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Escondido a la vista de todo el mundo: el único escudo en piedra de ‘Pepe Botella’ que se conserva en Europa

El escudo de la España josefina eliminó las flores de lis borbónicas y las sustituyó por el águila napoleónica. También introdujo (por primera vez desde los Reyes Católicos) las cadenas de Navarra. Olvidado por la historia y por el público, el único de esos emblemas que queda en Europa se encuentra a la vista de todo el mundo en un concurrido monasterio benedictino

Ricardo Ortega

Castilla y León fue uno de los escenarios principales de la llamada Guerra de la Independencia, un conflicto de naturaleza compleja en el que se mezclaron identidad nacional y enfrentamiento ideológico.

Por su situación estratégica -en la ruta hacia Madrid y Lisboa-, la ciudad de Valladolid fue escogida para albergar gran parte de las tropas napoleónicas.

Las huellas de aquella decisión se siguen notando (y de qué manera) en numerosos edificios religiosos de la ciudad, desde el Colegio de San Gregorio y San Pablo hasta la arrasada (y desubicada) iglesia de San Nicolás, la arruinada San Agustín y el que fue epicentro militar de Valladolid: el convento benedictino de San Benito.

Situado prácticamente en la confluencia entre los ríos Esgueva y Pisuerga, el solar que hoy ocupa San Benito albergó en la Edad Media el Alcázar Real de Valladolid. Convertido este fuerte en monasterio, recuperó su función militar cuando la ciudad fue ocupada por los franceses.

Aquella ocupación supuso numerosos destrozos y transformaciones en el conjunto monástico, incluida una novedad singular: en la fachada de la actual iglesia de San Benito luce el escudo en piedra colocado por los ocupantes.

Dos siglos después, esa enseña ha ido desapareciendo de toda España y el descuido o la desgana han hecho que hoy permanezca, discretamente, a la vista de los miles de personas que pasan bajo ella a diario.

¿De verdad es el escudo de José Bonaparte? Para el historiador Iñigo Bolinaga, experto en aquel periodo histórico, el escudo de la España josefina “quitó las flores de lis borbónicas del centro y las sustituyó por el águila napoleónica”. También introdujo -por primera vez desde los Reyes Católicos- las cadenas de Navarra.

Escudo que luce la fachada de la iglesia de San Benito. Fotografía: Ricardo Ortega

“Los dos cuarteles inferiores del escudo corresponden al reino de Granada y a las Indias”, añade. Tras visitar San Benito y observar la fachada, Bolinaga concluye: “Se trata de un escudo josefino perfecto”.

¿Era José Bonaparte un buen rey?

Bolinaga rechaza caer en el ‘presentismo’, esa irritante costumbre de juzgar eventos pasados bajo el prisma de estándares morales actuales, sin entender el contexto de la época. Por eso se resiste a afirmar que el hermano mayor de Napoleón fuera “un buen rey”.

En todo caso, “habitualmente se le considera como ‘buen’ monarca porque aplicó por primera vez una política liberal en España, la que a la postre ha triunfado; de manera que, ‘presentísticamente’, es un buen rey, más aún si lo comparamos con el abúlico Carlos IV y el infame (¿infame? habría que hablar mucho sobre ello) Fernando VII”, recalca el historiador vizcaíno.

¿Un rey legítimo?

Para Bolinaga, José Bonaparte es «legalmente» rey de España porque en las abdicaciones de Bayona Fernando VII devolvió la corona a Carlos IV (con acuerdo y firma legal), este a Napoleón (con acuerdo y firma legal) y este a su hermano José (con acuerdo y firma legal).

A partir de ahí, José I convoca Cortes para dar a España una Constitución. En 1808 se proclama rey con el respaldo de los diputados que acudieron a su llamada, en la ciudad vascofrancesa de Bayona.

“La Constitución de Bayona (o Estatuto de Bayona, para la historiografía española) es la primera de signo liberal que tuvo España”, apunta Iñigo Bolinaga, pese a que la mayoría de historiadores patrios “se niegan a reconocer que la primera vez que España tuvo una constitución se la dieron los franceses”.

Moneda de 80 reales. El anverso es José Bonaparte. En el reverso, el escudo josefino.

En cualquier caso, y aceptando esto, “la primera vez que España tuvo un articulado legal con derechos y obligaciones basadas en los ideales liberales de la Revolución Francesa fue en 1808 y no en 1812, y fue la Constitución de Bayona, firmada por José I Bonaparte”, recalca.

¿Quién era en realidad Pepe Botella?

El apodo de Pepe Botella es obra de los partidarios del español Fernando VII, que atribuían a José un supuesto alcoholismo o como mínimo una gran afición por el vino. “Sin embargo, era abstemio”, recalca Bolinaga.

“En el fondo, era un ‘bon vivant’. Era un hombre ilustrado y le gustaban las mujeres, los placeres de la vida”, subraya. De las muchas amantes que tuvo, quizá se recuerde especialmente a María de las Mercedes, por la copla “La señora condesa/ tiene un tintero/ donde moja la pluma/ José primero”.

José Bonaparte, retratado por Wicar.

En cuanto al carácter de este monarca, “no creo que, en circunstancias normales, hubiera destacado especialmente como un gran rey, pero le tocó desmontar toda la trama absolutista para instalar el nuevo sistema”, matiza Bolinaga.

En ese sentido, un grupo de gente culta, ilustrada, “consideró adecuado apoyarlo, a fin de introducir definitivamente los nuevos planteamientos políticos y económicos en la España absolutista” de principios del siglo XIX. Eran los afrancesados, tan denostados durante años por gran parte de la opinión pública y publicada.

¿Qué fue de José I?

Este rey frustrado, cuya trayectoria bien podría sustentar el guion de una serie televisiva, siguió los avatares de la guerra. Cuando Francia empieza a perder terreno, se refugia en Burgos, después en Miranda de Ebro y finalmente en Vitoria, antes de la recordada como batalla de Vitoria.

Derrotada la Francia revolucionaria se exilia en Suiza y después en EEUU. Morirá en Florencia en 1844.

En España se le recuerda de forma muy sesgada, casi como una caricatura. Pero merece la pena recordar que en Madrid se le conocía como ‘Plazuelas’ por el gran número de plazas que introdujo en la trama urbana de la ciudad, normalmente después de derribar iglesias y conventos. Su legado más conocido son los jardines de la plaza de Oriente, al lado del Palacio Real.

¿Y qué fue de San Benito?

Después de la ocupación francesa, el complejo monástico fue sede del regimiento militar de San Quintín hasta bien entrado el siglo XX.

No solo fue víctima de la Francesada. También se vio afectado por las guerras carlistas, y sobre todo por las desamortizaciones. Gran parte de las obras de arte salidas de allí se pueden visitar hoy en el Museo Nacional de Escultura, con un papel destacado para Juan de Juni.

Tras su rehabilitación, alberga oficinas municipales, una biblioteca y salas de exposiciones, integrando elementos históricos como el patio, que hoy es el Museo Patio Herreriano, de arte contemporáneo.

Fotografía principal: Jorge Franganillo

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