Lara Arias
Tras años de solicitudes, las mujeres se han incorporado a la cofradía de Nuestra Señora de Carejas de Paredes de Nava (Palencia). La organización religiosa cuenta con más de cien años de historia y en todos ellos nunca una mujer había podido participar y tener el papel de cofrade, únicamente de camarera, es decir, persona que viste a la patrona. Un total de veintisiete mujeres se unieron al número limitado de 105 cofrades para honrar y rendir honores a la figura de la virgen en sus festividades. Asimismo, esta demanda social responde a un cambio de estatutos que da lugar a una nueva era en esta cofradía que tuvo buena acogida por parte de la mayoría de cofrades. Hoy se puede decir que las mujeres de Paredes han hecho historia. No todo ha sido bonito, sino una lucha con un final feliz.
Este 8 de septiembre, día de la Virgen de Carejas, fue cuando esta treintena de paredeñas recibía “por fin” su vara y su medalla de cofrade. En un acto que se celebra anualmente nunca tuvo cabida un momento como este en sus más de 100 años. El ambiente era de celebración, donde no solo ellas lo vivieron con emoción, sino también sus familiares. Este es el caso de Sonia Ramos, que ha cumplido uno de sus sueños. Su padre fue cofrade hace años y por herencia le correspondía entrar con prioridad en la cofradía. Al ser mujer, nunca se le permitió tal cosa. Hoy no solo puede decir que es cofrade de la virgen de Carejas, sino que además empuña y cuelga sobre su cuello la vara y la medalla que un día llevó su padre. “Hoy mi padre no solo estará feliz, estará orgulloso allá donde esté”, manifestaba emocionada.
Sonia es una de las 27 mujeres que se incorpora a la hermandad de Carejas, pero lleva vinculada a ella desde que tiene uso de razón. Su padre fue cofrade casi 40 años, hasta que falleció. “Cuando mi padre enfermó, dependía de nosotros para todo, pero eso nunca le impidió acudir a su cita en su cofradía. Le acompañé como un cofrade más hasta su final. Siempre pidió a sus compañeros cofrades que entrase, pero no ha sido hasta siete años después cuando todo esto se han cumplido”, explicaba.
Un paso adelante
Isabel Alonso, una de las pioneras en la lucha por la inclusión de mujeres en la cofradía, celebra la reciente incorporación de mujeres, lo que considera que da una respuesta a una «demanda social». Hace dos años comenzó a hablar con cofrades y mujeres interesadas en unirse, lo que llevó a una petición formal firmada por unas veinte mujeres para cambiar los estatutos. Aunque la decisión no fue unánime, Isabel expresa su felicidad personal por este avance.
“Esto era algo complejo y hasta hace poco imposible y para mí supone una de las mayores felicidades a título personal”, manifiesta Isabel. Inició esta aventura por devoción a la patrona de la villa, porque “es la virgen de todos, nuestra patrona. Desde pequeños la hemos seguido y es algo que nace contigo. Somos de aquí y es algo que tenemos por ser de Paredes”, indica.
Punto de inflexión
Recientemente, la cofradía ha aprobado un cambio en sus estatutos que permite la incorporación de mujeres, estableciendo un límite de 105 integrantes. Las nuevas cofrades deben ser mayores de edad, católicas y tener un vínculo familiar con Paredes, con prioridad para los hijos de cofrades fallecidos. Además de ser cofrades, las mujeres también pueden ser elegidas como mayordomas, representando a la cofradía en festividades.
“Desde hace un año que las mujeres formamos parte de este órgano directivo. Cuando se hizo efectiva nuestra incorporación, también lo hicieron aquí, como unas más”, señala Natividad Melendre, una de las nuevas cofrades.
“Mi padre fue cofrade y tuvo dos hijas, de las cuales ninguna hemos podido coger la vara. Vi cómo mi marido se hacía cofrade, lo mismo con mis primos y yo no podía, cuando siempre quise serlo”, apunta Natividad. Asimismo, este 8 de septiembre se pasó la vara de padre a hija, de Arturo a Nati, y ese hueco que hace años quedó vacío ha vuelto a llenarse.
Una herencia sin distinciones
El caso de Sonia Ramos no es único. Creció con la presencia de la virgen en su casa. Como si de una leyenda se tratase, este sentimiento se transmitió de padre a hija. Lo mismo ocurre a Natividad Melendre, una de las nuevas cofrades, que al igual que su padre lo hizo con ella, comparte este sentir con sus hijas Patricia y Lucía Polvorosa y su sobrina, Marta Gutiérrez. “Entrar juntas es una gran satisfacción, porque hacerlo con las tres es igual de importante para mí que ser cofrade”, alega Melendre.
Asimismo, Marta Gutiérrez y Patricia Polvorosa manifiestan que ser cofrade es algo que viene de casa, de su abuela. “Somos de Paredes no solo por nuestras madres, sino por nuestra abuela. Hemos crecido con ella aquí junto con la virgen de Carejas y si hoy pudiera ver que somos cofrades estaría más que orgullosa”, explicaban entre miradas de complicidad.
En palabras de Patricia Polvorosa, esto significa más porque lo hace con su familia. Después de un año desde que ya se sabía que las mujeres se incorporaban a la cofradía, celebró el día con todos sus allegados, amigos y devotos de la virgen de Carejas.
Estos son 5 de los 27 testimonios, pero podríamos contar otros distintos, aunque todos tendrían el mismo significado: las mujeres se han incorporado a la cofradía de Carejas y todas ellas con una historia detrás única. Una nueva andadura en la Cofradía de Carejas, que comienza con buen pie y buena acogida por todos.
Un 8 de septiembre que Paredes de Nava ha celebrado por todo lo alto. Un día en el que se pudo ver a la gente festejar, honrar y, sobre todo, recordar la memoria de muchos que ya no están. Abuelos, hijos, hermanos y nietos y a Margari. A los padres que no solo dieron su vara, sino que regalaron la mejor de las herencias posibles: poder vivir este día y estar orgullosos de su virgen. Y como la tradición manda, ¡viva Paredes de Nava! y ¡viva la Virgen de Carejas!
Historia de la ermita de Carejas
Poco se conoce sobre el origen de la ermita de Carejas. Bajo el nombre de “Karelias” se encontraba un poblado, uno de los muchos que desde el siglo III se fueron formando en torno a Paredes de Nava. En un rincón de la historia medieval de la villa, la ermita de Carejas se alza como un símbolo de resistencia y devoción popular. Originaria de un antiguo poblado que en su tiempo fue asimilado por el pueblo, esta pequeña iglesia, dedicada a Santa María, sobrevivió al despoblamiento que afectó a la región en el siglo XV.
El fervor por la Virgen de Carejas se ha mantenido intacto a través de los siglos, a pesar de las dificultades a las que se ha enfrentado la ermita. Desde el siglo XVI, el 8 de septiembre se celebra con gran devoción la Fiesta de Carejas, en la que la imagen de la Virgen es trasladada en procesión a su ermita tras una tradicional novena. La talla, datada en el siglo XIII, ha pasado por numerosas modificaciones, siendo testigo del tiempo y de la devoción de los paredeños.
La lejanía del pueblo hipotecó el destino de la ermita, puesto que los clérigos se desentendieron de su mantenimiento por la distancia y por miedo a los robos. Fueron los paredeños, sin distinción de género, los que han mantenido este lugar intacto hasta la actualidad. Porque si de algo se siente orgulloso un paredeño es de su virgen.
