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El distinto encanto del Ebrovisión vuelve a seducir al público… un año más

El festival de Miranda de Ebro cierra su edición más multitudinaria esquivando la lluvia y con éxito en los nuevos escenarios

Entre la infinidad de festivales que llenan cada plaza o explanada española, cuesta encontrar alguno que tenga un encanto diferente. Los carteles se repiten, las experiencias se calcan y las vivencias perduran tan solo unos días. Con sus 24 años de mayoría de edad bien asentada, Ebrovisión es una de las excepciones a estas nuevas reglas, una propuesta adulta, enfocada en lo musical y que ha celebrado su edición más multitudinaria.

La Asociación de Amigos de Rafael Izquierdo asumió un riesgo en 2023 al decidir sacar su evento al aire libre en unas fechas -septiembre- y una localización -Miranda de Ebro- que hacen tener un ojo puesto en el cielo. En la primera jornada la lluvia obligó a suspender el concierto de Veintiuno, un contratiempo que amenazaba con derribar un castillo que esta vez se mantuvo en pie.

No en vano, el castillo de Miranda es una apuesta firme de la organización como nuevo escenario de conciertos, una idea que no se pudo concretar el año pasado por culpa del agua. Ahora ha sido la buena, y la espera ha merecido la pena, ya que se ha vivido uno de los momentos más especiales de la cita. Alcalá Norte, la banda que ha reventado el panorama independiente español en este 2024, dio el concierto sorpresa en lo más alto de la ciudad mirandesa, en un fascinante ejercicio de rock ecléctico que invita a vivir “La vida cañón”.

El anfiteatro de la orilla del río también oposita a ser una de las paradas obligatorias para disfrutar de la vida a tope en próximas ediciones. Los irlandeses Sprints, los gallegos Caballo Prieto Azabache, o la energía punk de Aiko el Grupo, son algunas de las propuestas que han pisado este escenario. Además, la calle Estación o la Plaza de España -en este caso con una muestra gastronómica- también han tenido actividad en los días de festival.

Pero obviamente, el núcleo ha sido el recinto ubicado en los exteriores del polideportivo de Anduva, que ha acogido dos grandes noches de música en directo. Arde Bogotá, consolidado como uno de los grupos más importantes del país, dio el concierto más masivo del festival en sus 24 años. No faltaron sus ya míticas Cowboys de la A3 -que da nombre a su exitoso último disco- Cariño, o Los Perros, que fue coreada con fiereza cánida por un público entregado a los cartageneros.

Iván Ferreiro o Mikel Erentxun, dos clasicazos del pop nacional, ya tienen todas las tablas para no fallar. Y no lo hicieron. El de Nigrán despachó un show lleno de momentos íntimos y referencias a Trinchera Pop y a sus temas de Los Piratas, mientras que el donostiarra supo ganarse a la audiencia tirando del repertorio de Duncan Dhu, en otra demostración de que la nostalgia siempre es una baza ganadora en estos contextos.

Una cuestión de actitud

Hubo tiempo también para mover el esqueleto. Delaporte demostraron que se puede meter en el bolsillo a todo un festival a base de actitud, energía, diversión y baile. El dúo formado por Sergio a las teclas y la carismática Sandra al frente contagiaron a todos con su espíritu indomable en uno de los conciertos más disfrutables de esta edición.

Otro dúo, los catalanes Cala Vento, firmaron un directo de rock de auténtico nivel con solo cuatro manos y cuatro pies. Teletecho, Ferrari o Gente como tú sonaron como cañones en el ocaso de la tarde del viernes, un espectáculo que precedió a la rabia y electricidad de shego, que cerraron su show con una necesaria reivindicación para frenar el acoso sexual antes de tocar Vicente Amor, la canción que desearían “no haber escrito nunca”.

Miles Kane en el puente Carlos III de Miranda.

Pero si hablamos de actitud, es obligatorio mencionar a Miles Kane. El compadre de Alex Turner en juergas y discos de The Last Shadow Puppets, llegó desde la ribera del Mersey a la ribera del Ebro para derrochar un ejercicio de clase… que se quedó a medias. La garganta le jugó una mala pasada y no pudo mostrar todo el potencial que le hace ser una de las últimas estrellas de verdad del rock británico. Le dio tiempo, eso sí, para probar la gastronomía mirandesa, y para tocar himnos como Come Closer o Don’t Forget Who You Are, canciones que recuerdan que no hay que dejar nunca de ser lo que se es, a pesar de las presiones externas.

Y ese mantra se lo aplica a la perfección el Ebrovisión, que ya mira a una 25ª edición que promete ser muy especial… sin olvidarse de su identidad. Porque en lo diferente está el encanto de un festival que ha demostrado saber adaptarse a los nuevos tiempos sin dejar nunca de lado su esencia.

Por Edu Mongil

Fotografías propiedad de Ebrovisión

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