Alfredo Fernández
Es un pensamiento que traerá muchos recuerdos el saber cómo eran los festivales de cine en los que participó antes y después de su llegada. José Luis Cienfuegos falleció a los 60 años debido a un derrame cerebral, y por culpa de este inesperado acontecimiento, los festivales de cine pierden a uno de sus mayores baluartes
Tras graduarse en la Universidad de Oviedo y hacer sus pinitos por el mundo de la radio, dio el salto al departamento de prensa del Festival Internacional de Cine de Gijón, certamen del que se haría cargo en 1995. Lo cambió de fecha, le dio otro tono y sobre todo: consiguió que volviera a tener relevancia y un atractivo general.
Desde 1995 hasta 2011, con él al cargo, el Festival de Gijón logró lo impensable: ser el referente cinéfilo en lo que se refiere a festivales del panorama nacional. Se puede decir que era alguien inquieto, dado a la multitarea, porque del año 2000 hasta el 2012, compaginó esta dirección en Gijón, con la organización del festival multicultural «Intersecciones».
Ya no solo se dedicaba a exponer el cine en nuestro país, sino que sus festivales eran un escaparate para músicos y noveles de la escena que buscaban una oportunidad de mostrarse y lucirse ante un público que cada vez se acostumbraba más a este nuevo estilo.

Su forma de pasear la cultura en sus festivales, mostrando mezclas innovadoras y teniendo movimientos rompedores y cambiantes en este panorama, lo catapultaron a dirigir en 2012 el Festival de Cine de Sevilla.
Su forma de administrar y de homenajear a artistas y cineastas de talla mundial, mezclada con la forma de organizar sus festivales, mostró al festival de Sevilla como el mejor para adquirir nuevos gustos cinéfilos a través de una pantalla ajena.
En 2023, tras volver a rediseñar los festivales de cine, fue designado como director de la «Seminci», en donde en tan solo tres ediciones, supo dejar su huella en cada una de ellas para otorgarle un prestigio y un renombre soñado por cualquier festival.
Cienfuegos no era alguien que se centrara en el cine para estar de paso buscaba dejar su huella. Si lo de dirigir se le quedaba corto, pues ejercía como jurado (en festivales como BAFICI, Karlovy Vary, IFF Rotterdam Tigers y el prestigioso Festival de San Sebastián).
Ha dejado una huella que tardará en borrarse, porque no solo impulsó el cine europeo en nuestro país, sino que además, grandes del sector como Olivier Assayas, Todd Haynes, Hal Hartley, Todd Solondz, Larry Clark o Harmony Korine aparecieron en nuestro panorama gracias a él. Nos deleitó con Agnès Varda y hasta con ganadores de la Palma de Oro como Jacques Audiard, Abdellatif Kechiche o Ruben Östlund. Si algunos cines de países europeos que aquí eran desconocidos no llegaban, él los traía y, si llegaba a algún sitio y algo no tenía un buen funcionamiento, lo cambiaba de raíz para que fuera rompedor, efectivo y sobre todo propio.
Tras muchos años representando al campo de la cultura, Cienfuegos se despide con un legado intachable. Pero esto no tiene que ser un adiós, ni un hasta luego, tiene que ser un bonito recuerdo de lo que nos dio y de cómo nos complementó. Un bonito recuerdo que seguro que muchos ya están disfrutando y del que siempre se acordarán con una sonrisa.



