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Defender la cultura, una brújula para tiempos convulsos

La Redacción de ‘Más Castilla y León’ se mantiene fiel a su ideario: no emplea palabras manoseadas, repetidas hasta la saciedad en internet; términos que a base de ser reproducidos han terminado por no significar nada

Ricardo Ortega

En los últimos años se ha vivido un extraño retorno al debate sobre las señas de identidad, una cuestión frente a la que nos considerábamos felizmente vacunados.

Vivimos a la sombra de una paradoja lacerante: la de que esta discusión, la controversia sobre la pertenencia a una u otra tribu, se produce en relación con la llegada de nuevos vecinos, venidos de otros países, pero nunca se dio -no con la misma virulencia- en relación con las tendencias impuestas por la llamada modernidad: ese concepto que aquí y ahora no hace referencia a la vanguardia cultural, sino al consumo desaforado de todo lo que llega desde el universo anglosajón.

Resulta una verdadera dislocación reivindicar la bandera de las esencias en una sociedad que se envenena con Starbucks o McDonald’s, que se infantiliza en Halloween, que se aculturiza en el menú de Netflix.

Sí tienen razón, rotundamente, quienes llevan toda la vida defendiendo el folclore leonés o castellano, el patrimonio, los productos de cercanía, los emprendedores locales; una pelea en la que ‘Más Castilla y León’ lleva sumergida cerca de dos décadas.

Nuestro equipo tiene su papel, defiende su pequeña parcela, y en esa batalla ha sido unánime la decisión de no publicar textos generados por inteligencia artificial. Porque si esta revista lleva tantos años defendiendo la cultura, caer en el maltrato del idioma sería faltar a nuestro ideario.

Por eso esta redacción se ha negado a adoptar los vicios de la jerga funcionarial, burocrática, asaltada por los traductores automáticos y estimulada por los algoritmos.

En las páginas de la revista no se emplean palabras manoseadas, repetidas hasta la saciedad en internet; términos que a base de ser reproducidos han acabado por no significar nada; desde resiliencia o sostenibilidad hasta posicionar o incluso implementar; desde tensionar o rigurosidad hasta influenciar o tutorizar.

Más bien al contrario, el departamento de Redacción se esmera por emplear el mejor castellano posible, tanto en los escritos elaborados por el equipo como en aquellos remitidos por sus colaboradores.

Porque en tiempos convulsos la defensa de la cultura es siempre la brújula más fiable; la mejor hoja de ruta cuando la incertidumbre y la demagogia acechan detrás de cada esquina.

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