Yago Costoya
Cada vez que se cierra una casa se pierde una historia, unas costumbres y unos recuerdos. En la provincia de Burgos, casi llegando a Palencia, se encuentra en la comarca de Odra-Pisuerga, Villamedianilla. Allí sobreviven a la nostalgia quienes la pueblan u osan merodear entre sus calles, desérticas ante el galopante paso de la despoblación.
La localidad vive congelada en el tiempo. Todo ha cambiado, pero ‘todo sigue igual’, pues aún muchas viviendas conservarán su vajilla colocada, las sillas alineadas con la mesa y un televisor que espera una señal que nunca aparece. Sin embargo, las posibilidades de reformarlas y habitarlas ya son «ínfimas«, asegura Domingo Álvarez, alcalde de Villamedianilla.
La ausencia de voces, golpes y ruidos mantienen el municipio como un remanso de paz en el que la naturaleza gana cada vez más protagonismo. La maleza se apodera sigilosamente de aquello que le pertenece, trepando sobre los muros que un día se impusieron sobre ella.
En la zona alta de la localidad, se halla el testigo silencioso del devenir de los años, la iglesia de San Pedro Apóstol, a la que cada vez acuden menos religiosos. Está datada en el siglo XVIII y construida en piedra de sillería. También se conservan en Villamedianilla algunas bodegas y lagares tradicionales.

Situación de Villamedianilla
Con 9 habitantes censados, de los que «tan solo 4 ó 5 residen todo el año», Villamedianilla mantiene su ayuntamiento, algo por lo que luchan muchos municipios para seguir gozando de autonomía e identidad propia. Sin embargo, algunos vecinos que sufren a diario las dificultades de la despoblación y la consecuente falta de servicios, tiran la toalla y terminan sucumbiendo a la idea de adscribirse a localidades mayores. «Por habitantes, yo no entiendo que aquí haya un ayuntamiento. Considero que es un coste para el estado importantísimo, yo preferiría un ayuntamiento que comprenda muchos pequeños pueblos y que ofrezca al menos, a 20 kilómetros de aquí, mejores servicios«, relata Belén Menéndez, residente de la localidad.
Su opinión no es para nada controversial en el pueblo, pues está respaldada incluso por el propio alcalde, «mientras la ley nos lo permita, mantendremos el ayuntamiento, pero cuesta mucho y hay que perder mucho, tenemos más necesidades que fondos. La mejor manera de gestionarlo sería juntarnos a un municipio de mayor tamaño, pero entonces las ayudas iban a ser todavía menores al convertirnos en una entidad de población menor«, afirma Domingo.
Y es que, a Belén le ha tocado ser la más joven del municipio, «excepto yo, el resto de vecinos son mayores. A mí me toca hacer cada dos por tres de enfermera», añade la vecina, que afirma que «aquí hay que buscarse la vida, si no tienes coche estás muerto.»
Pese a que el apoyo entre los vecinos siga existiendo, lo cierto es que la convivencia se desvanece a fuego lento, «aquí ya no existe la vida social, nos hemos hecho a eso y nos sentimos hasta cómodos, no hay trato ni diferencias con nadie», lamenta el alcalde.
Actualidad
La localidad ha mantenido la misma población durante el último año. De los 371 municipios que conforman la provincia burgalesa, tan solo 160 han logrado crecer o mantener igual su censo en 2024. Sin embargo, 211 localidades han experimentado una pérdida poblacional, lo que supone una alarmante sumersión de muchos pueblos castellanoleoneses en el detrimento patrimonial y en las profundidades de lo próspero.
«¿El futuro de Villamedianilla? lo veo muy oscuro, muy negro… Yo mantengo el tipo como alcalde, pero no sé si cuándo deje el cargo alguien lo asumirá» , concluye Domingo.



