurío dedica al vino y su temperatura de degustación en tiempo de verano. Porque hay placeres que no se pueden posponer ni cancelar.