La actual edición de Las Edades del Hombre se anuncia con la imagen de un hombre que se inclina ligeramente y ofrece su mano al espectador. Es un saludo humilde, con la palma de la mano hacia arriba
Uno no puede dejar de acordarse, por comparación, del gesto al que nos tienen acostumbrados determinados líderes mundiales, que con su apretón de manos pretenden lanzar un mensaje de control y dominación
La muestra lleva por título ‘Reconciliare’, que tanto en latín como en castellano significa volver a las amistades o atraer y acordar los ánimos desunidos. Para la Real Academia Española también hace referencia a confesarse ante el sacerdote de manera breve o de culpas ligeras, con lo que la exposición posee un doble sentido (la vuelta a una antigua amistad y el sacramento de la confesión), si bien ambos son una misma cosa para el creyente.
El comisario de la exposición es Miguel Ángel Barbado, delegado de Patrimonio de la Diócesis de Segovia. Su coordinadora, Montserrat Martín, destaca que en la edición de Cuéllar se ofrece un recorrido por la historia sagrada con imágenes de nuestros días.
También con obras de arte de los periodos más prolíficos de nuestra historia, en formatos como la escultura y la pintura, pero también por medio de libros, fotografías (como las de Ricardo Muñoz y Rafael Trobat) y vídeos. Como el que nos recibe en la iglesia de San Andrés para dejarnos el cuerpo helado.
Heri. Antaño
San Andrés se sitúa extramuros de la ciudad y se tiene conocimiento de que ya estaba construida en 1277. La iglesia se decora con ladrillo y su portada principal se levantó sobre otra anterior, de estilo románico. Nada más penetrar en el templo nos asaltan las imágenes del audiovisual, con imágenes de guerra, de corrupción, de hambre y pobreza. Desde la I Guerra Mundial, pasando por el holocausto nazi, hasta el bullying o la actual guerra de Siria. La lista de abusos al más débil e inocente podría incluir algún ejemplo más.
A continuación el vídeo nos interroga. ¿Cómo ponerse delante de estas situaciones quien se considera cristiano, quien se tiene por ciudadano de un país moderno o se considera un ser humano solidario? Acaba con numerosas imágenes de manos como símbolo de reconciliación. Manos que ayudan, que dan alimento, que consuelan. Es un anticipo de la respuesta que nos ofrece esta edición de Las Edades.
El preámbulo de la muestra consta de una sola obra ‘Reconciliare’, óleo sobre lienzo que el artista Eduardo Palacios ha pintado expresamente para esta ocasión.
El primer capítulo lleva por título ‘Heri’, antaño en latín, y trata de mostrar un dios reconciliador con los humanos. Como se indica al visitante, resulta muy extraño abrir un libro milenario para intentar comprender el presente. Pero el libro al que se refiere la muestra es la Biblia, “el libro básico de occidente”, que ha generado en gran medida los valores de nuestra cultura, los símbolos empleados para interpretar la vida y la muerte, dos coordenadas fundamentales del hombre.
Para los responsables de la exposición, la relación entre el hombre y la divinidad responde a claves válidas para ayer y para hoy: Dios ofrece al hombre el don de la vida y la esperanza, pero los humanos lo rechazan y apuestan por la violencia y por la muerte. Entonces el creador aplica su justicia a los hombres, dejándolos con su dolor, aunque siempre deja una puerta abierta a la esperanza, a la nueva vida. A la reconciliación.
En ese recorrido se repasa desde la creación y el pecado original hasta Abraham. Tras caer en la tentación Adán y Eva deben cubrirse, son expulsados del Paraíso, deben trabajar para poder comer. Caín y Abel como ejemplo de pecado y castigo, el diluvio universal, la torre de Babel en la que los hombres dejan de comprenderse entre sí… “Siempre existe una reacción al pecado. Después llega el perdón; caer y levantarse, siempre con alguien que te tiende una mano”, subraya Martín.
Entre las paredes de San Andrés se nos dice que la rebelión del hombre contra Dios, contra sus hermanos, contra la naturaleza, son consecuencia del egoísmo. Esto último se refleja en el incendio del valle del Tiétar de 2009, como nos recuerdan las imágenes tomadas por Ricardo Muñoz Martín.
Rafael Trobat presenta diferentes imágenes tomadas tras el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua. Su ojo muestra los resultados de la guerra, la pena, los huelepegas, chicos que parece que juegan pero están esnifando pegamento. En un estercolero de Managua se ve a un niño que te interpela directamente al fotógrafo. O quizá al público. ¿Qué miras?
In figura. Para Ejemplo
Muy pocos pasos nos separan de San Martín, situada junto al castillo de Cuéllar y que este año interrumpe su función de Centro de Interpretación del Arte Mudéjar. Fue declarada Monumento Artístico Nacional en 1931 y es una de las mejores muestras de la arquitectura de la localidad. Sus pequeñas dimensiones son suficientes para albergar el segundo capítulo, ‘In figura’, que podemos traducir como ‘para ejemplo’.
Para intentar descubrir las relaciones entre Dios y los hombres, y poner de relieve la oferta constante de reconciliación por parte del primero, la muestra se vale de la historia del antiguo Israel en el desierto.
Su recorrido arranca en el libro del Éxodo, con Moisés y el rey David como protagonistas, y nos conduce hasta la Anunciación. María conoce que ha sido escogida para ser madre de Jesús, y la escena es traída con cuatro ejemplos en bronce, alabastro, madera de nogal policromada y un óleo sobre tabla. Como consecuencia, dos vírgenes embarazadas: la Virgen de la esperanza de Juan de Juni y un anónimo castellano en pino policromado.
