Las noticias sobre despoblación que tantas veces habitan el periódico o el telediario local pueden tener el efecto no deseado de crear un estigma, un sambenito, sobre las comarcas que forman Castilla y León. Envejecimiento, masculinización, emigración o ausencia de iniciativas son algunas de las etiquetas que pueden terminar por bajar la autoestima colectiva de una comunidad autónoma, y que sin embargo apenas reflejan una parte de la realidad.
Las páginas de ARGI 58 guardan muy poca relación con los tópicos tan manidos y bullen a base de proyectos ilusionantes, que demuestran que los habitantes de Castilla y León tienen futuro y sobre todo -si se nos permite- tienen horizonte.
Dentro de los límites que dibuja esa línea que separa el cielo y la tierra se desarrollan iniciativas privadas que persiguen un objetivo tan digno como ganarse el sustento. Buenos ejemplos de ello nos encontramos en el ámbito de la agroalimentación, base de una economía que sorprende por un saber hacer en el que se conjugan el conocimiento tradicional y la innovación. En ese contexto cobran sentido experiencias como Tierra de Sabor, que segmenta su sello
para destacar los productos artesanos, los ecológicos, los saludables o los que cuentan con un marcado carácter social.
También destacan la actividad desarrollada por los artesanos alimentarios, verdaderos agentes de desarrollo rural, o experiencias como la reciente Marca de Garantía Espárrago de Tudela de Duero. Por no mencionar el mundo del vino y la viticultura, tan presente siempre en las páginas de esta revista.
Desde otro ángulo, no merecen sino elogios los colectivos que defienden de forma desinteresada el carácter de sus territorios, o bien de alguno de sus aspectos natural o patrimonial. Es el caso de la Asociación para la Reserva Geológica de las Loras, Argeol, que han conseguido para este espacio, repartido entre Burgos y Palencia, la declaración de Geoparque Mundial. Es la primera comarca natural que alcanza este reconocimiento en Castilla y León, motivo de satisfacción tanto
para el colectivo como para sus municipios y sus habitantes.
Similar empeño parecen tener las asociaciones jacobeas que impulsan el olvidado Camino de la Montaña, que enlaza el norte de Burgos con Villafranca del Bierzo. No cabe duda de que conseguirán su objetivo de promoción. Porque solo fracasan los que no lo intentan. O quienes se dejan arrastrar por el fatalismo del telediario.