Santiago Iturmendi, Pte. Federación de Caza de Castilla y León.
La suspensión cautelar de la caza en Castilla y León se ha producido como consecuencia de las demandas que el partido político PACMA, partido animalista de ámbito nacional, presentó contra la normativa vigente en materia cinegética en nuestra región, y que han tenido efecto suspensivo inmediato gracias a dos Autos de medidas cautelares de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.
Hay que destacar dos aspectos de la situación creada.
Esta Sala de lo Contencioso del TSJ nunca ha fallado a favor del mundo cinegético en las continuas demandas de los grupos conservacionistas y animalistas. Esto es llamativo y nos parece muy grave, aunque en esta ocasión ha habido un voto particular de un magistrado en contra del auto, con argumentos jurídicos de peso y muy clarificadores. Pero se ha impuesto la mayoría, los tres restantes magistrados de la Sala que encabeza su presidenta.
En segundo lugar, hay que destacar que las pretensiones de las demandas de los anticaza van siempre dirigidas al mismo objetivo: prohibir la caza.
Esto es muy importante destacarlo, porque no es cierto que intenten mejorar la regulación de los aprovechamientos, ni modificar los métodos, sino que simplemente intentan que no se cace.
Lo más grave es que al mismo tiempo son plenamente conscientes de los gravísimos daños que produciría esta suspensión al mundo rural y también a la fauna y la flora protegidas, por superpoblación de las especies cinegéticas, pero no les importa. Su objetivo es conseguir imponer sus criterios sectarios y sin respaldo científico alguno, al resto de la sociedad. Son y representan al nuevo ‘fundamentalismo talibán del animalismo’.
PACMA, con su fundamentalismo animalista, es un partido político que quiere conseguir escaños para, desde la poltrona, vivir del cuento de Bambi y obviando la verdadera realidad de nuestro medio natural que necesita ‘obligatoriamente’ que el ‘hombre’, como único predador racional, controle las poblaciones de animales salvajes, para a través de una caza sostenible ser el elemento esencial para el equilibrio de los ecosistemas.
Por ello, por desear la ruina del mundo rural, pido a los ciudadanos que no colaboren con estas gentes radicales que nos pueden llevar a generar daños económicos enormes, explosiones demográficas de fauna incontrolables y lo que es peor a la transmisión de enfermedades como la peste porcina y otras que pudieran afectar incluso a los seres humanos.
No al fundamentalismo animalista radical. Sí al mudo rural y a sus gentes. Los cazadores siempre vamos a estar con ellos.
¡Viva el mundo rural y la caza!
