El pintor valenciano visitó León, Ávila, Segovia o La Granja dentro de su periplo por España. El Museo Nacional de Escultura (Valladolid) acoge una muestra hasta el 25 de agosto
A raíz de los actos organizados con motivo de la celebración del Centenario del fallecimiento de Joaquín Sorolla Bastida (Valencia, 1863-Cercedilla, 1923), el Museo Nacional de Escultura, el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla presentan ‘Viajar para pintar. Sorolla y la escultura pintada’. Una exposición que explora la relación del pintor valenciano es de Castilla y León entre 1902 y 1910. En todos ellos el artista pudo contemplar y recoger con sus pinceles la riqueza escultórica presente en estas ciudades.
En esta ocasión, el Museo Nacional de Escultura presenta una cuidada selección de pinturas, esculturas y reproducciones artísticas pertenecientes a las colecciones del Museo Sorolla, de la Fundación Museo Sorolla y del propio museo vallisoletano.
De esta forma, ‘Viajar para pintar. Sorolla y la escultura pintada’ ofrece una faceta diferente de la obra del pintor, donde toman protagonismo las portadas de las grandes catedrales castellanas y las fachadas e interiores de palacios e iglesias.
La escultura siempre estuvo allí
Desde sus años de formación en las Escuelas de Artesanos de Valencia (1876-1879), el joven Joaquín Sorolla entró en contacto con la escultura a través del dibujo de la estatuaria clásica.
Concluidos sus estudios, su prioridad fue abrirse camino en Madrid, donde comienza a captar detalles urbanos en pequeñas tablitas. Precisamente en esa época se fecha Virgen (1880-1884), en la que Sorolla encuentra inspiración en una pequeña talla gótica de María con su Hijo en brazos que pudo ver tanto en Madrid como en Valencia.
En 1885 viaja a Roma como pensionado de la Diputación de Valencia, y durante esa estancia en Italia recorrerá diversas ciudades pintando óleos y acuarelas de pequeño tamaño. Es el caso de Púlpito de Pisa (1885), donde reproduce esta obra maestra de la escultura medieval salida del cincel de Nicola Pisano.
La piedra hecha lienzo
Los éxitos conseguidos en los últimos años del siglo XIX, que tuvieron como colofón el Grand Prix de París en 1900, hacen de Sorolla un artista reconocido que se lanza a viajar por España en busca de una pintura más personal.
Con su familia visitará León, donde realiza el espectacular Interior de la Catedral de León (1903), uno de sus primeros acercamientos a las portadas medievales. Y en su búsqueda de nuevos lugares para pintar llega a Segovia en 1906, plasmando en el lienzo las esculturas y fuentes monumentales del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso.
Más allá de viajar
En 1909 expone por primera vez en Estados Unidos, lo que supuso un punto de inflexión en su carrera y el comienzo de unos años vertiginosos de creación artística. Para atender la gran demanda de ese momento, en 1910 recala en Ávila y Burgos, donde realiza numerosas obras protagonizadas por esculturas y monumentos arquitectónicos, como la catedral de Burgos y la Cartuja de Miraflores.
Entre 1911 y 1919 Sorolla abordó el colosal encargo de Visión de España, catorce paneles para la sede de la Hispanic Society of America. A los viajes de ocio familiar a Valencia o San Sebastián se suman ahora todos aquellos realizados para documentarse y pintar aspectos y elementos que le ayudarían a dar forma al ciclo.
En ellos tuvo tiempo también para recrearse en las obras escultóricas que encontraba a su paso, como las tallas procesionales sevillanas o la producción de Francisco Salzillo que conoció en Murcia.
En medio de esta vorágine, su casa-estudio del Paseo General Martínez Campos –hoy Museo Sorolla– actuó como su refugio. Rincón del estudio, San Juan Evangelista (1914) es uno de los raros ejemplos en los que Sorolla pinta el interior de su casa y lo hace representando esta talla gótica, hoy en las colecciones del museo.
Los jardines que planificó en torno a su palacete fueron el otro oasis de sus años finales. Entre 1918 y 1919 los pintaría en varias ocasiones, captando algunas de las esculturas que lo pueblan. En la pérgola del tercer jardín fue donde, en 1920, sufrió el fatal accidente cerebrovascular que detendría sus pinceles.
Programación cultural
La conjunción entre las dos disciplinas que protagonizan esta muestra, pintura y escultura, inspira una programación cultural repleta de actividades para todos los públicos.
Como viene siendo habitual en otras exposiciones celebradas por el Museo Nacional de Escultura, se ofrece un ciclo de visitas temáticas a cargo del equipo de educadoras.
En él profundizaremos sobre la intensa relación que tuvo de la pintura de Joaquín Sorolla con la escultura que fue encontrando en sus diversos viajes.
Además, Fernando Delgado, uno de sus comisarios y conservador del museo, ofrece otro conjunto de visitas en las que los asistentes pueden descubrir con detalle los entresijos de esta muestra y los motivos que la han originado.
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Viajar para pintar. Sorolla y la escultura pintada
Museo Nacional de Escultura
Palacio de Villena
C/ Cadenas de San Gregorio, Valladolid
Del 26 de abril al 25 de agosto de 2024
Entrada gratuita