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El Museo Nacional de Escultura, un tesoro oculto en tres actos

Cada una de sedes de la institución es un tesoro en sí misma. Desde la fachada plateresca del Colegio de San Gregorio hasta el renacentista Palacio de Villena o la estética herreriana de la Casa del Sol

Mario Martín

El Museo Nacional de Escultura, en la ciudad de Valladolid, es mucho más que un simple museo. Es un viaje a través de la historia del arte español, de las letras y de la política. Un viaje al que fue el corazón de los Reyes Católicos. Un recorrido por tres edificios emblemáticos que albergan una de las colecciones de escultura más importantes del mundo, y sin exageración alguna.

El museo tiene una particularidad: se distribuye en tres sedes, cada cual con su propia historia y personalidad: el Colegio de San Gregorio, el Palacio de Villena y la Casa del Sol. Cada una de ellas alberga una parte fundamental de la colección, creando un diálogo entre el continente y el contenido.

Colegio de San Gregorio

Este impresionante edificio gótico, con su fachada plateresca, es la sede principal del museo. Fue construido a finales del siglo XV como colegio teológico, y su claustro y capilla son auténticas joyas arquitectónicas. Tras sus impresionantes puertas no solo descansan las obras de los mejores artistas en madera de España, sino que en su día escribieron parte de su legado teólogos de la talla de Bartolomé de las Casas o Francisco de Vitoria.

Aquí se encuentra la mayor parte de la colección de escultura religiosa, con obras maestras de artistas como Alonso Berruguete y Juan de Juni.

Palacio de Villena

Este palacio renacentista, antigua residencia de los marqueses de Villena y lugar de descanso en su paso por Valladolid de Carlos I, alberga la colección de escultura funeraria, la biblioteca y el taller de restauración. Sus patios y salones son un ejemplo de la elegancia y el esplendor de la nobleza castellana.

Belén Napolitano, en el Palacio de Villena.

Casa del Sol o Palacio del Conde de Gondomar

Esta casa señorial del siglo XVI, de estilo herreriano, con su característico patio interior, completa el recorrido por el museo. Además de este palacio, cuyo nombre viene por un sol que preside la fachada, es parte de la casa la iglesia de San Benito el Viejo, que desde el renacimiento se juntó con el Palacio de Gondomar y funciona, desde entonces, como su capilla.

Aquí se exhiben obras de pequeño formato, como relieves y tallas de marfil, como parte de la colección del Museo de Nacional de Reproducciones Artísticas.

Interior de la Casa del Sol, un homenaje a la copia.

Un mundo por descubrir

Cada una de las tres sedes del Museo Nacional de Escultura es un tesoro en sí misma. El Colegio de San Gregorio, con su imponente fachada plateresca, nos transporta al Siglo de Oro español, mientras que el Palacio de Villena nos invita a imaginar la vida de la nobleza castellana en el Renacimiento.

La Casa del Sol, por su parte, nos ofrece una visión más íntima del arte, con sus pequeñas joyas escultóricas y su encantador patio interior. Cada edificio cuenta una historia diferente, pero todos ellos se unen para crear un relato fascinante sobre la escultura española.

La escuela de Valladolid: cuna de genios

El Museo Nacional de Escultura es también un homenaje a la escuela de Valladolid, uno de los centros de producción escultórica más importantes de España. Artistas como Alonso Berruguete, Juan de Juni y Gregorio Fernández dejaron su huella en la ciudad, creando obras que marcaron un antes y un después en la historia del arte.

Berruguete, con su estilo apasionado y expresivo, revolucionó la escultura renacentista española, trayendo la influencia de artistas como Miguel Ángel, al que conoció en persona en su viaje a Italia. Juni, por su parte, destacó por su realismo y su capacidad para transmitir emociones a través de la piedra. Y Fernández, con su estilo barroco y teatral, llevó la escultura religiosa a nuevas cotas de dramatismo.

Fachada plateresca del Colegio de San Gregorio.

Un museo único en su especie

Lo que hace especial al Museo Nacional de Escultura es su enfoque en la escultura policromada castellana, un tipo de escultura que alcanzó su máximo esplendor en los siglos XV y XVI. La policromía, es decir, la aplicación de color a la escultura, le confiere un realismo y una expresividad únicos, convirtiendo las figuras en auténticas representaciones de la vida y la espiritualidad de la época.

Además, el museo no se limita a exhibir obras de arte, sino que también se preocupa por su conservación y estudio. Cuenta con un taller de restauración en el Palacio de Villena, donde expertos trabajan para preservar este patrimonio único.

Obras maestras que cuentan historias

Entre las obras más destacadas del museo, encontramos:

  • El Retablo Mayor de San Benito, de Alonso Berruguete, una obra cumbre de la escultura renacentista española.
  • El Entierro de Cristo, de Juan de Juni, un grupo escultórico de gran dramatismo y realismo.
  • La Virgen con el Niño, de Alejo de Vahía, una talla gótica de gran delicadeza y belleza.

Estas obras, y muchas otras, son testigos de la maestría de los escultores castellanos y de la importancia de la escultura en la cultura española.

‘El entierro de Cristo’, de Juan de Juni, nos asalta en los pasillos del Colegio de San Gregorio.

Un museo vivo y dinámico

El Museo Nacional de Escultura no es un museo estático, sino un espacio vivo y dinámico que ofrece una amplia variedad de actividades para todos los públicos: visitas guiadas, talleres, conciertos, conferencias… Además, el museo cuenta con una biblioteca y un archivo especializados en escultura, que son un recurso valioso para investigadores y estudiosos.

Otra particularidad es la cesión de muchas de sus obras religiosas para procesión en la Semana Santa de Valladolid, considerada una de las más importantes de España debido al valor histórico y artístico de sus tallas, gracias a esta cesión. Es el despliegue de la obra magna en madera policromada castellana al aire libre.

El Museo Nacional de Escultura es un tesoro oculto, poco valorado por los propios vallisoletanos, que merece ser descubierto. Sus tres sedes, su colección única y su enfoque en la escultura policromada lo convierten en una joya imprescindible para los amantes del arte y la cultura y una parte fundamental en la historia de España.

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