Ricardo Ortega
La vida es en ocasiones tan injusta que el apellido de un empresario del ocio puede opacar al de un gran artista, probablemente uno de los más brillantes de cuantos han legado a la ciudad el fruto de décadas de trabajo.
El pintor, profesor, académico y restaurador de arte José Martí i Monsó nació en 1840 en Valencia, pero desarrolló la mayor parte de su obra en Valladolid, donde falleció en 1912.
Fue uno de los más relevantes estudiosos de Historia del Arte en Castilla la Vieja y de la Semana Santa de la ciudad. Llegó a ser director de la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad en 1873.
Fue escogido como conservador del Museo de Valladolid y un año después asumió la dirección del Museo Provincial de Bellas Artes, hoy con la categoría de Museo Nacional de Escultura. En 1900 fue elegido académico de la Real Academia de Bellas Artes.

La impronta que este artista y académico dejó en la ciudad del Pisuerga fue de tal envergadura que el Ayuntamiento decidió dedicarle una plaza, en realidad un baluarte de la cultura local durante siglos.
Calle Nueva de San Lorenzo
Situada entre la plaza Mayor y la calle de San Lorenzo, la plaza de Martí i Monsó era conocida a finales del siglo XVI, precisamente, como calle Nueva de San Lorenzo, por discurrir de forma paralela a la calle de este nombre.
En 1775 se la llamó Plazuela del Teatro. De aquello solo queda el nombre de la actual calle Comedias, que enlaza esta plaza con la calle Pasión.

Pasando los años el teatro se convirtió en el cine Coca, por el apellido de su propietario. Corría el año 1987 y la plaza empezó a ser conocida popularmente como plaza de Coca, una denominación que arraigó de tal modo que ha sido imposible de corregir incluso 20 años después de que los cines cerraran sus puertas.
Puede que tenga algo de mágico, de totémico, la parcela en la que se levantaban las salas de cine, y que hoy acoge los cimientos de un moderno bloque de apartamentos.
¿Qué es un corral de comedias?
Al comienzo de la Edad Moderna, en las ciudades castellanas las representaciones teatrales que realizaban los grupos de cómicos o los solitarios juglares se venían ofreciendo en espacios abiertos y con capacidad para agrupar a los espectadores. Los tinglados se levantaban sobre la marcha de forma improvisada y poco duradera, dado el carácter itinerante de esas representaciones.
En los siglos XVI y XVII, se consolidó el corral de comedias como un tipo de teatro público permanente instalado al descubierto en los patios y corrales interiores.

En Valladolid el comienzo de las representaciones callejeras está documentado en 1547, en la plaza de Santa María (actual plaza de la Universidad); después fueron ocupando la plaza Mayor, la corredera de San Pablo (hoy calle de las Angustias), la plazuela del Almirante (frente al actual teatro Calderón).
En 1574 se utilizó por primera vez el patio del hospital de San José de Niños Expósitos que se hallaba frente a la iglesia de San Lorenzo, en la calle del mismo nombre. Posteriormente cambiaría su ubicación.
El teatro de la Comedia se levantó originalmente en 1609-1612 sobre el mencionado patio. El inmueble fue modificado varias veces, siempre conservando su disposición primitiva.
Un teatro sometido a subasta
En 1767 el teatro pasó a ser propiedad del Ayuntamiento y en 1866 se vendió en subasta pública. Lo adquirió Anacleto Guerra, que encargó su remodelación al arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina, aunque el proyecto no se llevó a cabo.

Cuarenta años después, su hijo Antonio Ortiz de Urbina se hizo cargo de un nuevo diseño para la fachada y de los planos del edificio. Era su propietario Luis Altolaguirre. El teatro pasó a llamarse Gran Teatro. Subsistió hasta su ruina, en 1987, momento en que se hicieron nuevas obras para convertirlo en los cines Coca.
Hoy la plaza posee un suelo de adoquín rojo, con una imagen muy alejada de la que ofrecía en los años 90. El cine fue derribado en el año 2003 para dar paso a un edificio de viviendas, pero su nombre sigue grabado de forma indeleble en la memoria colectiva. José Martí i Monsó tiene el título, pero Coca cuenta con el fervor del público.
