“Detrás de cada puerta
vive un viento encendido,
una palabra herida,
un silencio sufrido.
La puerta está cerrada.
Su pan no está cocido.
Los pasos de los sueños
al horizonte han ido.
El cartero no viene.
Las letras se han perdido.
Los adobes de paja
mueren en su quejido.
Los lobos en el teso
divulgan su alarido.
Un hombre solitario
malgasta su bramido.
¿¡Qué hacemos con mi pueblo,
señores del aullido!?”