Hodie. Hoy
El capítulo tercero, Hodie (Hoy), sirve para subrayar que para la Iglesia existe un Dios “paciente pero no indiferente”, consciente de las traiciones humanas pero abierto a la reconciliación. Sobre todo, subraya que el dios de la Biblia conduce hasta Jesús de Nazaret, el nuevo Adán, el liberador, el hijo de David. Por eso ese dios hecho hombre muestra a sus seguidores que su padre está abierto siempre a la reconciliación perdonando a Magdalena, que le lava los pies con sus propias lágrimas, librando de la muerte a la mujer adúltera, acusada hipócritamente por los hombres, buscando a la oveja perdida.
Es el Cristo que cena con el fariseo, que encuentra en Pablo el apóstol de los gentiles, y siempre con una mirada de perdón, de reconciliación. También se le muestra camino del Calvario, con una sucesión de imágenes de crucificados entre la que llama nuestra atención un Cristo sin cruz, obra en bronce de Julio López.
En el ábside, el Cristo de la Agonía, de Manuel Pereira. Del Museo Diocesano de Palencia llega una crucifixión de Pedro Berruguete, y también merece la pena poner los ojos sobre las diferentes versiones del buen pastor y de la parábola del hijo pródigo.
Semper. Siempre
En la última etapa del recorrido miramos a nuestro día a día y el guion se pregunta cómo el creyente de la actualidad experimenta de forma concreta la reconciliación con su dios y con sus congéneres. Es el cuarto capítulo, Semper (Siempre), donde nos encontramos con la penitencia.
Estamos en el tempo dedicado a San Esteban, situado en el centro urbano y declarado Monumento Artístico Nacional en 1931. En su interior se encuentran la yesería mudéjar y las tumbas en las que han aparecido las bulas que constituyen una de las propuestas más sorprendentes de la muestra.
Aquí se nos recuerda el capítulo del Nuevo Testamento en el que, una vez resucitado, Jesús visita a los apóstoles, sopla sobre ellos para que reciban el Espíritu Santo y les concede el don de limpiar los pecados a través de la confesión. La reconciliación.
El papel de la penitencia
Para los responsables de Las Edades del Hombre, “desde entonces la Iglesia cumple el mandato de Jesús perdonando los pecados. Lo hace mediante el sacramento de la reconciliación o sacramento de la penitencia”. De este modo, “un signo externo, el encuentro del penitente con el sacerdote, hace realidad el encuentro del cristiano con Cristo”.
A partir de este punto, la muestra enseña ejemplos de penitencia y de reconciliación, así como la fe de los creyentes en el perdón de Dios “mediante el ministro de la Iglesia y por medio de la reparación del mal hecho”. Sin ir más lejos, las bulas de indulgencias que el visitante encuentra en la iglesia de San Esteban “son un ejemplo de la fe sencilla del cristiano en la eficacia del perdón de Dios”, así como “del esfuerzo por reparar el daño de los pecados mediante obras de misericordia”.
En el año 2009 son restaurados los sepulcros de don Martín López de Córdoba Hinestrosa y su esposa, doña Isabel de Zuazo. Al abrir la tumba después de seis siglos, junto a su cuerpo se halla su libro de oraciones. También todas las bulas que ha ido atesorando a lo largo de su vida, a través de las cuales se financiaban diferentes proyectos.
Esa colección de documentos se rehidrató y restauró en el Archivo de Simancas, y hoy puede verse casi al final del recorrido. De los cinco que se muestran en Las Edades, uno de ellos está conectado con el gran cuadro que cuelga en el interior de San Esteban: ‘La conquista de Granada’, pintado en 1890 por Carlos Luis de Ribera en un lienzo de tres metros de alto por casi seis de ancho.
Este lienzo se trae desde la catedral de Burgos para recalcar que empresas como la toma de la última capital árabe por los Reyes Católicos se financió precisamente mediante la emisión de este tipo de documentos.
Ocupa un lugar preeminente el sepulcro de un caballero del linaje de Rojas, obra anónima del siglo XIV en madera policromada de nogal y pino. Destacan por su detalle los relieves con escenas de la vida del caballero, así como la reproducción de su perro, “símbolo de fidelidad”, como recuerda Montserrat Martín. La obra procede de Santa María de Vileña, en Burgos.
Para la Iglesia el sacramento de la penitencia también es el sacramento de la reconciliación, es decir, de la confesión. Por eso encontramos imágenes de la penitencia de personajes que nos son conocidos, como la Magdalena, Santa María Egipciaca, San Jerónimo, San Agustín, San Ignacio… De hecho, el abrazo de San Francisco y San Ignacio, los dos fundadores de las órdenes mendicantes, llama poderosamente la atención y recuerda al visitante la imagen de otras obras protagonizadas por abrazos.
Nos devuelve a la actualidad la fotografía del papa Francisco, quien hace pocos años viajó al campo de concentración de Auschwitz. En la imagen se le puede contemplar meditando y al final de esa reflexión dejó escrito, en castellano, “perdón por tanta crueldad”.
Es el guiño final al audiovisual que abre la muestra, el cruel recordatorio de todos los peldaños que el ser humano es capaz de descender hasta el horror. Dante hablaría de bajada a los infiernos, aunque en esta ocasión Las Edades del Hombre prefiere referirse al paraíso perdido. Una de las obras de la exposición es un ejemplar del ‘Paradise lost’ de John Milton. También porque después de la tormenta llega la calma, o porque después de la ofensa se abre el perdón.
Reportaje gráfico: Alfredo Allende Mazón
Texto: Ricardo Ortega